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LOS LENGUAJES DE CALVO


Habita el planeta Pao una sociedad estancada y apática, vulnerable a periódicos pillajes de planetas vecinos militarmente más activos, y al desaprovechamiento de sus ingentes recursos naturales. Ante esta situación el Panarca, gobernante absoluto de Pao, decide emprender un gigantesco experimento de ingeniería social: crear una casta de científicos, otra de guerreros y otra de comerciantes. Para ello segrega del conjunto de la sociedad a grupos de niños a los que imparte educaciones diferenciadas. El punto fuerte del proyecto consiste en crear, para cada una de las castas, un lenguaje específico, diferenciado de los otros y del común de Pao. El lenguaje de los guerreros está estructurado para fomentar el ardor guerrero, y se articula en torno a conceptos como “gloria”, “heroísmo” y “camaradería. Del mismo modo la estructura y gramática de los lenguajes científico y mercantil son diseñadas para modular las mentes de los futuros integrantes en las direcciones adecuadas.

Implícita en Los lenguajes de Pao (Jack Vance, 1958) está la hipótesis Sapir–Whorf, según la cual el lenguaje no es un mero cauce para expresar el pensamiento, sino que determina éste: los conceptos y categorías que el lenguaje incluya delimitarán el alcance de aquél. Dicho de otro modo, el lenguaje determina decisivamente el modo en que sus hablantes entienden la realidad. Whorf extrajo sus conclusiones del estudio de lenguajes mesoamericanos, especialmente los apache y los hopi. Por ejemplo, siempre según Whorf, los hopi no tienen en su lenguaje el concepto del tiempo, por lo que su pensamiento no puede ser equiparable al de un occidental estándar –y en ningún caso cabe esperar que lleguen puntuales-. Para demostrarlo Whorf tradujo de manera pintoresca una serie de frases hopi, que parecían demostrar que vivían en un mundo completamente aparte. Los hopi por cierto parecen ejercer una atracción irresistible sobre todo pensamiento místico, y más adelante aportaron al acervo Koyaanisqatsi, una palabra que se tradujo como “vida desequilibrada” y propició una fábula ecológico-soporífera.


En todo caso la implicación de la hipótesis Sapir–Whorf es muy notable: las categorías con las que percibimos la realidad no están en el mundo, ni en nuestra propia naturaleza, sino que son impuestas por la cultura. Las diferencias entre lenguajes ocasionan diferencias en el pensamiento de sus hablantes. Obviamente esta idea no es nueva. Que los lenguajes son causa o consecuencia de las diferencias irreductibles entre pueblos es uno de los fundamentos del romanticismo alemán, y ya lo habían defendido Herder, Fichte o el filósofo Friedrich Schleiermacher: «cada idioma es un particular modo de pensamiento, y lo que se piensa en un idioma no puede nunca ser repetido del mismo modo en otro (…) El idioma por tanto (…) es la expresión de una vida peculiar que se contiene en él». Pero la hipótesis Sapir-Whorf otorgaba una pátina científica -y un nombre impactante- a este anhelo romántico-tribal de diferenciación. Y resultó irresistible en el ambiente post-estructuralista: si el lenguaje, que es particular de cada cultura, determina el pensamiento, cualquier pretensión de cosmopolitismo y universalización es ilusoria. Y cuando los occidentales hablamos de libertad, ciencia o democracia liberal como valores universales somos víctimas de un espejismo logocéntrico, y culpables de complejo de superioridad cultural. ¿Acaso los hopi, con su olímpica ignorancia del tiempo, no pueden tener una visión mucho más profunda de la realidad? Incluso ese indígena de apariencia primitiva, que se pasea con un plato bajo el labio inferior, puede pertenecer a una cultura tan sofisticada como la nuestra, que por tanto es absurdo juzgar. De este modo la hipótesis fue precursora del relativismo cultural. Y del deconstructivismo claro: si el lenguaje determina el pensamiento, tenemos que deconstruir el primero para llegar a la sustancia del segundo. Quedaba así el campo abierto para la época de la charlatanería posmoderna, que haría las delicias de Sokal y Bricmont.


