Por un lado tenemos los partidos políticos, que, idealmente, defienden unos valores (o unas convicciones, o lo que sea) y de este modo representan a todos aquellos que comparten inquietudes similares. Y por otro, tenemos la demoscopia, una herramienta que proporciona datos exactos sobre cómo obtener los votos de los electores y ganar las elecciones. ¿Cómo encajan estas dos realidades? Y, para definir más exactamente el problema ¿no existe un riesgo cierto de que las directrices proporcionadas por la demoscopia sustituyan los principios de los partidos? Podría argumentarse que, en realidad, puesto que la demoscopia detecta los gustos de los electores, permitiendo a los partidos adaptarse a ellos, es el instrumento perfecto para canalizar la voluntad de aquellos. Democracia en estado puro, podríamos decir. Sencillamente, actuando a impulsos demoscópicos los partidos estarían anticipándose a los gustos de los electores y proporcionándoles exactamente lo que desean. Dejemos, pues actuar a ...
* Todo parece indicar que Navarth es Fernando Navarro, former MP de Ciudadanos por Baleares en la XI y XII Legislatura