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VIERNES DE SEXO (6)


«Te da carrete, pero no se compromete contigo: te mantiene cerca por si acaso, como una vieja lata de fabada en la despensa». Con estas sabias palabras Robin desvela a Ted (Cómo conocí a vuestra madre) su lamentable condición de «pareja de repuesto» de Tiffany. No está en la misma situación que el pagafantas, que proporciona regalos a la hembra sin llegar a acceder a la cópula, aunque a veces estas categorías se solapan. El backup mate es la rueda de repuesto que permite continuar sin problemas el viaje tras un súbito pinchazo. El impacto para las hembras ancestrales de accidentes como que su pareja estable abandonara el mundo en las fauces de un pterodactilo –si es que ambas espacies coexistieron- era enorme, así que habría resultado sorprendente que no hubieran desarrollado estrategias de aseguramiento contra tal contingencia. No es de extrañar entonces que David Buss y Joshua Dauntley descubrieran que, incluso en relaciones estables perfectamente felices, las mujeres mantienen rutinariamente parejas de repuesto. Sí, esto afecta más a mujeres: preguntados ambos sexos resultó que las mujeres se enfadan el doble que los hombres cuando ese amigo íntimo de toda la vida –te digo que no es más que un amigo, cariño, no digas tonterías- se enamora de otra mujer, y se cabrean como monas cuando ese amigo se embarca en una relación a largo plazo con otra; es como descubrir de repente que te han cancelado la póliza de seguro. Estas parejas de repuesto se mantienen a veces conscientemente, pero más frecuentemente de forma inconsciente.

Observo que en estas entradas algo desordenadas hemos pasado por alto las ventajas evolutivas que las relaciones estables a largo plazo ofrecen a los machos. Hemos visto los beneficios obvios que estas relaciones proporcionan a las hembras, y secundariamente las que éstas obtienen de las relaciones puntuales a corto plazo. También hemos visto las evidentes ventajas de estas últimas para machos. Sin embargo es obvio que hombres y mujeres se embarcan tanto en emparejamientos a corto plazo y a largo plazo. ¿Por qué los hombres no se limitan al corto plazo? ¿Cuáles han sido las ventajas evolutivas para ellos del largo plazo? Para empezar, los que muestran seriedad y capacidad de compromiso hacia ellas y sus crías atraen más a las hembras que los inconsistentes que van de flor en flor. Y, dado que ellas son más selectivas, el campo de actuación de los machos comprometidos se amplía notablemente. La ampliación no es sólo cuantitativa sino sobre todo cualitativa: las hembras que pueden ser más selectivas son, precisamente, las más atractivas y con mayor valor de emparejamiento. Es decir, ellas ponen las normas y ellas deben sujetarse a esas condiciones o al menos fingirlo; siempre se trata de una negociación entre dos partes, claro, cuyo resultado depende de la fuerza de negociación de ambas partes, es decir, de sus respectivos valores de emparejamiento.

La riqueza y recursos del candidato son fácilmente detectables, pero su capacidad de compromiso y su aptitud para un emparejamiento a largo plazo no lo son a primera vista, y se pueden fingir bastante fácilmente. Un indicador fiable es el amor, y por eso es más frecuente que las mujeres requieran la presencia de este sentimiento en las relaciones sexuales que los hombres, para los que pueden estar completamente desprovistas de cualquier envoltura emocional. Las modernas ideologías de género creen que el amor es una invención cultural reciente: una de las trampas del machismo para definir roles y mantener el poder de los hombres sobre las mujeres. Esta creencia es errónea. El amor no es una invención del patriarcado occidental, sino una emoción que se encuentra en todas las culturas, desde los zulúes hasta los inuits. Les ahorraré cuáles son las regiones del cerebro que se activan cuando se evoca el ser querido, y que tipo de sustancias se segregan -la dopamina está presente, como cuando sus tuits reciben un like -. Por cierto, las circunstancias conjuntas de que a) las mujeres valoran la presencia de indicios de amor al consentir relaciones sexuales, y b) absorben peor el alcohol –que a su vez estimula endorfinas- hace que sean vulnerables a lo que los científicos denominan sesgo del Prosecco –los científicos consumen, al parecer, bebidas poco habituales- que hace que a veces tomen malas decisiones de las que luego se arrepienten (recuerden el Walk of shame de Cómo conocí a vuestra madre y del capítulo 2 de estas entradas). «Sola y borracha quiero llegar a casa» no parece ser un eslogan prometedor. Sobre la evaluación automática de la capacidad de compromiso por parte de las mujeres, muchos experimentos han demostrado que éstas se sienten más atraídas por hombres que hacen carantoñas a niños y cosas así. Entonces una buena idea para Tinder puede ser colgar, junto a la foto con el Maserati que no es suyo, otras jugando con niños -tampoco exagere o inducirá a error y la policía acabará llamando a su puerta-. Si es mujer no se moleste en usar estas añagazas en las webs de citas porque de nuevo las preferencias no son simétricas: los hombres no conceden un plus de atractivo a aquellas que muestran dedicar atención a los niños.

Otro claro beneficio para el macho de las relaciones estables es que con la exclusividad (teórica) de acceso sexual aumenta la certeza de paternidad: nada hay que añadir a esto. Y otra importante ventaja es que una familia estable aumenta la probabilidad de supervivencia de los hijos: estudios realizados en actuales tribus bastante parecidas a los antiguos cazadores-recolectores indican que la mortalidad de hijos criados sin padre es un 10% superior. Y aunque sobrevivan tienen menos posibilidades de éxito al verse privados de sus enseñanzas. Incluso hoy, la ausencia del padre incrementa el riesgo de fracaso escolar. Y es el momento de hacerse una pregunta: ¿por qué narices a nuestros ancestros les preocupaba si sus hijos vivían y prosperaban?

