Ir al contenido principal

LA DECONSTRUCCIÓN DE ALFONSO ALONSO (DORIAN GRAY EN EL PUEBLO HEPTAMILENARIO)

Alfonso Alonso se levantó un buen día desasosegado: parecía apreciarse un desmoronamiento en la secuencia formada por un apellido igual al nombre que lo precede menos una letra. No podía dejar de admitir que era completamente inadecuado. Alonso envidiaba a sus amigos. Algunos, con sonoros apellidos abundantes en «ches», las habían podido modificar por varoniles «txes»; otros, astutamente, habían cambiado sus «ces» por rotundas «kas». Lamentablemente Alfonso Alonso no disponía de estos recursos a su alcance. Y, para colmo, su nombre tampoco tenía una buena conversión al euskera. Investigando en una página web de traducción, introdujo la palabra «Alfonso», pero lo más parecido que registraba el diccionario era «alforfón»: arto beltz. Después hizo lo mismo con «Alonso», obteniendo como aproximación «alondra»: pirripio. ¿Podría ser algún día lehendakari Artobeltz Pirripio? Muy improbable. Furioso, cogió su cartera y extrajo su DNI para contemplar sus oprobiosos nombres. Miró el documento, parpadeo y volvió a mirar. Allí, para su sorpresa, pudo leer claramente: Alonso Aloso. Algunas letras se habían evaporado. Por otra parte, un tenue halo parecía haberse formado sobre su cabeza. Aloso pasó un dedo por encima intentando borrarlo, pero no se trataba de una mancha. Decidió llamar a su ama para pedirle consejo. Extraño, reflexionó, ¿por qué la llamo ahora ama cuando siempre la he llamado madre?

Unas semanas más tarde, Aloso cavilaba mientras tomaba txikitos. Curiosamente, había descubierto que el desmoronamiento de su nombre había ido acompañado por una perceptible aceptación por sus semejantes. Además, comenzó a sentir una gran tranquilidad. Como si de repente se hubiera sumergido en un baño caliente de burbujas ¿Por qué luchar? Aloso perdía su nombre, pero todo tenía de repente más sentido. Y todo desde que descubrió que su DNI… Asaltado por una súbita intuición Aloso rebuscó apresuradamente en su cartera. Cuando volvió a consultar el documento sufrió un nuevo sobresalto y se le escapó un irrintzi. Su desmoronamiento continuaba. El DNI presentaba ahora el nombre Aloso Aoso. Y el halo sobre su cabeza, de forma oblonga, podría verse ahora más claramente.

Transcurrió un año. Nuestro héroe había progresado notablemente en su comunidad. Sus hijos sacaban buenas notas en la ikastola, y él había sido promocionado en su puesto público. Es cierto que nuevas letras habían desaparecido de su DNI, y ahora se llamaba Aso Ao, pero le importaba poco. ¿Qué importancia podía tener su nombre comparado con la fraternidad de la colectividad? De hecho ¿qué importancia tenía él? Toda la inquietud había desaparecido de su interior, y así se decidió a volver a consultar su documento. Tal y como había previsto, ningún nombre aparecía ahora en él. Y el halo sobre su cabeza había adquirido con total nitidez, la forma de una boina. Elósegui, para más señas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA INAUDITA HISTORIA DE LOS BEBÉS ROBADOS

« Es lamentable la falta de interés de la justicia y de la derecha para que haya mecanismos para reparar estos delitos de lesa humanidad . El PSOE debe sumarse a este esfuerzo ». Los delitos de lesa humanidad a los que se refiere Enrique Santiago son los «bebés robados» del franquismo, y el esfuerzo que requiere del PSOE es seguir adelante con la proposición de ley presentada en 2020 en Cortes por ERC, PSOE y Podemos, Bildu y Baldo(ví), y que lleva atascada desde entonces. La exposición de motivos de la empantanada iniciativa nos cuenta esta historia. Queridos niños… « Durante décadas, y hasta etapas muy próximas, en España se ha producido, amparada en la impunidad, una de las mayores atrocidades que ha vivido nuestro país. Un número inmenso de niños fueron sustraídos en cárceles, clínicas y maternidades, y sus familias biológicas siguen sin saber su paradero a día de hoy ». No me dirán que no es una historia tremenda, y que la desolación de Enrique Santiago no está justificada. Se tr

VIERNES DE SEXO (10) (THIS IS THE END, MY FRIEND)

  Las dos primeras décadas de este siglo han presenciado cambios notables en la actividad sexual de los hombres. Un estudio de Peter Ueda expone que el porcentaje de estadounidenses entre 18 y 24 años, que reportan no haber mantenido relaciones sexuales en el último año, ha ascendido del 19% al 31% , y otras encuestas indican que -en ese mismo periodo- el porcentaje de hombres que llegan vírgenes a los 30 años ha subido del 8% al 27% . Estas tendencias –que se repiten en otros países- afectan abrumadoramente a hombres de bajo estatus, y no se repiten en mujeres, lo que indica –para empezar- que algunos hombres están follando más. ¿Qué está ocurriendo? Los sospechosos habituales son las redes sociales y el porno, pero no parece que, ni remotamente, la respuesta se encuentre allí.  Las apps de citas proporcionan datos interesantes.  - Ordenados en función de su atractivo para el otro sexo, el 20% de los hombres más deseados acapara la atención del 80% de las mujeres. Esto presenta un pa

ISRAEL Y EL DILEMA DEL TRANVÍA

Seguro que han visto mil veces el dilema: un tranvía circula sin frenos por una vía en la que hay tres personas despistadas. Sin embargo usted, que por alguna razón misteriosa maneja un cambio de agujas, puede desviarlo a otra vía donde también hay una persona despistada, pero sólo una. ¿Qué hacer? Este es el dilema favorito de los utilitaristas: si en una vía hay 3, y lo desvío a otra donde hay 1, ahorro 2. Perfecto, dilema moral resuelto y a otra cosa. Es una forma de cálculo satisfactoria para los totalitarios. Primero porque elude ciertos juicios morales previos (¿por qué circula el tranvía?; ¿por qué están ahí las personas?) pero sobre todo porque convierte a los humanos en números, que son más fáciles de manejar (¿qué importan unos millones de muertos actuales cuando está en juego la felicidad de todo el mundo en el futuro?) No es de extrañar que esta doctrina moral fuera desarrollada, con su mejor intención, por Jeremy Bentham, que al parecer sufría serias deficiencias en su