Dado
que resulta irresistible descubrir que uno es especial (y mejor) por el mero
hecho de pertenecer a una raza o un pueblo, el virus del nacionalismo se
propaga con facilidad y puede acabar infectando la sociedad en la que es
liberado. Si la adscripción a ese pueblo, además, proporciona un papel
emocionante en una vida normalmente aburrida, y de paso la inmortalidad (como
parte de algo razonablemente eterno), lo extraño es que el contagio sea tan
lento. Además, por si todas estas ventajas espirituales fueran insuficientes,
Sabino también las extenderá a las materiales.
Para
empezar, al trabajo. Ya hemos visto cómo el argumento central de la obra De fuera vendrá lo constituye la
invasión de los maquetos para apropiarse del trabajo vasco y las mujeres vascas
(no necesariamente en este orden). Es un tema recurrente, del que ya ha tratado
en Bizkaitarra:
“En el
Ayuntamiento de esta villa se han provisto tres plazas vacantes con maketos.
En la
Diputación han sido preferidos los maketos a los hijos del país para un buen
número de empleos, entre ellos el de Impresor de la Provincia.
Sólo
recordamos de (sic) uno que haya sido
dado a bizkaino; es el de Capitán de la Guardia de Miñones, concedido al señor
Anitua. Pero no creemos que esté en carácter el bizkaino Anitua capitaneando a
maketos disfrazados de (sic) boina”
Hay
que reconocerle desinterés a Sabino cuando se preocupa de este asunto, porque
él mismo, como rentista, no está personalmente afectado por la competencia
maqueta en la búsqueda de trabajo. En El
Correo Vasco continuará su línea argumental:
“Somos tan estúpidos que desechamos al de casa
por el de afuera.
(...) Cuando en las oficinas se cierra la entrada a los nacidos en
nuestro propio suelo para abrírselas a los recién llegados, cuando en las
corporaciones se invita al disfrute de la vida a los
originarios de comarcas casi antípodas de la nuestra y se rechaza al de la
tierra, cuando a los nacidos y formados entre nosotros mismos se desprecia y humilla para apoyar y ofrecer la abundancia a los desconocidos, se funda
y fomenta el mal de la emigración entre los vascos.
No nos
avergüenza el desamparo en que dejamos a los que tienen tanto derecho a la
vida como nosotros.”
Dejemos
por el momento este ominoso final, que parece insinuar que “el de fuera” tiene
menos derecho a la vida que Sabino. Desde luego, tiene menos derecho a la
caridad que los vascos:
“Ha llegado a nuestros oídos la noticia de que
en esta villa ha muerto por indigencia el cabeza de una familia euskeriana.
Esto es horrible; pero lo es aún más, si se considera que hay un gran número de familias maketas acogidas por las Conferencias de San Vicente de Paúl.” [1]
La
noticia es intolerable para Sabino: ha muerto un vasco mientras los parásitos
maquetos (valga la redundancia) acaparan las ayudas sociales. Y es la indomable
dignidad del necesitado vasco la que lo deja indefenso ante este abuso:
“Todo el mundo sabe que los maketos no sienten la menor repugnancia
en llamar a la puerta para pedir limosna y exagerar sus necesidades, resultando
que, de atenderlos, sólo se consigue muchas veces fomentar la vagancia y los
vicios. Los euskerianos, por el contrario, tienen ordinariamente bastante
dignidad para encubrir sus necesidades y no mendigar, llevándola a veces hasta
la exageración de dejarse morir de hambre por no pedir; es preciso buscarlos.”
Y
si sólo fuera gorrón e indigno la cosa tendría un pase. Pero, no lo olvidemos,
el maqueto es contagioso, y su presencia contamina las esencias vascas:
“Ya hemos indicado, por otra parte, que el favorecer la irrupción
de los maketos es fomentar la inmoralidad en nuestro país; porque si es cierto
que las costumbres de nuestro Pueblo han degenerado notablemente en esta época,
débese sin duda alguna a la espantosa invasión de los maketos, que traen
consigo la blasfemia y la inmoralidad.”
