En Estados Unidos y los países sudamericanos las series televisivas suelen ser de emulación, y presentan a personajes guapísimos en ambientes sofisticados con los que el espectador aspira a identificarse. El espectador español renuncia de antemano a la competición, y no desea que le presenten modelos a los que aspirar, sino que los modelos se ajusten exactamente a lo que ya es. Una vez invertida la secuencia, es fácil forzar la máquina y entrar en una espiral en la que las series y la realidad compiten por ver quien es cada vez más feo. Nace así el feísmo, movimiento genuinamente español por el cuál no sólo se reivindica el derecho a ser vulgar, sino la obligación de que todo el mundo lo sea.
Coda (Chiquilicuatre a su mujer)
"No te imaginas los cientos de miles de españoles que podrían ser cantantes"
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