A principios de los 60 el estudiante William D. Hamilton (quédense con este nombre porque es uno de los grandes) preparaba su doctorado sobre lo que llamó «Teoría de la aptitud inclusiva (inclusive fitness)». Se dice que la tesis estaba tan llena de matemáticas que sus profesores no entendieron ni papa y la rechazaron, pero cuando fue finalmente publicada supuso una completa revolución de la biología. Hamilton defendía que el concepto clásico de aptitud –la capacidad de un individuo para sobrevivir y reproducirse- era demasiado estrecho para entender la evolución, y que había que tener en cuenta el impacto que sus acciones tenían en la capacidad de supervivencia y reproducción de otros. Imaginemos un ancestro al que una mutación proporcionase un gen que lo predispusiera a ser más cariñoso hacia sus hijos, e incluso a sacrificarse por ellos. ¿Cómo pudo prosperar este gen, si reducía las posibilidades de supervivencia de su portador, en comparación con las de otro que no lo tuviera? Pues porque las probabilidades de supervivencia de los hijos se acrecientan con la capacidad de sacrificio del padre, y cada uno de ellos tiene un 50% de probabilidad de portar ese mismo gen cariñoso. Si el saldo es favorable –si el riesgo para la supervivencia de sus genes que asume el progenitor abnegado al enfrentarse a un tigre dientes de sable, es inferior al aumento de las probabilidades de supervivencia de sus descendientes, ponderado por las probabilidades de éstos que lleven ese mismo gen- el cariño puede acabar imponiéndose en el acervo génico. Y así fue: todos nosotros descendemos de ese extravagante primate abnegado al que sus contemporáneos miraban con desdén. Esto, por cierto, ayuda a explicar parcialmente el enigma del altruismo, al menos con los genéticamente emparentados –para los que no están emparejados, la respuesta parece que hay que buscarla en la evolución cultural-. Y también explica el nepotismo: piensen -si esto les consuela al contemplar cómo enchufa tranquilamente a su hijo- que Tezanos es también un primate cariñoso. En resumen, lo que Hamilton había conseguido era alejar el foco del análisis evolutivo del individuo concreto para centrarlo en sus genes. Esto es lo que unos años más tarde Richard Dawkins, mejor divulgador, plasmaría en El gen egoísta.

Finalicemos las ventajas que el emparejamiento a largo plazo proporciona a los hombres con ésta: los hombres casados viven más que los solteros (o, como malévolamente insinúan éstos, se les hace la vida más larga) Especialmente si se casan con mujeres más jóvenes, según dicen algunos estudios. En resumen, los humanos pueden practicar –o al menos intentar- ambas estrategias de emparejamiento, a corto plazo y a largo plazo. Y otra peculiaridad es que, embarcados en estas últimas, los machos humanos –a diferencia de sus primos primates- dedican también tiempo y esfuerzos al cuidado de sus crías, aunque no tanto como las hembras. Es debido, entre otras cosas, al alto coste de crear un nuevo sapiens, pero tiene una consecuencia fundamental. Según la teoría de la inversión parental de Robert Trivers –otro de los grandes; está en el capítulo 2 de esta serie- el sexo que invierte más en sus descendientes es más selectivo, y los miembros del que invierte menos compiten entre sí por ser elegidos. Como los machos también invierten en el cuidado de sus descendientes resulta que en los humanos, a) ambos sexos son selectivos dentro de la estrategia de emparejamiento a largo plazo –no así en el corto plazo, al menos los hombres- y b) las hembras humanas también compiten entre sí, aunque en un campo distinto que los machos. Si bien éstos compiten en fortaleza física –para aporrearse entre ellos- y por el estatus y la adquisición de recursos –porque es lo que demandan las hembras- éstas lo hacen sobre todo en apariencia física –porque es lo que demandan ellos-. Esto último explica, además, una perplejidad evolutiva: por qué los hombres, a diferencia de los pavos reales, no son el sexo más vistoso de su especie (y, de paso, por qué hay mas CEOs machos que hembras). Fíjense la cantidad de asuntos para la reflexión –o para mi propia lapidación- que les he dejado. Pasen una buena tarde.

Comentarios

Carmen Quirós ha dicho que…
Me ha encantado. Sin duda, da pie a muchas reflexiones y análisis.
Bruno ha dicho que…
No todos hemos visto esa peli o serie.
Dudo de que la actitud de macho comprometido satisfaga mas que el status del macho. Ambos factores le aseguran la vida en bastantes grados a la hembra pero lo del estatus es mas fiable.
Lo que se relaciona, aunque no sale en el artículo, con las amplias ventajas que puede ofrecer el divorcio, en general, a la hembra, la pasta por la discontinuidad. Lo que, dada la bobaliconería de los machos, el furor sexual, permite establecer leyes del divorcio sí es sí y a partir el pastel. Un buen divorcio es una forma de asegurar la mitad del ente matrimonial y mas si hay descendencia. (Ahora iría de perlas un artículo explicando por qué no habia divorcios y ahora sí. Abandonos y, ahora, divorcios legales)
Hay muchos factores en torno a las relaciones de pareja, tendentes a estabilizarla o a romperla, pero parece que falta un viernes de sexo duro.

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