Con el tiempo las pintorescas traducciones de Whorf fueron demolidas, y resultó que el pensamiento hopi no era tan inmune al tiempo como él pensaba. En todo caso, a través de un camino iniciado por Chomsky, la premisa fundamental de que el lenguaje es una construcción cultural ha demostrado ser espectacularmente falsa. El lingüista Derek Bickerton explica que, cuando en plantaciones y campos de trabajo se reunían trabajadores forzados de distintas procedencias, desarrollaban entre ellos una jerga no estructurada compuesta por palabras de las distintas lenguas: se llama a esto pidgin. Sin embargo –y esto es lo realmente asombroso- las siguientes generaciones desarrollaban a partir del pidgin un lenguaje realmente complejo con sus verbos, gramática y la estructura habitual de todo lenguaje humano: esta lengua así creada se llama criollo. Venimos por tanto equipados de fábrica con los módulos del lenguaje, que viene a ser algo así como un instinto, tan inconsciente como el que hace a la araña construir su tela. Como dice Pinker «el quid de la cuestión es que el lenguaje complejo es universal porque los niños realmente lo reinventan generación tras generación, no porque les sea enseñado, no porque en general sean listos, no porque les sea útil, sino porque no pueden evitarlo». No parece, por cierto, que nuestro pensamiento necesite el lenguaje para ser elaborado. Todo parece indicar que se organiza en nuestra mente con algún tipo de lenguaje simbólico –podríamos llamarlo mentalés- y que luego se canaliza al exterior a través de nuestra lengua hablada y escrita.


Ahora la vicepresidenta Carmen Calvo, como el Panarca de Pao, se propone emprender su particular proyecto de ingeniería social. A falta de ideas, y sobrada de voluntad de extender la acción política mucho más allá de su ámbito razonable, pretende modificar el lenguaje español para que sus usuarios sean incapaces de ser machistas. El experimento de la Panarca Calvo –o Calva- está desde luego condenado al fracaso. Aunque consiguiera imponer su lenguaje, y desatase aún más a la Inquisición de la corrección, las siguientes generaciones “criollizarían” y devolverían las cosas a su cauce. De momento, eso sí, dejarían nuestra lengua convertida en un artefacto bastante cómico. Como demuestra el exitoso experimento bolivariano:

Artículo 41. Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad, podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos y aquellos contemplados en la ley orgánica de la Fuerza Armada Nacional.



Comentarios

jon juaristi ha dicho que…
Yo tengo un guerrero hopi dentro, Navarth. La cosa fue así. Cuando dirigía el Cervantes, visitaron España los representantes de las cuatro etnias de los indios pueblo de Nuevo México (navajo, zuñi, hopi y acoma) con el alto comisionado de las naciones indias de la administración Bush. Pilar del Castillo, a la sazón ministra de Educación y Cultura, los invitó a comer en el ambigú del Teatro Real. Ellos venían a pedir al Gobierno que convirtiese el Centro Cervantes de Alburquerque, NMx, en una escuela de formación de profesores de español para sus reservas, porque las lenguas de los pueblo son muy distintas entre sí, y su única lengua común es el español que enseñaron los franciscanos a sus antepasados.
Me tocó sentarme en una mesa junto al representante de los hopi y al entonces Director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes. El hopi era un señor más bien taciturno, pero tras los postres, cuando sirvieron el café, sacó del bolsillo interior de la chaqueta una bolsa de cuero y fue extrayendo de ella y distribuyendo sobre las servilletas de los circunstantes unos montoncitos de polvo. Nos explicó que los hopi se están extinguiendo, porque su natalidad es bajísima. Así que, cuando muere un guerrero, lo incineran y mezclan sus cenizas con harina de maíz. De esa mezcla invitan a comer a los amigos de los hopi, para que el espíritu del guerrero sobreviva dentro de ellos. Gonzalo Anes se puso pálido y sacudió la servilleta en el aire, aventando la ceniza. Los demás miraron sus montoncillos con aprensión. Yo engullí el mío inmediatamente. Toda la historia podía ser un bromazo del indio, pero con peores ruedas de molino ha comulgado uno. De modo que llevo un hopi dentro desde entonces, y a veces me sale alguna frase en hopi (sobre todo, cuando hablo en eusquera). Lo sé, porque, de repente, me cambia la visión del mundo.
luigi ha dicho que…
.
Es la economía del lenguaje, estúpidos.
luigi ha dicho que…
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Por cierto, Navarth, y espero que sepa perdonar mi atrevimiento, en esta ocasión, su siempre magnífico artículo, no viene acompañado del pie de foto de las ilustraciones (parece especialmente interesante la segunda ¿Es Einstein quien acompaña a los hopi de la fotografía?)

