No es la raza; no es el clima; no son supuestas características étnico-culturales las que determinan el éxito o fracaso de un país. Son las instituciones. El siglo XX nos ha mostrado dramáticos ejemplos en que, al tomar un país –con la misma raza, historia y cultura-, partirlo en dos con cualquier criterio arbitrario –por ejemplo, la posición respecto al paralelo 38 norte-, y someter cada parte resultante a un modelo político y económico distinto, se inicia inmediatamente una divergencia que acaba llevando a situaciones muy dispares. Es el caso de Alemania, o de Corea.
Esta es la idea que subyace en el famoso ¿Por qué fracasan las naciones? de Azemoglu y Robinson. Si un país consigue desarrollar “instituciones inclusivas”, mediante las que el poder está distribuido y se evita una excesiva concentración, prosperará; en caso contrario se desarrollaran “élites extractivas”, o lo que Huntington llama “sociedades pretorianas”: «sistemas en los que se desdeña la ley y los gobernantes actúan en función de sus propios intereses en lugar de los del estado».
Las instituciones funcionan, por tanto, como las herramientas para conseguir un ecosistema donde florezcan las buenas prácticas. Pero si esta es la receta adecuada para un país ¿por qué no también para las propias instituciones? ¿Por qué no para las organizaciones que canalizan la vida política en los países? Esta era la paradoja que detectó Robert Michels cuando formuló su famosa «ley de hierro de las oligarquías»: los partidos centro de la vida democrática, tienden a ser poco democráticos en su funcionamiento.
Este dilema, nada menos, es el que ahora se plantea ante los estatutos de Ciudadanos. Desde @CsEresTu pretendemos crear un partido inclusivo, donde la opinión circule libremente, el talento sea reconocido, los afiliados decidan, y no exista una abrumadora concentración de poder; de lo contrario, se convertirá en el ecosistema ideal para el desarrollo de elites pretorianas. Ahora es el momento de presentar enmiendas. Decides tú.
« Es lamentable la falta de interés de la justicia y de la derecha para que haya mecanismos para reparar estos delitos de lesa humanidad . El PSOE debe sumarse a este esfuerzo ». Los delitos de lesa humanidad a los que se refiere Enrique Santiago son los «bebés robados» del franquismo, y el esfuerzo que requiere del PSOE es seguir adelante con la proposición de ley presentada en 2020 en Cortes por ERC, PSOE y Podemos, Bildu y Baldo(ví), y que lleva atascada desde entonces. La exposición de motivos de la empantanada iniciativa nos cuenta esta historia. Queridos niños… « Durante décadas, y hasta etapas muy próximas, en España se ha producido, amparada en la impunidad, una de las mayores atrocidades que ha vivido nuestro país. Un número inmenso de niños fueron sustraídos en cárceles, clínicas y maternidades, y sus familias biológicas siguen sin saber su paradero a día de hoy ». No me dirán que no es una historia tremenda, y que la desolación de Enrique Santiago no está justificada. Se tr
Comentarios