Tras tomar el LSD que Colin le ha proporcionado-un poco antes de lanzarse por la ventana-, Stefan se entretiene viendo como las flores de un cuadro, al contacto con sus dedos, cambian de forma y se disuelven. Está firmado por Philip K. Dick.
Palmer Eldritch trafica con una poderosa droga, la más potente que existe. El protagonista, un traficante menor, acude a él y de modo accidental la ingiere. Lo lleva a un mundo similar al de Alicia dominado por el omnipresente Eldritch. Cuando el protagonista, tras angustiosos esfuerzos, consigue despertar de la ensoñación, y la está relatando a sus compañeros, cierto detalle le revela que continúa viviendo en el mundo de Eldrich. En realidad, siempre ha estado allí.
Runciter, Joe Chip y su grupo de telépatas han acudido a la Luna para limpiar de interferencias psíquicas las oficinas de un importante hombre de negocios, pero al llegar allí una bomba estalla. Todos salen milagrosamente ilesos salvo Runciter, al que depositan apresuradamente en una máquina de animación suspendidas. A partir de ahí las cosas no funcionan del todo bien: las cosas huelen a viejo, los cigarrillos se deshacen, un ascensor baja mucho más allá de donde debería estar el sótano… Y entonces Runciter comienza a aparecer inopinadamente: como efigie de una moneda, en la televisión anunciando el ambientador Ubik. Y un día en un cuarto de baño Joe Chip descubre un graffiti: “yo estoy vivo y vosotros estáis muertos”. Entiende que fueron ellos los afectados por la explosión, que ahora están en animación suspendida, y que Runciter trata de comunicarse con ellos.
¿Y si el mundo en el que creemos vivir no fuera más que un gigantesco decorado? ¿Y si lo hubiera creado un ser horriblemente maligno? ¿Y si no hubiera escapatoria? ¿Cómo saber si uno es un paranoico o sencillamente ha accedido a un conocimiento habitualmente oculto? Esta idea agobió más de lo normal a Philip K Dick a lo largo de su vida. Conocía a Descartes y su ser maligno; conocía el Zhuangzi y al filósofo que dudaba si había soñado ser mariposa, o era una mariposa que ahora soñaba ser un filósofo chino. No es de extrañar que se interesara vivamente por los gnósticos que convivieron con los primeros cristianos (más sobre esto aquí y aquí).
Y al final la cosa empeoró. Un día, el colgante en forma de pez de una enfermera le hizo comprender que él era, en realidad, un cristiano del siglo I perseguido por el Imperio Romano. La realidad aparente no era más que una construcción del Imperio, que a veces tomaba la forma de la Unión Soviética y a veces la del gobierno de Nixon. Pero siempre había detalles sospechosos, que revelaban la realidad tras el velo de la apariencia. Dedicó sus últimos años a escribir la Exégesis, un voluminoso diálogo entre su parte racional –Phil Dick- y su parte paranoica –Lovehorse Fat- donde cada una exponía de modo agobiante sus razones.
Black Mirror bebe directamente de Philip K Dick, y concretamente Bandersnatch le habría gustado: en una vuelta de tuerca convierte a los espectadores en los malvados demiurgos gnósticos que controlan al protagonista. Muy recomendable.
Black mirror: bandersnatch
Comentarios
Tendré que intentar ver Black Mirror , que me ha puest los dientes largos con lo Philip K Dick, ahora que sabemos que ya ya no vamos a tener nada nuevo de él, ni de Jack Vance, aunque nos queden Glen Duncan, y Neil Gaiman...
Lo malo es que no estoy en Netflicks, ni en ninguna de esas plataformas. A ver si lo encuentro.
Gracias, en cualquier caso