Gracias
navarth ha dicho que…
Caramba Jon, es usted una fuente de sorpresas. Supongo que cuando el espíritu hopi toma las riendas su percepción temporal quedará afectada. Y me queda la duda de si ingirió el alma hopi disolviéndola en agua como si fuera un Redoxón. Un fuerte abrazo.


navarth ha dicho que…
En efecto Don Luigi, es el mismísimo Einstein con los hopi. Las demás son de sugestivas viñetas de Moebius, que a cada uno evocarán distintas cosas. Fuerte abrazo. También.
luigi ha dicho que…
.
Gracias, Navarth.

Entonces, en una reunión de hopis con Einstein, donde no existiría el concepto de tiempo, porque su lenguaje no lo articula, se podría pensar que la relatividad sería mucho más relativa.

Un abrazo
Bruno ha dicho que…
Leído todo lo anterior es un atrevimiento poner un comentario propio. Un inciso, igual los secesionistas están impregnando los embutidos y las balas con detritus de sus ideólogos. Sr. Luigi, ne le quepa duda de que algo tomó Einstein que le inspiró que el tiempo es relativo como cualquier idea del bellísimo o de la Calva. Estamos contaminados a polvos.
Pero a lo que iba: Siempre he pensado que el lenguaje lo creaba el pensamiento y que el pensamiento se apoyaba en el lenguaje anterior. Por eso uno se pone a estudiar cualquier cosa y tiene que aprender su lenguaje. Una forma de penetrar en su pensamiento y desarrollarlo. Volcándolo, si uno descubre algo nuevo, a nuevas palabras.
Si eso es así no es la economía del lenguaje sino la falta de pensamiento lo que va a llevar a las antimachistas al descrédito mas absoluto. Y al aburrimiento.
D. Navarth, me lo he pasado muy bien leyendo su artículo y los comentarios.
Bruno ha dicho que…
Una pedantería. Leibnitz y Newton inventaron el cálculo infinitesimal. Y cada uno creó su lenguaje para expresar esas ideas. Lenguaje que se ha ido depurando conforme los matemáticos afinaros esas ideas.
luigi ha dicho que…
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Sin duda, don Bruno, Einstein hubiera formulado una Teoría de la relatividad mucho más relativa si antes hubiera conocido las teorías de Sánchez & Calvo.
Unknown ha dicho que…
Excelente, don Navarth.
Y muy interesante la revelación del señor Juaristi. Ya sospechaba yo que tenía un guerrero muy combativo dentro. Espero que no se tome como modelo en la política española, y que no tengamos que soportar ceremonias de ingesta de cenizas, por ejemplo, de pasados presidentes o secretarios generales de partidos por parte de quienes les remplacen. Nos basta con los discursos de siempre, tan llenos de sinceridad y sentimiento hacia el finado político.
Belosticalle ha dicho que…
Jugosa reflexión sobre el lenguaje político. Y perfecto lo de la “Panarca Calva”. Que empiece por dar ejemplo, precisamente en lo que no es disparate. Las eslavas feminizan en lo posible gramatical sus apellidos, supongo que siguiendo la etiqueta y usanza bizantina y en definitiva la romana. También para los semitas, ‘hijo de’ no es igual que ‘hija de’. El problema real lo plantearían los demás sexos, pero allá ellos.

Sólo un lunar: en la cita del Art. 41 de la Constitución Bolivariana se echa muy de menos un femenino, «Fiscal o Fiscala General». Cierto que la risible redacción también tiene su lunar, o mejor verruga, al no distinguir General y Generala: «Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal o Fiscala General de la República». Semos, o no semos.

En suma: un artículo de los que alegran la jornada.
Bonnie E. Parker ha dicho que…
Muy bueno Navarth, lo de Calvo no se hará realidad porque ni ella misma se lo cree.
Después de leer a Juaristi yo también quiero tener un guerrero hopi.
navarth ha dicho que…
Muchas gracias a todos. Don Belosti, estuve a punto de titular la entrada como usted sugiere, la Panarca Calva. Me faltó valor, así como para otra opción “El pidgin de la vicepresidenta”, que sonaba aún peor. Abrazos a todos.
Enomotarca ha dicho que…
Me ha gustado mucho. No puedo poner nada más profundo. ¿Chomsky no decía algo parecido? Pregunto.

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