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MALICIA DE GENERO (2): MATTY WALKER


Recapitulemos. Dentro del grupo de mujeres fatales de cine – esas que cruzan la tranquila existencia de un fulano y la desbaratan por completo – hay un subgrupo integrado por aquellas cuyo objetivo principal consiste en librarse de sus maridos, menos agraciados que ellas pero más ricos. El procedimiento habitual es aprovechar la llegada de un tercero para que la ayude en el proyecto, y según la posición de este incauto se puede afinar más. En una primera categoría el recién llegado desempeña el papel de pardillo total, que ayudará la mujer a librarse de su marido sólo para seguir inmediatamente el destino de éste o el camino de la cárcel. En la segunda, el tercero en discordia despierta la pasión de la vampiresa y convierte así al marido en un estorbo. La tercera categoría está formada por una combinación de las dos primeras. En definitiva, se trata de ver si, para la mujer, el impulso criminal provendrá de la codicia, del sexo, o de una mezcla de ambos.

Perdición es un buen ejemplo de la tercera categoría de películas. Hoy hablaré de una perteneciente a la primera, en la que el cómplice que encuentra la mala es un panoli total. Pero haré dos matizaciones previas. Una. En realidad pardillos son todos, desde el momento en que, obnubilados por la belleza de la seductora, y por el subidón de ego provocado por la atracción que parecen hacer despertado en ella, olvidan hacerse una reflexión elemental: esta lagarta está a punto de liquidar a su marido con mi ayuda; dentro de un tiempo yo estaré en la situación de éste, y habrá otro en la que ahora ocupo yo. Dos. Es obvio que el drama se ha gestado mucho antes, cuando el marido, más viejo y/o feo que la mujer fatal, ha decidido salvar la distancia entre sus respectivos atractivos mediante el dinero. En este sentido, el primer imprudente ha sido él.


La primera vez que vi Fuego en el cuerpo, Ned Racine (William Hurt) no me produjo tanta repugnancia como cuando, transcurridos unos años, volví a verla. En ese momento ya había aprendido a corregir la tendencia a identificarme automáticamente con el protagonista de la película, adoptando así una visión mucho más benévola hacia él que entorpece el cabal entendimiento del argumento. Hay una solución: si el director quiere evitar la identificación del espectador con el protagonista, sencillamente debe elegir a alguien suficientemente feo (o peinarlo con raya en medio, que también funciona).

En cualquier caso Ned es absolutamente detestable. Es un picapleitos chapucero, sin escrúpulos, y bastante vulgar. Enredado en la telaraña sexual de Matty Walker (Kathleen Turner), una mujer que juega en una liga muy superior a la suya, tarda muy poco en decidirse a matar su marido: el muy idiota cree que ella se ha enamorado de él. En una escena de la película Ned ve pasar un payaso conduciendo un descapotable rojo (él también tiene uno), lo que le causa visible desasosiego. Es normal, porque han comenzado a llegar indicios de que Matty pretende delegar en él la culpa exclusiva del crimen. Para empezar, ha arruinado su coartada llamando repetidamente al hotel en el que supuestamente se estaba alojando mientras liquidaba a Edmund Walker (ante la supuesta urgencia de la situación el recepcionista ha abierto la puerta y ha comprobado que la habitación estaba vacía). Además, las gafas de Edmund han desaparecido, lo que parece indicar que reaparecerán en algún momento con las huellas de Ned. Por último, contra la expresa voluntad de Ned -que no quería despertar sospechas- Matty ha falsificado el testamento de su marido incluyendo una cláusula ilegal que lo invalidará y la dejará como única beneficiaria. Pero esto ¿no despertará inmediatas sospechas en la policía? Sí pero ella tiene planeado desaparecer (no desvelaré como), de modo que el problema será exclusivamente de Ned. Mientras analizan el testamento otro abogado se burla cruelmente de él por su ineptitud, y esto constituye su penúltima humillación. En realidad Matty ha escogido a Ned tiempo atrás, pero no por su arrebatador atractivo, sino porque es un abogado tan malo que la chapuza de la cláusula que invalidará el testamento resultará creíble.


En Perdición Keyes representaba la brújula hacia la normalidad, el último asidero de Walter Neff para no hundirse en las tinieblas. En Fuego en el cuerpo esta función es asumida, no por un amigo de Ned, sino por dos, un ayudante del fiscal (Ted Danson) y un policía. No será suficiente. Ned es, desde el primer momento y hasta el final, una marioneta en manos de Matty, y una vez más, habrán observado que he hablado más del títere que de la persona que mueve los hilos, pero es que los movimientos sincopados del pelele que ésta maneja evidencian mucho mejor su fuerza. En cualquier caso, la condición de primavera (o tolili) sin atenuantes ni paliativos del protagonista es la mayor diferencia de Fuego en el cuerpo con respecto a Perdición, en la que al final el protagonista consigue enamorar a la mujer fatal. ¿Es, en cualquier caso, una versión de ésta? Sí, pero en absoluto prescindible.

Fuego en el cuerpo se desarrolla en Florida, sobre la que se ha abatido una ola de calor que sumerge la película en sensualidad. El sudor es omnipresente, provenga del calor exterior o del interior. Y el ambiente queda finalmente perfilado por la música de John Barry, que evoca pasiones en aguas cenagosas, vida bullendo en continua lucha, y el equívoco olor dulzón de la podredumbre. Como cine negro trasladado a un manglar.

Esta entrada se publicó aquí

Comentarios

viejecita ha dicho que…
Don Navarth
Como sobre esta mala, ya le comenté en el otro lado, le digo ; que espero que siga con la serie, en una sucesión con tendencia hacia el infinito.
Y que, mientras tanto, como ya me he visto sus películas, y me apetecía seguir leyendo textos suyos me he ido a lo del populismo ruso. He empezado por el 1, el más antiguo, como debe ser, y cuando llegue a estar al día, seguiré explorando.
Me voy a divertir muchísimo. Y si encima me ocurre como con lo del cine, y lo de las series, y me da lecturas, pues entonces ya será la repanocha.
Muchas gracias, y hasta pronto.
navarth ha dicho que…
VIEJECITA, ya sabe que, con su permiso, está mala está dedicada a usted.

Por lo demás, es un placer y un honor tenerla por este humilde blog. Supongo que la serie del populismo es menos entretenida que la de las películas, pero intenta contar una época, bastante desconocida actualmente, cuyo conocimiento es útil para entender la política del siglo XX (y del XXI). Y si se anima a seguir, creo que la serie del völkitsch quedó entretenida. Intenta reflejar el caldo de cultivo racista, propicio al surgimiento de teorías asombrosamente estúpidas, en el que se desarrolló el nazismo.

En cuanto al cine, creo que el Patrón tenía intención de invitarnos a que nuestras intervenciones se prolongaran los fines de semana. Un abrazo.

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