El historiador británico Robert Conquest fue uno de los primeros en intentar cuantificar los éxitos del comunismo ruso. En sus libros La cosecha del dolor y El Gran Terror expuso:
- Que Lenin y Stalin habían infligido sucesivamente al pueblo ruso una asombrosa cifra de muertes prematuras (Lenin: unos 9.000.000 por la guerra civil, la guerra contra el campesinado y las hambrunas; Stalin: unos 20.000.000 por la destrucción de los kulaks, las hambrunas en Ucrania, Kaszajstan y el Cáucaso y las purgas [1])
- Que Stalin no había sido una aberración con respecto al sistema comunista creado por Lenin, sino la lógica continuación de este.
- Que los intelectuales europeos habían permanecido voluntariamente ciegos frente a datos al alcance de cualquiera.
Conquest publicó El Gran Terror en 1968, cuatro años antes de que el primer volumen de Archipiélago Gulag viera la luz. Cuando en 1990, tras la caída del Muro y la aparición de datos irrefutables desde la propia Rusia, el editor preparó una reedición y preguntó si quería modificar el título, Conquest le proporcionó uno alternativo: Os lo dije, jodidos idiotas [2].
Pues bien, transcurrido casi un siglo desde los crímenes de Lenin, más de 70 años desde los de Stalin, casi 50 años desde las primeras denuncias de Conquest, y más de 20 desde la caída del Muro, el nostálgico [3] Juan Carlos Monedero continúa publicando cosas como éstas:
”la entrega y el sacrificio (fue el ejército rojo quien frenó a los nazis), la eficacia económica (Rusia y China salieron del feudalismo), la conquista de derechos sociales y políticos, la descolonización, el pacifismo, el ecologismo son todos logros de la izquierda”.
http://www.aporrea.org/actualidad/a151741.html
[1] Estas cifras incluyen únicamente los muertos, pero no es éste el único sufrimiento proporcionado a los rusos por los dictadores del proletariado. El propio Conquest proporciona la cifra de 40.000.000 de represaliados por el estalinismo, en grados que van desde la persecución y pérdida de trabajo hasta el encarcelamiento o el internamiento en el Gulag.
[2] The Guardian, 15/02/2003.
[3] Parece obvio que Conquest habría usado otro adjetivo.
Comentarios
Muchas gracias por el nuevo comentario:
Tengo en casa el libro de Conquest. Ese, a pesar de ser "essay", no lo regalé. Lo buscaré detrás de mis policiacos, y lo volveré a leer, que me vuelve a apetecer.
Y de joven, una se cree demasiadas cosas, ( como lo que decía Sartre sobre el régimen ruso ), pero si no se pone anteojeras, y sigue leyendo y escuchando, acaba reconociendo la realidad a pesar de las mentiras y la propaganda interesada .
Al menos eso espero, porque mis hijos siguen creyéndose al pie de la letra demasiadas mentiras "progres", como las de Krugman y la economía, los alarmistas, el CO2 y el calentamiento global, y algunas de las cosas que dicen los "podemos"...
Temístocles, están en camino un par de recomendaciones suyas que no había leído: el libro de Finkielkraut y el del gen egoísta. Le recomiendo por mi parte que no deje de leer atentamente ‘Pensar rápido, pensar despacio’ de Kahneman. Saludos.
Stephen Koch, "El fin de la inocencia".
Saludos.
Hablando de chinos, el "Gran Salto Adelante" de Mao es un buen ejemplo de eficacia económica ¿verdad maestro?.
No me extraña que Venezuela vaya tan mal, con asesores como éste. Dios nos libre de semejante plaga.
En efecto Bruno, habría que añadir esos a los 40 millones.
Y eso que al comunismo se le reconoce un fondo utópico humanístico, y yo me leí con interés las cosas pedagógicas de Makarenko. Pero…, tal vez uno había sido ‘fraile antes que cocinero’ – digo, cristiano antes que filósofo.
Tal vez sea una reflexión simplista, incluso algo tautológica, pero así lo veo y allá va.
Toda utopía totalitaria lo es porque tiene como vocero un ‘partido guía’ con vocación de partido único, y la misión autoatribuída de custodiar la esencia utópica, interpretarla, administrarla, actualizarla y, por supuesto, imponerla en su ámbito correspondiente.
Esto se dio en el cristianismo. En expresión feliz de A. Loisy: «Jesús anunció el Reino, y vino la Iglesia». Aquella utopía humanitaria universalista, de aspecto ingenuo y cordial, que fue el ‘Sermón del Monte’ con sus bienaventuranzas etc., se hace secta totalitaria en cuanto surge una clase dirigente en exclusiva, un ‘clero’.
Si eso ocurre con las utopías inocentes, ni que decir de las de diseño para servir de soporte a un absolutismo. Y aquí creo ver dos tipos diferentes: totalitarismo directo (o descarado), y totalitarismo oblicuo (más hipócrita):
1) Totalitarismo directo. En una crisis de lucha maniquea, el partido impone su utopía como el bien absoluto frente al mal. Catolicismo tradicional, Comunismo soviético.
