
Sabino nace en enero de 1865 en la anteiglesia de Abando, aún no incorporada a Bilbao. Crecerá en un mundo agitado: la industrialización de las vascongadas, la derrota carlista, la abolición de los fueros, configuran un mundo cambiante y conspiran para diseñar un escabroso paisaje emocional en el joven.
La familia Arana ha gozado de una buena posición en Vizcaya. Tanto el
abuelo como el padre de Sabino han sido alcaldes de Abando, y este último mantiene
un astillero en sociedad con un primo. Pero los Arana no se adaptan al rápido
ritmo de la industrialización, y la familia experimenta un continuo declive. El
padre de Sabino es carlista, y la derrota del pretendiente supone un nuevo
revés. Dice Juaristi que Sabino guardará el resentimiento derivado de una
derrota bélica y de una familia venida a menos, y su furibundo nacionalismo le
servirá para canalizarlo: “sólo habiendo perdido un patria que nunca existió le
sería posible curarse de sus humillaciones reales” [1].
Sabino estudia bachillerato en los jesuitas de Orduña. Desarrollará
una gran admiración por el fundador de la Orden, y la Compañía de Jesús será el
modelo de organización sobre el que pretenderá crear su partido [2].
Sabino ha sido carlista, pero caerá del caballo ayudado por su hermano
Luís. Todo Saulo lleva un Pablo en su interior, y a partir de ese momento
Sabino se consagrará fervorosamente a la nueva Fe:
“Disipáronse en mi inteligencia
todas las sombras con que la oscurecía el desconocimiento de mi Patria, y
levantando el corazón hacia Dios, de Bizcaya eterno Señor, ofrecí todo cuanto
soy y tengo en apoyo de la restauración patria (...) Y el lema Jaungoikua
eta Lagizarra iluminó mi mente y absorbió
toda mi atención, y Jaungoikua eta Lagizarra se grabó en mi corazón para nunca más borrarse”
Sabino ha encontrado un papel protagonista para su drama vital:
defenderá a la Patria amenazada por sus enemigos, sobre los que de paso podrá
descargar su resentimiento. Pero ¿qué patria? ¿Qué enemigos? Más adelante
contará: ”a los diez años, recuerdo, era ya intenso en mí el amor patrio: sólo que ignoraba cuál era
mi patria”. Ningún problema: Sabino inventará ambos, Patria y
enemigos. Para ello se documentará con los folletines disponibles.
A lo largo del s. XIX una serie de autores románticos se están
dedicando a dibujar una visión idílica y misteriosa del pueblo vasco. Está por
ejemplo el vasco-francés Joseph-Augustin
Chaho. En su obra de 1836 Viaje a Navarra durante la insurrección de los
vascos (1830-1835) presenta el conflicto carlista, no como una guerra
civil, sino de independencia del pueblo vasco. Chaho contribuye a crear un
estereotipo vasco ajustado al gusto de la época, en cuyo diseño la costumbre
vasca más trivial y la manifestación cultural más anodina pasan a estar
cargadas de significados profundos y misteriosos. El público francés, que más
tarde adaptará a los españoles a los personajes de Carmen, no tiene la menor dificultad en aprender la existencia de
un enigmático pueblo de las montañas venido directamente desde el amanecer de
los tiempos, y los propios vascos se esforzarán por ajustar su comportamiento
al arquetipo. Chaho culmina su aportación al folclore con la invención del patriarca
vasco Aitor, apuntando además al enigmático
origen de la raza:
“todos reconocieron la imagen de
Aitor, el gran antepasado, el patriarca, el padre de la raza indoatlántida y el primer nacido de los
éuskaros”
Por cierto en la obra de Chaho aparecen
unos viejos conocidos:
”Para halagaros, vuestros
historiadores han escrito que los godos cristianos, refugiados tras Pelayo en
Asturias, comenzaron la gloriosa obra de la regeneración española; no hubo tal,
¡oh, castellanos! ¿Sabéis quién quedó en los Pirineos occidentales de aquellos
visigodos a quienes vuestros reyes modernos quieren hacer remontar el origen de
su realeza? La casta vilipendiada y poco numerosa de los agotes que los aragoneses y asturianos llamaban perros, en patois romance"
Otra obra importante en la formación del mito vasco es Amaya, o los vascos en el siglo VIII, publicada
por entregas entre 1875 y 1877 por Francisco
Navarro Villoslada. Amaya continúa la línea de Chaho y presenta a los
descendientes de Aitor (que para entonces ya se ha consolidado) viviendo
felices e independientes y acudiendo para encabezar la reconquista contra los
moros (el argumento es algo confuso, porque en él los verdaderos traidores son
finalmente los judíos).
