Pues no, no ha sido simbólico como pretende vender ahora la señora Forcadell: la farsa ha tenido un coste real, un coste altísimo. Y ni siquiera vamos a referirnos ahora de la destrucción de la convivencia, o a la demolición de la democracia. Hablando de economía, años de nacionalismo han dejado a Cataluña por los suelos. Puede verse, para empezar, en el nivel de endeudamiento: si usted es catalán, soporta sobre sus hombros una deuda de 10.311€. Todos y cada uno de los catalanes llevan ahora esa carga, el doble de lo que soportan en promedio los ciudadanos del resto de Comunidades Autónomas. Tampoco se está ahora como para presumir en competitividad. Según el indicador RCI de la Unión Europea, que mide la corrupción percibida por los ciudadanos y la rendición de cuentas del Gobierno, Cataluña está en el puesto 177 de las 263 regiones europeas, la penúltima de entre las españolas. Y tampoco sale bien en el Doing Business: es la novena en España en cuanto a facilidades para abrir una empresa.
Es que nosotros preferimos contar "la parte épica y bonita del relato", dirá el exconsejero Toni Comín. Por eso no le interesará recordar la fuga masiva de empresas: van más de 2.500, incluidas 6 de las 7 que forman parte del IBEX35. De ellas, 212 se marcharon el 9 de octubre, víspera de la declaración de independencia. Hasta la Bruixa d’Or, que posiblemente no ve el futuro pero sí el presente, ha hecho las maletas. Y eso no es todo.
Ha caído abruptamente el comercio minorista: un 30% en octubre según la Confederación Española del Comercio. Y ha descendido ese mismo mes un 15% la actividad turística. Y, como es natural, el empleo se resiente: el paro subió en casi 15.000 personas, el doble que en 2016 y la mayor cifra de los últimos años. Si usted es catalán, no sólo lleva una mochila de más de 10.000€ de deuda a la espalda: además tiene muchas más posibilidades que un balear o un asturiano de haberse quedado sin trabajo estas últimas semanas.
Según la AIREF la irresponsabilidad secesionista puede acabar costando entre 3.300 y 14.000 millones al PIB, y entre 75.000 y 225.000 puestos de trabajo. Mientras tanto, el prestigio de Cataluña en el extranjero se tambalea. Ahora mismo nos jugamos la apuesta española por la Agencia Europea del Medicamento. E incluso los organizadores del Mobile World Congress han amenazado con cambiar la sede si continúa la inestabilidad.
La solución que ahora ofrece Junqueras es nada menos que Marta Rovira, que en su momento explicó a una reportera de la televisión France 24 cómo se financiaría la secesión: “Je, je, hmm, estamos estudiando… uh, una nueva vía de ingresos… invertir los actuales recursos… tanto humanos como… ejem, institucionales… pues de la mejor la manera posible… y en fin que sea lo que toque para financiarla. ¿Más preguntas?".
Publicado en Voz Populi, 17/11/2017.
Comentarios
Su texto nos pone lo que dice la pobrecita Marta Rovira, pero no contesta a los titulares:
" ¿ Y esto quien lo paga ?
A mí, que como soy anciana , funciono con las cuentas de la abuela, me parece meridianamente claro que "Esto" , lo pagamos entre todos los españoles, a base de nuestros impuestos.
Como pagamos las subvenciones a TV3, a la televisión vasca, etc etc ( a Vascongadas y a Navarra no lo hacemos directamente, sino a través del "Pufo" , como llaman algunos economistas muy principales al Cupo Vasco ).
Y ya es hora de que los impuestos de todos vayan a las cosas necesarias, y no sólo en Cataluña, sino en todos los rincones de España. Que cada vez que pienso que parte del dineral que me saca Hacienda, se va en semejantes payasadas, se me llevan los demonios.
Muchas gracias por volver tan pronto. Cuando tarda usted en venir, se le echa mucho de menos.
Aquí el único nacionalismo que daña es el ultra español, que es el que produce heridos en las manifestaciones. O sino díganme ustedes una manifestación independentista en la que haya habido agredidos.
Un saludo
Una independentista más.