El
asunto de la caridad bien entendida preocupa a Sabino, que lo vuelve a tratar
en Bizkaitarra. Resulta que el
ayuntamiento de Bilbao está repartiendo ayudas ante la presencia de un
persistente temporal que impide salir a faenar a la mar:
“Pues bien: ni aun el cinco por ciento de los que iban a solicitar
ración diariamente, eran naturales de nuestro país. No había más que verlos;
que en el tipo repugnante se le distingue al primer golpe de vista al individuo
de raza maketa”. [2]
Insistamos,
continua Sabino, esto no quiere decir que haya más pobres maquetos que
indígenas:
“Lo que aquello quiere decir es que a los pobres españoles, faltos
de dignidad por la naturaleza de su raza, no les salen los colores al rostro
cuando se ven precisados a pedir limosna; que hay entre ellos muchos que son,
por esto, mendigos de profesión; y que no pocos de los que componían aquellas
legiones socorridas en los días del temporal, irían a demandar ración teniendo
en casa alguna cosa con que pasar el día. Lo que quiere decir es que los pobres
euskerianos prefieren pasar hambres terribles y aun a veces sobrellevar la
muerte antes de decidirse a pedir; que tienen dignidad bastante para no
dedicarse a la mendicidad por oficio.”
_________________
He
mencionado El Correo Vasco. Es el diario resultante de la unión entre el
PNV de Sabino y el grupo de Ramón de la Sota tras las elecciones provinciales
de 1898. Los sotistas constituyen una escisión nacionalista dentro de Euskalerria, el partido fuerista, que
desde el periódico Euskalduna ha
apoyado sin reservas la candidatura de Sabino. Tras la elección de éste como
diputado provincial sotistas y aranistas fundan en abril de 1899 el Centro Vasco, que para agosto ya cuenta
con más de mil socios, muy lejos de las escaseces del Euskeldun Batzokija. El
Correo Vasco se publica diariamente entre el 4 de junio y el 15 de septiembre
de 1899, 103 números en total. Su contenido es levemente menos incendiario que
el de sus antecesores (Bizkaitarra y Baserritarra), lo que hará que algunos
lo presenten como una evolución de Sabino hacia la moderación. Pero hay que
tener en cuenta dos cosas. Primero, que Sabino está, sencillamente, intentando
actuar de forma camuflada con el fin de evitar dar razones para una eventual
ilegalización y clausura del periódico y del Centro, tal y como ya ha ocurrido
con Bizkaitarra y el Euskeldun Batzokija. Por eso en el
documento de constitución de la sociedad que editará El Correo Vasco se dice:
“El objeto de
esta sociedad es crear y sostener en esta villa un periódico diario, con el fin
de propagar y defender las ideas políticas más conformes con las opiniones de
los firmantes, todo dentro de la más estricta legalidad”.
O,
en palabras de Engracio Aranzadi, se trata de ser “nacionalista pero sin asomar
la oreja”.
En
segundo lugar, y más importante, no hay que olvidar que la elección de Sabino
como diputado provincial, y su reconocimiento creciente en la sociedad vizcaína,
han hecho desaparecer gran parte de su frustración, desvaneciendo con ella su
ira. Ahora, contra todo pronóstico, Sabino es una figura respetada en círculos
cada vez más amplios, y aunque continúa con su monomanía, está menos enfadado y
dispone de un menor caudal de resentimiento para canalizar hacia ella.
