«Mi argumento es que es una tontería insistir, como lo hacen habitualmente nuestros líderes, en que los actos violentos de los islamistas radicales pueden divorciarse de los ideales religiosos que los inspiran».
En 2013 el rector de la universidad Brandeis ofreció a Ayaan Hirsi Ali una licenciatura honoraria en justicia social, que ella aceptó. Unos meses más tarde la cosa se había torcido: una recogida de firmas en change.org la acusaba de promover un «discurso del odio». A continuación el rector comenzó a recibir cartas que la señalaban como una persona conflictiva y divisiva. Ciertamente denunciaba la opresión de las mujeres, pero al enfocarse en el mundo musulmán obscurecía la que se produce en occidente «incluido nuestro propio campus». Más de 80 miembros de Brandeis se añadieron a la petición de no conceder el título honorífico a Hirsi Ali, y con el coraje habitual en estos casos –recomiendo la serie The Chair para mayor ilustración- el rector acabó revocando el ofrecimiento.
La petición de change.org había reunido extraños compañeros de cama. Profesores de «Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad» se alineaban con organizaciones musulmanas escasamente receptivas a la igualdad de la mujer, y enseñantes de «Teoría de la Narrativa Feminista/Queer» firmaban junto a entidades abiertamente homófobas. Por ahí andaba también el CAIR (Council on American–Islamic Relations), sospechoso de tener vínculos con Hamas. El manifiesto hablaba de odio, pero no mencionaba que tres años antes Hirsi Ali había sido destinataria de una amenaza de muerte. La misiva tenía la forma de una fetua –con las invocaciones correspondientes a Alá el benéfico y misericordioso, y una serie de citas del Corán- y había sido adosada con un cuchillo al cuerpo ensangrentado de Theo Van Gogh, al que el autor acababa de asesinar y con el que Hirsi Ali había colaborado en un documental unos meses atrás.
Mahoma pasó los primeros años de su vida predicando pacíficamente en la Meca; luego se trasladó a Medina y cambió de táctica: los que rehusaran ser pacíficamente convencidos serían convertidos por la fuerza. Por eso Hirsi Ali distingue actualmente entre los que llama «musulmanes de la Meca», el grupo más pacífico y numeroso, y los «musulmanes de Medina», los fanáticos milenaristas muy dispuestos a matar. ¿Son muchos? Ella aporta la cifra del 3%, y si están respirando aliviados les recomiendo que hagan algún número. Y después que recuerden que una minoría criminal y fanatizada puede perfectamente marcar el rumbo de una sociedad atemorizada e inerte, especialmente si hay algunos dedicados a recoger nueces.
Entonces la cuestión es si hay ideologías y religiones que llevan incrustada la intolerancia y la propensión a la violencia, y de este modo pueden infectar una sociedad, y esto no debe confundirse con la atribución de responsabilidades colectivas a la que tan aficionada es nuestra moderna iglesia irenista. Hirsi Ali cree que, en efecto, el Islam padece esta afección, y en Manhattan convertido en Wittenberg ha colgado sus particulares tesis reformistas:
1) Se debe rechazar la infalibilidad del Corán y el Hadiz, abriéndolos a la interpretación y el pensamiento crítico.
2) Es necesario dejar de dar prioridad a la vida de después de la muerte.
3) Se debe finalizar con la supremacía de la sharia, la legislación derivada del Corán y el Hadiz, sobre la ley secular.
4) Hay que acabar con la práctica moralizante coactiva y cotidiana de vigilar al vecino para «imponer el bien; prohibir el mal».
5) Hay que renunciar a la yihad, la guerra santa.
Hirsi Ali desarrolla estos mandamientos de manera convincente a lo largo del libro, aunque tal vez podría haberlos resumido en dos: es necesario dejar de dividir el mundo entre creyentes y no creyentes, y hay que tolerar la diferencia. Pero todo debe comenzar «con el reconocimiento de que el extremismo islamista está radicado en el propio Islam».
Y para las Sextas y vallines de turno, les recuerdo que este camino ya lo ha recorrido el cristianismo.
Comentarios
No conocía la obra de esta mujer, acabo de comprar un libro suyo en Kindle, para probar
A cambio, y sin salir del tema, le voy a recomendar el de Ibn Warrak “Por qué no soy musulmán” título de intencionadas connotaciones con otro muy conocido de B Russell. No está en Kindle
Leí hace años Nomad, y entonces no me gustó gran cosa. Pero lo tengo en mi kindle, así que , lo voy a leer de nuevo, a ver si ahora que ya soy mucho más vieja, me gusta más. Y si esta vez me gusta, me leeré los demás de Ayaan Hirsi . Y he metido en el carrito de Amazon el de Ibn Warraq que recomienda D. Kepaminondas, para cuando haga mi próximo pedido.
Me ha alegrado de su artículo volver a leer algo sobre esta mujer. Leí hace un par de años el principal donde cuenta su vida desde su país de origen hasta su estancia en Holanda y sus conflictos en aquel pais de acogida donde también tuvo problemas como los que usted cuenta.
En fin, una mujer admirable y con las ideas bien claras y de la que apenass habla nadie. Parece que lo bueno se oculta, se ignora y es muy difícil acceder a ello.