Me preguntan por qué me preocupan tanto las corrientes de
Justicia Social/wokismo, que en principio parecen meramente un disparate de los campus
norteamericanos con poca repercusión en el mundo real. La respuesta es que sí tiene repercusión.
El pasado 23 de noviembre el CDC (Centres for Disease Prevention and Control), dependiente del HSS (U.S. Department of Health and Human Services,
el Ministerio de Sanidad de USA) propuso un orden de vacunación basado en tres
criterios, científico, de dificultad de implantación y ético. Sobre el primer
colectivo a vacunar no había discusión: son los trabajadores sanitarios, que es
donde la epidemia produce los mayores cuellos de botella; la protección de
este grupo redunda en la de todos los demás. La cuestión, para el CDC, surgía en
cómo priorizar los restantes grupos: mayores de 65 años, personas con problemas
previos de salud y trabajadores “esenciales”. Este último grupo es bastante
amplio, porque no sólo incluye a los trabajadores de primera línea, como los
empleados en alimentación o distribución, sino también a los empleados de banca
o a los que trabajan en producciones audiovisuales.
El criterio científico parte de la evidencia de que la
mortalidad se dispara exponencialmente con la edad, y el estudio llega a la
conclusión de que la estrategia de priorizar a los mayores de 65 años podría incrementar
hasta 6 puntos porcentuales las muertes evitadas. Podría, entonces, salvar
miles de vidas adicionales –recordemos que hasta ahora se han producido más de
330.000 muertos-.
Pero el estudio entonces hace una afirmación asombrosa: «las diferencias entre las tres estrategias es
mínima», así que «los principios
éticos y las consideraciones de implementación pueden contribuir en gran medida
a seleccionar la secuencia óptima». El caso es que también la
implementación es favorable a los mayores de 65 años –es un colectivo muy fácil
de determinar-, así que el estudio fía la decisión a las «cuestiones éticas», de
las que ya ha quedado claro que un exceso de miles de muertos estará ausente.
Y aquí hay un factor que, según el estudio, juega en contra
de priorizar a los mayores de 65 años: «Racial
and ethnic minority groups under-represented among adults >65». Han entendido
bien: el estudio advierte que, al haber minorías étnicas y raciales infra-representadas
entre los mayores de 65 años, priorizar a este grupo puede promover
desigualdades. Así que, puestos en la balanza los miles de muertos que se
podrían prevenir, y las «desigualdades étnicas o raciales», ganan estas últimas.
El estudio acaba recomendado que se priorice al grupo de trabajadores no
esenciales frente al de mayores de 65 años.
Al comienzo de estas líneas está es el aséptico gráfico que decide
que miles de muertos son irrelevantes ante consideraciones raciales. Sí, es un
criterio racista que se antepone al de la humanidad común.
¿Puede ser la cosa más terrible? Puede. Si tenemos en cuenta
que el porcentaje de población negra por 1.000 americanos es de 100 entre los
mayores de 65 años, y 150 entre aquéllos en edad laboral, resulta que priorizar
a estos últimos supone proporcionar, comparativamente, más vacunas a los
afroamericanos. Pero dado que la letalidad de la enfermedad es 10 veces
superior en el primer grupo que en el segundo, resulta que la estrategia
escogida está produciendo más muertes también entre la minoría racial que se
supone que defiende.
Sorprendentemente el estudio no encontró inicialmente oposición. Poco a poco se alzaron voces, y el CDC acabó optando por un sistema mixto, que prioriza a los mayores de 74 años y a los trabajadores de primera línea: esta estrategia también asume muertes evitables. Pueden ver el artículo completo de Yascha Mounk aquí.
Comentarios
He leído su texto. Luego me he leído entero el artículo de Yascha Mount que enlaza al final. Y me he quedado hecha polvo.
Porque me está ocurriendo lo que Y.Mount cuenta que le está pasando a él : que no se fía. Ni de esas instituciones en las que solía confiar plenamente, ni de los periódicos ( él habla del NYT, por ejemplo, y yo pienso en El País, El Mundo... ).
Porque he visto en nuestra " Televisión Espantosa" la cara de satisfacción de la locutora cuando contaba en plena primera ola , como gracias al Covid, y a las muertes de tantos jubilados, el problema de las pensiones había casi desaparecido del todo.
Y si todavía el efecto de las vacunas en personas de riesgo no está debidamente comprobado, ¿ no debería ser esa vacunación de los mayores y de los que tuvieran enfermedades autoinmunes, prioritaria sí, pero sólo a título voluntario ?
Así que, sí que me parece que tienen que ser prioritarias las vacunaciones de los trabajadores sanitarios en activo. Que además de ser posibles transmisores, aunque fuesen asintomáticos, tendrían sus hospitales pendientes de que las vacunas no les perjudicasen. Y los que no se quisieran vacunar, que no pudieran seguir en activo, y se aislaran.
Pero con lo de los viejos, y los grupos de riesgo, tengo mis dudas ¿ No estarían usándolos / usándolos como conejillos de indias ? Al fin y al cabo, si se mueren, ya están amortizados, y encima tienen enseguida pensiones altas, que se ahorrarían. Todo ventajas.
Ya siento ser tan desconfiada respecto a los que parten el bacalao ahora.