«¡Dios mío! ¿Qué sentimiento es este que agita mi alma? ¿Qué fuego es este que arde en mi pecho, que abrasa, inflama y dilata mi corazón de tal manera que me parece no hay inmensidad capaz de contenerlo? ¿Qué es esto, Dios eterno? Es amor… ¡amor!... ¡odio! ¡odio igualmente intenso! Sí, siento un amor a Vos, que quisiera poner a vuestros pies ahora mismo todas las criaturas; siento un odio, que quisiera arrasar y aniquilar en un instante toda la maldad que esclaviza a la tierra. ¡Basta, Dios mío, basta; que no puedo nada, porque no mando a nadie ! Mas ¡ay!, que quiero justicia para el universo, y no la quiero en mí mismo; pues soy un gran pecador!... ¡Perdón, Dios mío! » Esta efusión no es de san Agustín, ni de san Bernardo o san Buenaventura; tampoco de santa Gertrudis, Ángela de Foligno, Catalina de Sena o de la gran Teresa de Ávila… Es de Sabino Arana. Con ella, este místico metido a político confirmaba que de lo sublime al ridículo, no es que hay...
* Todo parece indicar que Navarth es Fernando Navarro, former MP de Ciudadanos por Baleares en la XI y XII Legislatura