Garzón afirmaba ayer que hay “vías legales” para poner en libertad a los secuestradores del Alakrana detenidos en España, es decir, que hay “vías legales” para, con el fin de satisfacer las conveniencias del Gobierno, ceder a un chantaje y liberar a unos criminales, y con esto estaba poniendo de manifiesto qué es lo que entiende por Justicia. Básicamente, un inmenso hueco, que se sostiene sin necesidad de un armazón de valores, en el que la tarea del jurista consiste en realizar, con las normas existentes, complicadas filigranas para proporcionar un vistoso manto de legalidad a lo que se ha decidido de antemano. Hay que decir que dada la profusión de normas jurídicas, es posible vestir tanto una postura como la contraria (y hay que decir también que con Garzón el resultado suele parecerse, más que a delicadas filigranas, a platos de spaghetti empapados en aceite y ajo, no aptos para estómagos delicados)
Pero lo que resulta más preocupante es que Garzón muestre su concepto de justicia de picapleitos con total tranquilidad, pues indica que no se siente constreñido por la etiqueta social. Y esto quiere decir que Garzón percibe que la sociedad está madura para aceptar ese tipo de justicia en la que las leyes no son la expresión de los valores comúnmente aceptados, sino sortilegios aptos para ser usados a voluntad de los chamanes jurídicos de turno, como Garzón (y una vez más, la comparación no es del todo correcta, pues Garzón se parece más a la bruja Avería)
En fin, no se pierdan a Camacho hoy.
Pero lo que resulta más preocupante es que Garzón muestre su concepto de justicia de picapleitos con total tranquilidad, pues indica que no se siente constreñido por la etiqueta social. Y esto quiere decir que Garzón percibe que la sociedad está madura para aceptar ese tipo de justicia en la que las leyes no son la expresión de los valores comúnmente aceptados, sino sortilegios aptos para ser usados a voluntad de los chamanes jurídicos de turno, como Garzón (y una vez más, la comparación no es del todo correcta, pues Garzón se parece más a la bruja Avería)
En fin, no se pierdan a Camacho hoy.
Comentarios
Se ve que la realidad de plastilina de la que Ud. ha hablado en varias ocasiones se puede adaptar también a la justicia: ante una decisión tomada se moldea una ley y, como la plastilina, se aplasta (perdón por la redundancia)y se mete por todos los resquicios para que ampare perfectamente la decisión previa.