ÉL no acaba de decidirse por un único estilo cinematográfico. Algunas de sus frases (“Yo siempre he tenido una mirada relativista del poder.” “El poder es contingente, limitado y emana de la gente”) parecen inspiradas en el mal cine francés, ese el que los actores se dedican a emitir chorradas con tono solemne, intentando evocar en el espectador una profundidad que lamentablemente no existe. Otras parecen literalmente extraídas de “Bienvenido Mr. Chance”: “Estos árboles son inmutables al deterioro. Aunque sufran podas severas, vuelven a desarrollarse en primavera”. Y hay otras que parecen provenir más bien del cine cómico: “Uno nunca debe olvidar de donde viene: es la mejor manera para que sepas volver” “Es que yo, a la gente que grita y se excita mucho, es a la que veo más tensionada”.
En resumen, la misma desoladora vacuidad pretenciosa que Suso se había encargado, imprudentemente, de difundir a los cuatro vientos. Hay, sin embargo, algo inquietante en la entrevista. Y es que, a pesar de no tratarse de Pravda ni Izvestia, y a pesar de todas las simplezas que Zapatero le esta propinando, la entrevistadora asume su tarea desde la veneración, se acopla perfectamente al estilo del presidente y adopta un tono similar. Y así la entrevista abandona el mundo real para adentrarse en los mundos de Yuppie, que tiene su propia lógica, sí, pero sólo hasta cierta edad.
Creo que la razón de tanta reverencia es evidente: Zapatero ha ganado las últimas elecciones y, aún en contra de todas las evidencias previas, actuales y presumiblemente futuras, es muy fácil que brote el clásico “pues no será tan tonto si ha ganado”. Efectivamente, Zapatero es el presidente democráticamente elegido de España, y una explicación es que no sea tan tonto. La otra es bastante más triste.
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