
Realmente, la película no empieza mal. Claudette Colbert se despierta desconcertada en un tren sin saber qué demonios hace allí. En su bolso, lleva una pistola. La policía es avisada, y también su marido (Don Ameche), que aparece con una expresión de inocencia tal que el espectador, antes de tiempo, se da cuenta de que algo siniestro está tramando. Un amable policía factura a Claudette en un avión de vuelta a casa, y en él coincide con Robert Cummings, el amante de Grace Kelly en Crimen perfecto. Cummings se siente inmediatamente atraído por Claudette, y esto es realmente difícil de entender para un espectador del siglo XXI.
Al llegar a casa, Ameche le cuenta a Claudette que le ha disparado estando sonámbula, le convence para que visite a un psiquiatra, y comienza a hacerle luz de gas. A tal fin en lugar de mandarle un facultativo le envía un cómplice, provisto de siniestras gafas, que luego desaparece. Empieza así el clásico juego de «te juro que lo he visto» - «cariño te lo has imaginado todo». Además del truco del evanescente psiquiatra Ameche se dedica a drogar a su mujer por las noches. En uno de los estados de estupefacción, Claudette es inducida por su marido para que, sonámbula, se tire por el balcón. Y ya puestos ¿por qué no la tira él directamente? El plan es realmente enrevesado para el espectador, en cuya inteligencia el director no acaba de confiar.
Se descubre que Ameche está liado con una golfa de muslos poderosos, y que quiere librarse de Claudette para quedarse con su dinero. Esto, al menos, explica por qué se ha casado con ella. Cummings, que sospecha de Ameche (no se sabe muy bien por qué), hace averiguaciones y da con la amante. Por cierto, es curioso constatar el encasillamiento de este actor en el personaje de enamorado de mujer a la que el marido quiere liquidar (lo digo por ‘Crimen perfecto’) También encuentra al psiquiatra ful. Distrayéndole consigue hallar, en el primer cajón que abre, un manual de drogas e hipnotismo, y de este modo accede a la verdad. Tras robarle las gafas siniestras, con cuya exhibición pretende demostrar que Claudette no está loca (a mi no me pregunten, yo he perdido el hilo argumental hace un rato), se las entrega a su compañero, un chino recién casado que le ayuda en las pesquisas (sí, ya se que no he hablado del chino pero ¿de verdad quieren que me extienda sobre este asunto?), y se queda tranquilamente fumando un cigarrillo a la espera de que el psiquiatra salga y lo deje inconsciente.
Mientras tanto Ameche, que ha convocado a su cómplice esa noche para una nueva sesión de espantos (es notable que, cada vez que el psiquiatra se aparece a Claudette, suena música de ovnis), cambia de plan sobre la marcha y decide inducir hipnóticamente a su mujer para que lo mate. Con esto, pretende eliminar a un molesto testigo y conseguir que Claudette vaya a la cárcel o al manicomio. Pero ¿el plan de la locura no se basaba en pretender que el psiquiatra no existía? Pues sí, pero seamos comprensivos con el guionista, que posiblemente tenía cosas más importantes que hacer. En una dramática escena final, Claudette, asistida por Ameche, dispara al de las gafas, y éste, tras enunciar todo el plan para que Claudette se entere y pueda irse con Cummings, mata a Ameche, muriendo él a continuación de una manera bastante tonta. Esto es todo.
p.d. Obsérvese, en el cartel de la película, a Don Ameche con exagerada cara de no haber roto un plato.
Comentarios
comparto su opinión con otras películas de entramado principalemente psicológico de la época. Me hacen chirriar los dientes. Y bueno, no tan de la época. Por obligaciones conyugales me he tenido que tragar algún episodio de "Mentes Criminales" y las cosas no han cambiado mucho en 70 años.
Por ejemplo (no sé los títulos en español) Undercurrent, con Robert Mitchum y Katharine Hepburn, película inverosímil en lo psicológico, que tira de psicoanálisis para mas inri, y que se hace larguísima.
Algo más verosímil y bastante más entretenida es The Locket, también con Mitchum y traumas infantiles. Se pasa un buen rato.
Y ya que estoy con Mitchum y con el crescendo, una mucho mejor, Angel Face. En este caso lo psicológico es secundario y la historia gana muchísimo.
Por último (estoy en racha), le recomiendo otra pequeña joya de Mitchum, Crossfire, esta vez acompañado de Robert Ryan y Robert Young, el capitán Renault de Casablanca. De actualidad con las últimas cosas que han pasado en Francia.
Saludos
Avíseme para la siguiente sesión.
Un saludo