Viva el 8-M, dijo Sánchez en Pleno. Podría pensarse que pretendía ocultar el pecado original de su gestión del coronavirus exhibiéndolo: esconde su elefante, como la carta robada, dejándolo a la vista de todo el mundo, en una atrevida fusión de Lakoff y Poe. Pero no es eso: de nuevo es la amenaza -que creíamos superada- de anatema.
En esta epidemia España ha tenido los peores resultados en fallecimientos y sanitarios contagiados; ha tenido que hacer el confinamiento más estricto, y la economía está sufriendo en esa misma proporción. ¿Qué ha pasado aquí?
En los últimos años una serie de causas indiscutidamente justas se han dogmatizado. La defensa de la igualdad de derechos entre hombre y mujer, la lucha contra la violencia contra la mujer, el reconocimiento de la diversidad sexual, la defensa del medio ambiente… Alrededor de estas empresas se han construido edificios dogmático-ideológicos inmunes a la discusión. Cualquier intento de cuestionar el edificio se denuncia como ataque a la causa, y al atrevido se le impone el anatema entre escándalo farisaico y rasgado de vestiduras. Se llaman “guerras culturales” pero parecen más bien religiosas: el discrepante sabe que será señalado, estigmatizado y expulsado como hereje. Unos optarán por el silencio y otros por la conversión; estos últimos no tendrán éxito si no exhiben la necesaria limpieza de sangre ideológica porque no, bonita, el feminismo no es de todas.
Obviamente estos nuevos credos son muy rentables para sus sacerdotes. Tanto que puede resultar tentador anteponer el dogma –que a fin de cuentas puede lanzarse a la cabeza del adversario – a la causa –que es más abstracta-. Y así estábamos cuando llegó el 8-M. El Gobierno no quería renunciar a su suculenta causa divisiva y asumió riesgos; los adversarios callaron porque temían ser demonizados. Se sacrificó al dios de la demoscopia un tiempo precioso en el que había que tomar medidas restrictivas. Porque las guerras de religión producen resultados adversos en este mundo: esta, entiendo, tendría que haber sido la lección aprendida.
El presidente Sánchez demostró ayer que no ha aprendido nada, y que su receta para lidiar con los problemas –especialmente los que él mismo ocasiona- seguirá siendo la persecución del hereje en la nueva normalidad ancestral. Penitentiam agite, réprobos.
Comentarios
Claro que ha aprendido.
Cada día vamos a peor. Ya, es que , ni disimulan. Ninguno.
"Toda la culpa del PP" De Todo. . Y encima, ahora que parece que va amainando lo del coronavirus, dice que la verdadera guerra no es contra la pandemia, sino contra el Cambio Climático... Se ve que les gusta lo del Estado de Excepción, que eso es lo que es en realidad el estado de alarma, y que van a querer empezar a destrozar centrales nucleares ( ya ha dado ejemplo Merkel ), y acabarán poniéndonos la inyección letal a los viejos frioleros, para quitarse pensiones, calefacciones, y votos carcas ¡ Porca Miseria ! ( Mantengo los dedos cruzados para que ocurra algún milagro. Pero no creo en los milagros. )
Enhorabuena pues Don Navarth
¿Notó usted cuando fue diputado ese dogmatismo del que habla? fue en aumento durante la etapa en que usted estuvo en el Congreso? Sería de mucho interés para los que lo leemos que hablara de aquellos tiempos. Nunca uno acaba de aprender.
Cuánto tiempo sin entrar aquí, aunque leyendo sus estupendas reflexiones.
Pero no estamos en ese caso.
Decir que Sánchez demostró no haber aprendido nada es admitir que podría o que tendría que haber aprendido algo. Y no es su caso.
Con su desafío chulesco ‘¡Viva el 8-M!’, Sánchez expresa su desprecio a toda oposición a su único dogma de fe: ÉL MISMO. Mañana, si le peta, gritará en el mismo hemiciclo, ‘¡Muera el 8-M!’, y el mensaje será idéntico. Total, pasado mañana ni se acordará de que hubo un 8-M.
Desde que tomó el poder no ha hecho otra cosa que decirse y desdecirse, porque para él todo es indiferente y contingente, salvo para rendir culto al ser necesario, supremo y único: ÈL MISMO.
Su complejo de Dios no lo convierte en creador de nada, pobre diablo; pero sí en un parásito total que todo lo metaboliza en su provecho. También la covid-19, las bienandanzas como las fortunas, lo que le echen. Agnóstico y amoral para todo lo que no sea su punto fijo: ÉL.
En fin, lo ha dicho D. Bruno: «no estamos en el caso».
Tal vez hago esgrima dialéctica, déjenlo correr. He disfrutado leyendo, divagando, recordando…
Un fuerte abrazo.
El ¡Viva el 8M! responde a l intento de salvar el tronco del cual salen las distintas ramas por las que se mueve la facción feminista de PSOE y Podemos: Género y Política, Género y Medio Ambiente, Género y Cambio Climático, Género y Urbanismo….Una forma de colonización de la Sociedad con la visión de las gafas moradas. Pero para eso la izquierda debe contar con una Gran Marcha que lo apoye. En este párrafo de Milan Kundera en su libro “La insoportable levedad del ser lo apunta”
Desde la época de la Revolución francesa la mitad de Europa se denomina izquierda mientras la otra mitad se llama derecha. Es casi imposible definir la una o la otra a partir de algún tipo de principios teóricos en los que se apoyen. Eso no es nada extraño: los movimientos políticos no se basan en posiciones racionales, sino en intuiciones, imágenes, palabras, arquetipos, que en conjunto forman tal o cual kitsch político. La idea de la Gran Marcha, por la que se deja embriagar Franz, es el kitsch político que une a las personas de izquierdas de todas las épocas y corrientes. La Gran Marcha es ese hermoso camino hacia delante, el camino hacia la fraternidad, la igualdad, la justicia, la felicidad y aún más allá, a través de todos los obstáculos, porque ha de haber obstáculos si la marcha debe ser una Gran Marcha.
¿Dictadura del proletariado o democracia? ¿Rechazo a la sociedad de consumo o incremento de la producción? ¿Guillotina o supresión de la pena de muerte? Eso no tiene la menor importancia. Lo que hace del hombre de izquierdas un hombre de izquierdas no es tal o cual teoría, sino su capacidad de convertir cualquier teoría en parte del kitsch llamado Gran Marcha hacia adelante.
El Kitsch feminista y progresista depende la Gran Marcha del 8M, por eso deben defenderla cueste lo que cueste.
Lo que tenga que hacer la oposición con esto…..ustedes mismos.
Un saludo