
En Buenos Aires, a punto de ser asesinado en un callejón, Corto Maltés es salvado por Robert Leroy Parker. Unos años más tarde, este mismo RLP ve pasar los días desde una cabaña perdida en Bolivia bajo el nombre de Blackthorn. El sitio es idílico, vive con una india, y se dedica a criar caballos, pero lo atenaza la nostalgia. Planea volver a Estados Unidos, donde vive un adolescente con el que mantiene una correspondencia regular. El valor emocional de este joven deriva de ser hijo de su mejor amigo, Harry Longbaugh, y de la mujer a la que ambos amaron, Etta. Los nombres de ellos nos dicen poco. Sus seudónimos algo más: son Butch Cassidy y Sundance Kid*. Etta es Etta Place. Resulta que ni uno ni otro murieron en el famoso tiroteo con el ejército boliviano. Unos meses más tarde, lo hizo Sundance Kid, y Parker abandonó el robo de bancos.
Así que Blackthorne saca del banco sus ahorros -esta vez de forma convencional- y emprende el regreso, pero es asaltado por Eduardo Noriega que acaba de robar en una mina de plata y, tras perder su caballo, se encuentra a merced de sus seguidores. Ahora ninguna de ellos tiene caballo -pues también el de Blackthorn ha huido durante el episodio- y el asunto es serio, pues se encuentran en mitad de ninguna parte. Noriega es un tipo simpático y Backthorn, que es un sentimental y valora la amistad por encima de todo, acaba cogiéndole cariño. Continúan, pues, juntos sometidos a una larguísima y azarosa persecución -lo que, en el caso de Blackthorn, parece ser su sino- que los lleva al deslumbrante desierto de sal de Uyuni.
Hasta aquí bien. La película consigue desarrollar el tono nostálgico adecuado -crepuscular, dirían algunos-, y Sam Shepard crea un personaje convincente. Pero luego el director se lo carga todo. Para empezar porque mete en la historia a un inverosímil detective de Pinkerton (Stephen Rea), que ha seguido a lo largo de los años a Parker, y cuyo discurso es imposible de entender si no es asumiendo que padece cierto retardo mental. Pero lo peor de todo deriva, creo, de la profunda ideologización del cine español. Entiendo que están tan acostumbrados a justificar las subvenciones incluyendo a los consabidos personajes yin-yang -como el malvado plutócrata y el heroico miliciano- que el director se ha sentido obligado a meter el esquema en la película. De este modo Blackthorn se lleva el disgusto de su vida al descubrir que el simpático Noriega no ha robado los ingresos de una mina a un capitalista opresor (¡bien hecho!), sino a una cooperativa de indios (¡ah!, ¡oh!, ¡ha robado al pueblo oprimido!). Al enterarse, Blackthorn, impelido al parecer por su conciencia de clase, le pega un tiro a Noriega y lo deja a disposición de sus perseguidores. Les he destripado la película, sí, pero, créanme, les he hecho un favor.
He mencionado a Corto Maltés porque la película me lo ha recordado. También el frustrado personaje de Noriega me evoca al inolvidable teniente Stella, un tipo sin escrúpulos, simpático y peligroso, en el que me atrevo a pensar que se ha inspirado el director. De hecho, también el teniente Stella acaba asesinado por su amigo, el revolucionario Cush, pero es que, visto retrospectivamente, hay que reconocer que también Corto Maltés estaba ideologizado hasta las cachas.
* Realmente, si estos nombres tampoco les suenan deben ir más al cine.

BLACKTHORN. 2011. Mateo Gil
Comentarios
Probaremos con El Capitán América, entonces.
Saludos, don Navarth.
La noche del sábado la disfruto a lo grande. Hoy "El buscavidas".
Slds. Nodoycrédito.
D. NODOYCREDITO, no puedo estar más de acuerdo.
Saludos.
D. Nodoycredito, vaya enganchón que tengo con The Wire, ayer me vi tres seguidas. Cojonuda.
si sólo estuvieran esos esquemas mentales con olor a habitación cerrada en el mundo "artístico"...
Lamentablemente unas elecciones generales no son capaces de cambiar eso
En Asturias a las seis es de noche, chimenea, un vinito... hoy he visto tres.
Como agradeces recomendaciones de libros, te paso este enlace:
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Un abrazo y hasta pronto