También está el sacerdote Pedro
Pablo de Astarloa [5], que en 1803 ha escrito una Apología de la lengua bascongada en la que ha defendido, con total
seriedad, que el vascuence era la lengua empleada en el paraíso:
“Se hará ver por la
extraordinaria perfección del Bascuence ser la única lengua digna de ser
comunicada por Dios al primer hombre”.
Parte Astarloa del hecho de ser el vascuence la lengua más perfecta
que existe:
“Nuestra sintaxis es la escuela
única a que pueden recurrir las lenguas para perfeccionarse en sus discursos.
¡Qué exactitud de reglas para no errar la colocación de letras en las sílabas,
de las sílabas en las voces, y de las voces en los conceptos! ¡Qué economía en
estas reglas!
(..) La perfección de nuestro
idioma, demostrada con la mayor claridad en esta Apología, es superior a la de
los idiomas más decantados. Ni la Hebrea, ni la Griega, ni la Arabe ni otra
alguna lengua puede competir con el Bascuence en perfección, y de esta verdad
se infiere que nuestro idioma fue formado por una nación superior en cultura a
la Hebrea, a la Griega, a la Romana, a la Arabe y otras con cuyas lenguas lo
hemos comparado”
Ahora bien, el propio Astarloa reconoce que no son fácilmente reconocibles
los testimonios de esa cultura vasca superior a la griega o la romana, por lo
que, concluye, necesariamente el vascuence ha debido formarse mucho antes:
“Ninguna historia nos presenta
la nación bascongada como superior en cultura a éstas, con que es forzoso
confesar que esta nación bascongada, a quien debemos suponer sabia y culta
según se ha indicado, lo fue en unos tiempos a que no puede llegar la memoria
de las historias, y que por consiguiente formó su lengua en unas épocas
remotísimas.”
Esto nos sitúa, cuando menos, en la Torre de Babel, desde donde vino
Tubal para poblar las vascongadas. Este concepto no es extraño al público. Ya en
1756 el jesuita Manuel Larramendi ha
escrito la Corografía o descripción
general de la muy noble y leal Provincia de Guipúzcoa donde dice:
“La nación de los vascongados, y
particularmente la de Guipúzcoa, ha tenido el ser mirada y atendida de Dios con
especial cuidado entre todas las de España, y pudiera decir del mundo todo (..)
Sabe, en fin, que viene, en derechura y sin cortaduras, de la familia y de los
hijos de Tubal que poblaron a España: cuya sangre nobilísima y limpísima ha
mantenido en tantos siglos”
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¿Y qué hay de los fueros? Vizcaya
y Guipúzcoa han gozado hasta ese momento de una situación privilegiada que,
entre otras cosas, ha permitido a sus habitantes eludir el servicio militar y
el pago de impuestos. En 1839 se promulga la Ley de Confirmación de Fueros:
Artículo 1º.- Se confirman los
Fueros de las provincias Vascongadas y de Navarra sin perjuicio de la unidad
constitucional de la monarquía.
En 1876 el gobierno de Cánovas acaba con los privilegios forales más
conspicuos (la exención fiscal y del servicio militar) e inaugura un régimen de
conciertos que favorecen el crecimiento económico vasco. En realidad, ante la
evidencia de éste, la preocupación por la desaparición de los fueros no es
mayoritaria. Sin embargo para los nacionalistas acabarán siendo una pieza clave
de su mitología, en la que pasarán de ser un privilegio concedido por el monarca
a la expresión de la soberanía originaria del pueblo vasco en tiempos remotos.
