Ir al contenido principal

POR QUÉ FRACASAN LOS PARTIDOS

No es la raza; no es el clima; no son supuestas características étnico-culturales las que determinan el éxito o fracaso de un país. Son las instituciones. El siglo XX nos ha mostrado dramáticos ejemplos en que, al tomar un país –con la misma raza, historia y cultura-, partirlo en dos con cualquier criterio arbitrario –por ejemplo, la posición respecto al paralelo 38 norte-, y someter cada parte resultante a un modelo político y económico distinto, se inicia inmediatamente una divergencia que acaba llevando a situaciones muy dispares. Es el caso de Alemania, o de Corea. Esta es la idea que subyace en el famoso ¿Por qué fracasan las naciones? de Azemoglu y Robinson. Si un país consigue desarrollar “instituciones inclusivas”, mediante las que el poder está distribuido y se evita una excesiva concentración, prosperará; en caso contrario se desarrollaran “élites extractivas”, o lo que Huntington llama “sociedades pretorianas”: «sistemas en los que se desdeña la ley y los gobernantes actúan en función de sus propios intereses en lugar de los del estado». Las instituciones funcionan, por tanto, como las herramientas para conseguir un ecosistema donde florezcan las buenas prácticas. Pero si esta es la receta adecuada para un país ¿por qué no también para las propias instituciones? ¿Por qué no para las organizaciones que canalizan la vida política en los países? Esta era la paradoja que detectó Robert Michels cuando formuló su famosa «ley de hierro de las oligarquías»: los partidos centro de la vida democrática, tienden a ser poco democráticos en su funcionamiento. Este dilema, nada menos, es el que ahora se plantea ante los estatutos de Ciudadanos. Desde @CsEresTu pretendemos crear un partido inclusivo, donde la opinión circule libremente, el talento sea reconocido, los afiliados decidan, y no exista una abrumadora concentración de poder; de lo contrario, se convertirá en el ecosistema ideal para el desarrollo de elites pretorianas. Ahora es el momento de presentar enmiendas. Decides tú.

Comentarios

Entradas populares de este blog

VIERNES DE SEXO (11): EL FOLLADOR FURTIVO

Hoy les traigo los hábitos sexuales del combatiente ( Calidris pugnax ), un pájaro originario de Finlandia que luce un vistoso plumaje superior que recuerda un poco a Mildred Roper con una estola de visión. Este plumaje –ya lo habrán sospechado a estas alturas- cumple una función similar a la cola del pavo real: atraer a las hembras. Y los que desarrollan un plumaje más vistoso, que son los de mayor estatus, más agresivos y con más altos niveles de testosterona, parecen atraerlas más. Exactamente igual que en los humanos. Puesto que el plumaje se transmite genéticamente, también habrán sospechado que está correlacionado con alguna ventaja genética: la hembra que se encapricha del combatiente emplumado está, inconscientemente, escogiendo buenos genes. Pero lo curioso es que, dentro de su competición intrasexual por las hembras, los combatientes machos han desarrollado tres estrategias de apareamiento que se corresponden con tres tipos de plumaje. El biólogo David Lank explica que la m...

LOS HOMBRES QUE SUFREN

Las hembras del grillo mormón depositan los huevos en los machos, que los llevan en su interior, los alimentan y los cuidan hasta que nacen los pequeños grillos. Es decir, el grillo mormón macho invierte más tiempo, recursos y esfuerzo en su descendencia que la hembra, y esto tiene dos consecuencias: 1) los machos son más selectivos a la hora de escoger pareja y 2) las hembras –que son más grandes, fuertes y agresivas- compiten entre sí para ser elegidas por el macho. Esta es la fundamental teoría de la « inversión parental » que Robert Trivers formuló en 1972, y funciona exactamente igual –aunque a la inversa- en la especie humana. Sí, amigos, las hembras humanas son más selectivas que los machos y emparejan hacia arriba. Analizando la app de citas OKCupid se comprueba que las mujeres califican al 80% de los hombres como menos atractivos que la media, y este 80% recibe sólo un 30% de respuestas a sus avances: un sesgo evidente. En cambio los hombres afinan mucho más y consideran qu...

LOS JUEVES MORALES (6): TIREMOS DE LA CADENA... MORAL

  «Un fascista muerto es un fascista menos». Esta es la ecuación esencial, tan importante como el teorema de Pitágoras o E=mc2. Irene Montero y Ione Belarra la descubrieron reproducida en la pared de un urinario de Menorca, y les hizo tanta ilusión que se hicieron fotos junto a ella (en Menorca; es como si alguien llega al Paraíso y se dedica a hacerse selfies en el sitio en el que Adán y Eva hacen caca). Pero la emoción de Montero y Belarra estaba justificada, porque la fórmula del mingitorio sintetiza su filosofía política: un fascista es alguien maligno al que hay que destruir. ¿Por qué? Precisamente porque gente como Belarra y Montero lo han etiquetado como «fascista», un sello infamante y poderoso que priva de voz al que lo lleva y justifica su castigo. El pasado miércoles fue asesinado, mientras debatía en un campus universitario, Charlie Kirk. Kirk, de 31 años, era una figura descollante de la derecha norteamericana, líder de las juventudes del Partido Republicano y segu...