Desde
luego no ha abandonado el racismo, que sigue propagando desde El Correo Vasco:
“El vasco,
hasta hace poco tan comedido, se vuelve blasfemo; el que antes era respetuoso,
hoy lo vemos procaz y desvergonzado; el que tuvo morigeradas costumbres, las
tiene hoy desenfrenadas; el que dirimía sus cuestiones con las armas naturales
y eso por causas graves, va hoy provisto de la denigrante navaja y mata a sus
semejantes por un quítame allá esas pajas (...) atravesando el Ebro, viniéronse
para acá trayendo consigo las corridas de toros, el baile y cante flamenco, la
cultísima lengua tan pródiga en blasfemias y sucias expresiones, la navaja, y
tantos y tantos excelentes medios de civilización (...) Civilizados con la
espléndida civilización que los horteras, polizontes, mineros y demás sabios
del país de pan y toros nos han regalado.” [3]
“El
pueblo vasco no necesita constituirse, tiene la esencia en su propio vivir:
posee como núcleo la sangre de una raza inconfundible (...) A lo que debemos
aspirar es a que ese pueblo que vive, sepa que vive, sepa que constituye una
raza.” [4]
Lo
que sí ha moderado es su aversión al vil metal. Hasta ese momento Sabino ha
considerado el dinero como un maligno factor de corrupción, el becerro de oro cuyo
brillo ha deslumbrado a los vascos haciéndoles olvidar su pureza y provocando
su degeneración y maquetización (que viene a ser lo mismo). Sabino ha
llegado a pedir a Dios “que se hundan en el abismo los montes de Bizkaya
con su hierro”, y a desear que “fuera pobre Bizkaya y no tuviera más que
campos y ganados y seríamos entonces
patriotas y felices”. Ahora, en cambio, los nacionalistas cuentan con
gente influyente y de dinero en sus filas, y Sabino emprende una nueva
orientación:
“No faltan quienes, con más elevadas ideas, con sentimientos más
nobles, con menos ambición y más patriotismo, justamente indignados de tanta
iniquidad, se hallan dispuestos también a hacer uso del oro, pero no un mal
uso, comprando conciencias y cometiendo arbitrariedades, como hace el
caciquismo, sino empleándole en obras que redunden en bien de Bizkaya y
contribuyan a levantar al bizkaino de la abyección en que le sumiera el odioso
caciquismo, azote de los pueblos, y en obras que abran los ojos del vasco y le
permitan ver claro lo que es y lo que le conviene.”
El
dinero es malo si lo emplean los otros y bueno si son los nacionalistas quienes
lo tienen. Este es el habitual doble rasero del que Sabino dispone gracias a su
condición de patriota. Y la feliz conjunción de nacionalismo y negocios provoca
una sutil alteración en la definición del arquetipo vasco. Ahora ya no sólo es
el noble baserritarra: es también es
el hombre enérgico que ha producido la industrialización y modernización del país.
Fieles
a su nueva filosofía Sabino y Luis Arana crearán en 1900 la sociedad Abertzale
(Patriota) para la explotación de minas. Y no debe hacernos dudar de la
abnegación y el patriotismo de los Fundadores el hecho de que las principales
minas gestionadas por Abertzale se
encuentren en Maketania [5]. Tras Abertzale
los hermanos Arana crean las sociedades Lusitania y New Lusitania, de nombres
mucho más cosmopolitas. En el accionariado cinco socios ostentan un 16,5% de
participación cada uno, entre ellos Sabino y Luis [6], y Ramón de la Sota un
5%. Los cinco socios mayoritarios integran, además, el equipo directivo de las
sociedades.
Una
vez compatibilizado el espíritu burgués con el patriotismo, Sabino emprende su
carrera de negociante con decisión y mente abierta, y en 1902 llega a estimar
que la correcta explotación de sus minas requerirá una gran inversión
adicional:
“(…) el capital tendrá que ser de 35 a 40 millones, a ojo de mal
cubero”
[7].
La
cifra es asombrosa si se tiene en cuenta que en Vizcaya, en el momento de gran
expansión económica que vive, no existe ninguna empresa con tal capital; por
ejemplo el de Altos Hornos de Vizcaya, creada ese mismo año, es de 32, 7
millones de pesetas. Buscando inversores los Arana se relacionan con el republicano
Cosme Echevarrieta y con las familias Dreyfus y Dassin [8].
