Sospecho que este comentario no va a resultar muy legible, porque me cuesta estructurar con claridad los argumentos. Lo intento de todos modos.
El País publica un interesante artículo de Félix de Azúa en el que se lamenta del sectarismo de los intelectuales de izquierda del s.XX que cerraban los ojos ante los horrores del comunismo, y lo contrapone a la honestidad de aquellos (Orwell, Koestler, Camus) que no dudaron en alzar su voz. Sólo estos últimos, según Azúa, son realmente de izquierdas.
Hace unas semanas Azúa escribió un artículo en el que llegaba a la conclusión de que el nacionalismo era de derechas, a pesar de la evidencia de que es el partido socialista el que está apostando por él y posibilitando su triunfo.
Obviamente Azúa piensa que existe La Izquierda, una idea platónica (en sentido estricto) que es compendio de virtudes, perfecta y eterna, pero que, al entrar en el flujo del espacio y el tiempo (es decir, al entrar en contacto con la el mundo real) tiende a degenerarse. Por eso los escritores criticados por Azúa son una versión degenerada de La Idea. Estrictamente ya no son de izquierdas, sino que se han podrido o, lo que es lo mismo, se han convertido en la derecha. Esto no es una exageración. El propio Azúa presenta su particular visión de la derecha: ”La derecha nunca ha tenido necesidad de justificar sus infamias, no trabaja sobre ideas sino sobre prácticas, pero se suponía que la izquierda era lo opuesto”.
Pero esta visión de Azúa permite que la Idea, independientemente de lo que ocurra en su nombre en el mundo real, permanezca intocada en su pureza en el limbo. Volviendo al ejemplo anterior, los culpables del triunfo del nacionalismo no representan La Izquierda, sino que son sus versiones degeneradas (derechizadas) como Montilla o Zapatero.
Dice Azúa hacia el final del artículo: "Aún hay gente que dice amar la dictadura cubana "por progresismo" y el actual presidente del Gobierno (uno de los más frívolos que ha ocupado el cargo) se ufana de ello. ¿Saben acaso el daño que producen en quienes todavía ponen ilusión, quizás equivocada, pero idealista, en la palabra 'izquierda?" Pero ¿no es precisamente el creer que existe La Izquierda, y depositar en ella una ‘ilusión’, aunque equivocada, lo que tiende a perpetuar la visión sectaria de la realidad, a la negación de los errores, y, en suma, a repetir las actitudes cometidas por los intelectuales de izquierda que critica?
El País publica un interesante artículo de Félix de Azúa en el que se lamenta del sectarismo de los intelectuales de izquierda del s.XX que cerraban los ojos ante los horrores del comunismo, y lo contrapone a la honestidad de aquellos (Orwell, Koestler, Camus) que no dudaron en alzar su voz. Sólo estos últimos, según Azúa, son realmente de izquierdas.
Hace unas semanas Azúa escribió un artículo en el que llegaba a la conclusión de que el nacionalismo era de derechas, a pesar de la evidencia de que es el partido socialista el que está apostando por él y posibilitando su triunfo.
Obviamente Azúa piensa que existe La Izquierda, una idea platónica (en sentido estricto) que es compendio de virtudes, perfecta y eterna, pero que, al entrar en el flujo del espacio y el tiempo (es decir, al entrar en contacto con la el mundo real) tiende a degenerarse. Por eso los escritores criticados por Azúa son una versión degenerada de La Idea. Estrictamente ya no son de izquierdas, sino que se han podrido o, lo que es lo mismo, se han convertido en la derecha. Esto no es una exageración. El propio Azúa presenta su particular visión de la derecha: ”La derecha nunca ha tenido necesidad de justificar sus infamias, no trabaja sobre ideas sino sobre prácticas, pero se suponía que la izquierda era lo opuesto”.
Pero esta visión de Azúa permite que la Idea, independientemente de lo que ocurra en su nombre en el mundo real, permanezca intocada en su pureza en el limbo. Volviendo al ejemplo anterior, los culpables del triunfo del nacionalismo no representan La Izquierda, sino que son sus versiones degeneradas (derechizadas) como Montilla o Zapatero.
Dice Azúa hacia el final del artículo: "Aún hay gente que dice amar la dictadura cubana "por progresismo" y el actual presidente del Gobierno (uno de los más frívolos que ha ocupado el cargo) se ufana de ello. ¿Saben acaso el daño que producen en quienes todavía ponen ilusión, quizás equivocada, pero idealista, en la palabra 'izquierda?" Pero ¿no es precisamente el creer que existe La Izquierda, y depositar en ella una ‘ilusión’, aunque equivocada, lo que tiende a perpetuar la visión sectaria de la realidad, a la negación de los errores, y, en suma, a repetir las actitudes cometidas por los intelectuales de izquierda que critica?
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