Publicado en El Español, 7/11/2017
“Podemos es una fuerza política patriótica que apuesta por la unidad de España". Esto afirma en El Diario, con total tranquilidad, Ramón Espinar, portavoz del partido en el Senado. Es una afirmación sorprendente: Podemos ha apoyado sin ambages el golpe de los separatistas catalanes contra la democracia, y cualquiera ha podido escuchar a Pablo Iglesias gritando a voz en cuello “Visca Catalunya lliure y sobirana”.
En realidad, el apoyo de los populistas ideológicos a los nacional-populistas es normal: ambos coinciden en su deseo de acabar con la democracia nacida en el 78. Y también es comprensible que, ante la evidencia de un previsible descalabro electoral, los líderes de Podemos pretendan ahora dar un brusco cambio de rumbo. Lo que ya no es tan normal es la desfachatez con la que Ramón Espinar asume su relación con la verdad. Pretendo dar una explicación a esta perplejidad, y eso pasa por dos libros.
El primero es La razón populista, de Ernesto Laclau. Laclau propone como alternativa a la aburrida democracia liberal la “construcción de un sujeto político” -la organización de una masa airada, para los no iniciados- a partir de las demandas insatisfechas en una sociedad. Como estas demandas son heterogéneas -unas son justas y otras no, unas tienen solución, otras son meras frustraciones- es imposible ofrecer un programa político que dé solución a todas. Por eso Laclau propone a cambio señalar un enemigo común y sustituir el discurso racional por lo que llama “significantes vacíos”, que es más o menos lo que están ustedes pensando.
El segundo libro es el famoso ensayo de Harry S. Frankfurt On Bullshit. Es éste un término con mala traducción al español, pero todos tenemos una idea de lo que es. El bullshit está lejos de la verdad, pero no es una mentira: cuando alguien afirma que la tierra es del viento no está pensando realmente en la brisa como una entidad capaz de reivindicar derechos de propiedad. Al mentiroso le preocupa dónde está la verdad, aunque sea para negarla; al emisor de bullshit la verdad le trae sin cuidado: "Es precisamente esta falta de preocupación por la verdad -esta indiferencia acerca de lo que las cosas son realmente- lo que considero la esencia del bullshit".
Volvamos a los “significantes vacíos” de Laclau. Puesto que se trata de mensajes que deben satisfacer simultáneamente demandas heterogéneas, e incluso contradictorias, su conexión con la verdad no puede ser muy estricta: obviamente, el bullshit encaja a la perfección con esta definición. Puede decirse por tanto que Laclau dignifica el bullshit y ennoblece a sus emisores. O, dicho de otro modo, la ideología de Laclau es un imán para los bullshitters. Quizás esto nos ayude a comprender la escasa preocupación de los líderes podemitas cuando sus palabras contradicen abiertamente la realidad.
“Podemos es una fuerza política patriótica que apuesta por la unidad de España". Esto afirma en El Diario, con total tranquilidad, Ramón Espinar, portavoz del partido en el Senado. Es una afirmación sorprendente: Podemos ha apoyado sin ambages el golpe de los separatistas catalanes contra la democracia, y cualquiera ha podido escuchar a Pablo Iglesias gritando a voz en cuello “Visca Catalunya lliure y sobirana”.
En realidad, el apoyo de los populistas ideológicos a los nacional-populistas es normal: ambos coinciden en su deseo de acabar con la democracia nacida en el 78. Y también es comprensible que, ante la evidencia de un previsible descalabro electoral, los líderes de Podemos pretendan ahora dar un brusco cambio de rumbo. Lo que ya no es tan normal es la desfachatez con la que Ramón Espinar asume su relación con la verdad. Pretendo dar una explicación a esta perplejidad, y eso pasa por dos libros.
El primero es La razón populista, de Ernesto Laclau. Laclau propone como alternativa a la aburrida democracia liberal la “construcción de un sujeto político” -la organización de una masa airada, para los no iniciados- a partir de las demandas insatisfechas en una sociedad. Como estas demandas son heterogéneas -unas son justas y otras no, unas tienen solución, otras son meras frustraciones- es imposible ofrecer un programa político que dé solución a todas. Por eso Laclau propone a cambio señalar un enemigo común y sustituir el discurso racional por lo que llama “significantes vacíos”, que es más o menos lo que están ustedes pensando.
El segundo libro es el famoso ensayo de Harry S. Frankfurt On Bullshit. Es éste un término con mala traducción al español, pero todos tenemos una idea de lo que es. El bullshit está lejos de la verdad, pero no es una mentira: cuando alguien afirma que la tierra es del viento no está pensando realmente en la brisa como una entidad capaz de reivindicar derechos de propiedad. Al mentiroso le preocupa dónde está la verdad, aunque sea para negarla; al emisor de bullshit la verdad le trae sin cuidado: "Es precisamente esta falta de preocupación por la verdad -esta indiferencia acerca de lo que las cosas son realmente- lo que considero la esencia del bullshit".
Volvamos a los “significantes vacíos” de Laclau. Puesto que se trata de mensajes que deben satisfacer simultáneamente demandas heterogéneas, e incluso contradictorias, su conexión con la verdad no puede ser muy estricta: obviamente, el bullshit encaja a la perfección con esta definición. Puede decirse por tanto que Laclau dignifica el bullshit y ennoblece a sus emisores. O, dicho de otro modo, la ideología de Laclau es un imán para los bullshitters. Quizás esto nos ayude a comprender la escasa preocupación de los líderes podemitas cuando sus palabras contradicen abiertamente la realidad.
Comentarios
A ver si lo he entendido bien, ( que cada día estoy más gaga, y me hago más lío ):
O sea, que "España" se ha convertido en el Chivo Expiatorio para todas las reclamaciones. Como lo fueron en su día "los judíos", o "los ricos", ( bueno, los ricos, y habría que precisar quienes son los ricos, siguen siendo chivos expiatorios hoy en día ) Y, precisamente porque no tiene culpa de ninguna de las diferentes frustraciones de los que chillan en esos "acting out " , sirve a los que los organizan.
Pues ¡ Qué bien !
Sólo darle las gracias, y desear que Ciudadanos gane de calle las elecciones autonómicas catalanas del 21 de diciembre, y que le acabemos viendo, un día no muy lejano , de ministro en Madrid, o de Presidente en Baleares ( que puede que usted lo prefiriera. Y mandarles un abrazo.