Pero
Sabino y Luis no limitan sus negocios a la minería. En mayo de 1901 Sabino
escribe a Engracio Aranzadi:
“Nos enteran
que se va a constituir en ésa una sociedad de seguros marítimos relacionada o
similar con la Aurora, de ésta, y Aranoa, Luis
y yo nos hemos decidido a cazar un cerdito suscribiéndonos por 100 acciones de
500 pesetas cada uno.”
Sabino
no es gestor ni empresario, ni por formación ni por experiencia, y parece
afrontar los negocios con la excitación del que participa un juego de azar
creyéndose buen jugador:
“¡Lo que es la fuerza del consonante! ¡Lo que es la gravitación
universal hacia el dinero! ¡Usted, todo sentimientos, dedicado a la profesión
que más embota las afecciones y más seca la mente! También aquí les da a los
nacionalistas por ahí. Es preferible a ser empleado.” [9]
A
partir de 1903 los negocios mineros de los Arana comenzarán ir francamente mal,
y finalmente serán ruinosos para los hermanos. Posiblemente esto habría sido
una nueve fuente de frustración e ira para Sabino que podría haber liberado por
los cauces antiespañolistas habituales, pero en ese momento le queda ya muy
poco tiempo.
[1]
Bizkaitarra nº 10, mayo de 1894: ¡Qué caridad!.
[2]
Bizkaitarra nº 19, enero 1895: ¡Caridad!
[3]
El Correo Vasco, Nos vamos civilizando,
16 de junio de 1899.
[4] El Correo Vasco, La conciencia de nosotros mismos, 3 de julio de 1899).
[5] Las más importantes minas gestionadas
por Abertzale son las “Minas del
Ibor”, en Cáceres.
[6] Los otros son Cesáreo Arzubía, Juan
Larrea y Fabián de Ispizua.
[7] Carta de Sabino a Angel Zabala
Ozámiz, septiembre de 1902.
[8] Para todo lo referente a los negocios
de los Arana ver Javier Corcuera: La
patria de los vascos.
[9] Carta a Engracio Aranzadi, 30 de mayo
de 1901.
Imágenes: 1) Miñones de Vizcaya; 2) Ramón
de la Sota Llano; 3) Minas de Somorrostro.
Comentarios
No ignoraba lo general pero la suntuosidad de los detalles es tenebrosamente deliciosa. Lástima que estos datos originales no se repartan a la salida de la parroquia.
El texto de hoy me ha dejado con una duda ¿qué c*ñ* son las armas naturales?
(Patricio estrella esel amigo de Bob Esponja)
Pues Sabino Arana se tenía que haber fijado en la cantidad de vascos que se fueron en los barcos españoles a descubrir y conquistar mundo para España.( y para ellos mismos, que hubo vascos virreyes del Perú, etc etc ). Y en los muchísimos apellidos vascos vascos ( Ybarra, Murube, Urquijo , por decir sólo tres ), que hay entre las élites económicas de Andalucía, de Madrid, de toda España...
A los fracasados siempre les parece mal que los demás ganen dinero, y si en algún momento tienen suerte, y les van bien esas cosas , se creen que lo suyo es diferente, y que sólo ellos son buenos...
A mí, la verdad, me dan entre pena y asco.
La expresión tuvo carta de naturaleza en la jerga financiera del Bulevard bilbaíno, sin duda por alusión a la benéfica ‘Rifa del Cerdo’, que desde 1831 organizaba la Santa Casa de Misericordia de la Villa, para recaudar fondos a favor del tirón caritativo navideño.
«Las fortunas más prudentes y saneadas salían al Bulevard, mezclándose con los más aventureros, a la caza del famoso cerdo. Todo el mundo era financiero» (José de Orueta, Memorias de un biblbaino).
Mas, por lo que nos referís, maese Navarth, el cerdito de los Arana-Goiri no era euskeriano, sino cerdo ibérico patanegra, si como asegurades, sus criaderos y recebo se ubicaban en la Maketania profunda.
Pues Señor, que entre de del dinero que no conoce patria, y los principios tornátiles de esta pareja de Grouchos, escandalizado me ha vuestra lectura de esta velada.
Un saludo.