
Es la que tiene lugar en ‘El sirviente’, de Losey. He vuelto a ver la película, y vuelvo a quedarme con la duda de no haberla comprendido correctamente. Para los que no la hayan visto este es el argumento.
Estamos en Londres, en los 60. Un hombre de evidente clase alta (James Fox) contrata un sirviente (Dirk Bogarde) para atender la casa que acaba de adquirir, y uno se pregunta por qué: desde la primera escena -de cualquier película- Bogarde evidencia estar repleto de cuartos oscuros. Poco a poco Fox va cargando sobre él todo el trabajo, desde la cocina, hasta la limpieza, pasando por la decoración de la casa. Sin embargo, la acumulación de tareas parece tener un efecto de doble dirección, como si a la vez que fuera convirtiendo a Bogarde en un esclavo, Fox se fuera quedando despojado de atributos y completamente a su merced -si no entienden esto no me extraña; supongo que tiene que ver con la dialéctica del amo y el esclavo, y tal-. El caso es que, hasta tal punto llega la cosa, que Bogarde -que desaprueba a la novia de Fox- consigue que la deje, proporcionándole en su lugar a su propia novia con cara de rana (Sarah Miles) a la que, a partir de ese momento, van a simultanear. Esta es la escena de la seducción que he mencionado al principio, y los movimientos de Sarah Miles intentando engatusar a Fox son tan naturales como los del marciano disfrazado de hembra humana en ‘Mars Attacks’. En un momento dado Fox parece reaccionar, y expulsa a ambos de su casa, pero poco después vuelve a caer en las inexorables garras de Bogarde. Comienza una nueva fase de su relación amo-siervo en la que además son camaradas y posiblemente amantes. Pero mientras tanto Bogarde continúa su implacable labor de vaciado de Fox, en el curso de la cual lo lleva al alcoholismo. Al final Fox está hecho un guiñapo y meramente dedicado a la satisfacción de sus necesidades básicas, para lo que depende enteramente de Bogarde, que es quien le proporciona la comida, la bebida y las putas. En la última escena, la exnovia de Fox aparece inopinadamente en mitad de una orgía, y acaba rindiéndose también a Bogarde. Supongo que evidencia la total suplantación del primero por el segundo, como si fuera una vaina de los ultracuerpos en acción. Y esto es todo.
Comentarios
En cuanto a las relaciones de los personajes, yo caí en mi típica tentación que muchos me reporchan: leer las cosas a partir de principios girardianos. En este caso también fue así, pero en mi descargo hay que decir que si no se le aplica al argumento los elementos que caracterizan lo que Girard llama 'mediación interna' y se ve que la relación entre Bogarde y Fox está cortada por el patrón sujeto-mediador, siendo Bogarde el referente que va modificando (o vampirizando) la forma de ser de Fox, no se entiende nada.
saludos
No sé si le sirve esta parrafada, amigo Navarth. Si no, dígamelo con total sinceridad, pues en el momento de la tesis en el que me encuentro (espero que en la última fase) me interesa saber si se entiende bien la manera que tengo que explicar aspectos de la teoría girardiana.
saludos