Soberanía que puede legítimamente recobrar en cualquier momento.
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En 1883 Sabino se traslada con su familia a Barcelona, y estudia
Derecho y Filosofía y Letras. No queriendo abarcar mucho se matricula en sólo unas
cuantas asignaturas, que no aprueba. En 1888 regresa a Vizcaya, Ya ha comenzado
a estudiar el vascuence, y ese año se presenta a una cátedra en el Instituto de
Bilbao compitiendo, entre otros con Miguel de Unamuno y Resurrección María de
Azcue, que finalmente será el ganador (con Unamuno de finalista y Sabino sin conseguir
obtener un solo voto). Escribe algunos artículos y en 1892 publica su primera
obra de calado, Bizcaya por su independencia, en la que cuenta nada menos que
cuatro batallas, “las cuatro glorias patrias”: Padura/Arrigorriaga, Gordejuela,
Ochandiano y Munguía. A pesar de tratarse de un relato sin restricciones, en el
que el autor no se siente obligado a separar la batalla de la batallita y la
historia de la historieta, el resultado es bastante repetitivo [6].
En 1893, tras la publicación de su libro, es invitado a emitir un
discurso en el caserío de Larrazábal, en Begoña. En un tono grandilocuente
habla del él, de su libro, critica a todos los partidos existentes hasta el
momento, enuncia su proyecto nacionalista, y se presenta como mártir de la
futura Causa. Entre los asistentes está el naviero Ramón de la Sota que, como
el resto, no muestra un gran interés por el asunto. Ese mismo año Sabino lanza
el periódico Bizkaitarra, que publicará 32 números hasta su prohibición en
1895.
NOTAS
[1] Jon Juaristi, El bucle melancólico. Este libro, y el
que se menciona en la siguiente nota, son imprescindibles para entender la
figura de Sabino Arana.
[2] Antonio Elorza, Tras las huellas de Sabino Arana.
[3] Con el tiempo los nacionalistas acabarán incluyendo a
Zumalacárregui (Zumala-Careguy según
Chaho) en el panteón de los precursores de la Causa, como si al recibir la herida mortal se
encontrara sitiando Madrid en lugar de Bilbao.
[4] La obra de Chaho continúa protagonizando episodios pintorescos en
la actualidad. Sin duda atendiendo a una perentoria demanda social, en 2007 el
alcalde de Biarritz subvencionó la traducción de Aitor. Leyenda cántabra al armenio. Y en 2010 el armenio Vahan
Sarkisian, profesor de la universidad de Ereván (Armenia), miembro de honor de
la Real Academia de la Lengua Vasca, y autor de libros imprescindibles como El enigma del origen de los vascos y la
meseta de Armenia (el problema de las relaciones armenio-vascas en las fuentes
vascológicas y armenológicas) (2000), consiguió que la Diputación Foral de
Vizcaya subvencionara a su vez la traducción de la obra al euskera (tres años
más tarde que al armenio). Pueden ver la edición aquí.
[5] Dedico tanta atención a Astarloa porque Sabino le dedicará un
encendido poema en el que lo calificará como ‘guía’ y ‘estrella polar’, y
valorará su aportación histórica en la que brilla ‘el sol del euskera’.
[6] El argumento recuerda un poco a las películas de Jackie Chan (o de
Jean Claude Van Damme) en las que el protagonista debe pasar toda la película
aguantando las inverosímiles provocaciones de un malo antes de poder descargar
virtuosamente los puños sobre él, que es lo que todos deseaban desde el
comienzo. De modo similar, da la sensación de que Sabino quiere desde el
principio ver manchadas de sangre extranjera las piedras de Padura, y a
continuación configura el relato para que este sea el desenlace virtuoso.
Imágenes. 1) Sabino con sus
padres y hermanos. Él es que está en brazos de su madre. 2) Escena de la
primera guerra carlista, por Ferrer Dalmau. 3) Posible origen de Tubal. 4)
Portada de Bizkaitarra.
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