2) Totalitarismo oblicuo. Su maniqueísmo es limitado, de andar por casa. La utopía incluso puede ser grotescamente simpática, ‘viva lo nuestro’. Sólo falta adobarla de victimismo, para que parezca que hay amenaza, que hay crisis, y por eso hay lucha.
Lo demás corre de cuenta del partido (en singular), partido ‘natural’, partido guía. Que no se presenta como totalitario– «¿Totalitarios nosotros? ¡Pero si somos la quinteesencia del pueblo!» – No hace falta declararse totalitario, si se opera sobre una masa bien fermentada, educada y fanatizada; al contrario, hasta se presume de democracia pura.
El carácter oblicuo de este totalitarismo se revela en que todo se adjetiva como ‘nuestro’; por ejemplo, la justicia es ‘nuestra justicia’, etc.
Se adivina que estoy pensando en el nacionalismo sabiniano, ¿a que sí? Pues yo añadiría que el terrible totalitarismo hitleriano, descarado, también exhibió facetas oblicuas, en especial su victimismo
Todo totalitarismo es hipócrita. Ninguno dice en su programa, por ejemplo, «este proyecto se va a llevar por delante tantas víctimas, y os va a costar tanto dinero»; al contrario, «vuestro entusiasmo convierte la utopía en realidad».
Todo totalitarismo es hipócrita; pero el oblicuo es hipocresía.
Gracias por la entrada. (Y menos mal que, aquí en el pueblo, me pilla sin ganas de escribir. Disculpas.)
Me permite dejarles a usted y a Don Bruno este párrafo que es la concepción opuesta a la de los sembradores profesionales de odio como Monedero:
”La democracia es, por su misma naturaleza, un sistema en el que el poder está repartido, fragmentado, disperso. Se asienta la democracia en el postulado, explícito en todas las constituciones democráticas, de que el poder no debe estar jamás concentrado; y en la premisa de que son respetables las opiniones, los intereses, y hasta los prejuicios de las minorías. El ánimo democrático es dubitativo. Admite por principio que ni los poderes públicos ni la mayoría que ha delegado en ellos la soberanía, tendrán razón en todo, y ningún derecho el resto de la sociedad. De manera que el arte de conducir democráticamente los pueblos consiste en no comprometer el gobierno por ninguna vía irrevocable mientras no exista un consenso prácticamente unánime sobre la conveniencia de cerrarse la sociedad para siempre todas las demás opciones.
Por lo mismo, y de manera esencial, la democracia supone la posibilidad de una armonización suficiente de los intereses antagónicos de los individuos y de las clases sociales. No cae la democracia en la bobaliconería de sostener que no hay antagonismos sociales e inclusive tensiones que merezcan llamarse “lucha de clases”, pero los supone conciliables en una medida que sea, en todo caso, infinitamente preferible a la guerra civil o a la tiranía. En consecuencia, los demócratas auténticos se esfuerzan por conciliar los conflictos sociales, por arbitrar transacciones que sin ser perfectas o sin satisfacer por completo a las partes antagónicas, excluyan el odio y la intolerancia como motores de los actos de los individuos y de los grupos, preserven a la sociedad de ese “juicio de Dios” que es la violencia, con su consecuencia de segura victoria del más fuerte, y de opresión o exterminio igualmente seguros de los débiles”.
D. Navarth, estoy de acuerdo con lo que dice, y me gustaría que el CNI hiciera su trabajo para comprobar lo que pensamos y poder aplicarle la legislación a ese traidor:
Artículo 592 C.P.
1. Serán castigados con la pena de prisión de cuatro a ocho años los que, con el fin de perjudicar la autoridad del Estado o comprometer la dignidad o los intereses vitales de España, mantuvieran inteligencia o relación de cualquier género con Gobiernos extranjeros, con sus agentes o con grupos, Organismos o Asociaciones internacionales o extranjeras.
Y aporta una respuesta "esencialista" acerca de la naturaleza de la democracia. Los totalitarios de Podemos o los nacionalistas abusan de ese punto de vista porque ellos reclaman siempre la "voz del pueblo", del "demos" como lo "profundamente democrático", es decir, esencialmente democrático.
Lo que necesitamos con urgencia es plantear el problema político que todos percibimos de forma más clara y acuciante, a saber: ¿Cómo organizar las instituciones políticas de manera que los malos gobernantes (a quienes tratamos de no elegir pero que, inevitablemente acabamos eligiendo) no hagan demasiado daño?
Con esta discusión, acabarían las disquisiciones acerca de si nos gobernamos "nosotros"... ¿quiénes somos "nosotros", una clase, una tribu, un clan...? Centraríamos nuestros esfuerzos en controlar al poder, dividiéndolo para evitar abusos... tal como dice la cita de usted.
Su comentario del Gran Terror me llevó al Archipiélago Gulag y con él estoy comprendiendo mejor el peligro (de momento cualitativo y espero que nunca cuantitativo) de Podemos. Los pseudo-argumentos de Monedero en su página-porra los veo en la URSS estalinista: los desabastecimientos de Venezuela se deben a los saboteadores o a la falta de "concienciación", necesitan "hacer gestores socialistas o hacer socialistas a los gestores".