Cuando Tocqueville publica en 1835 la primera parte de La democracia en América piensa que la democracia –identificada, recordemos, con la igualdad- y la libertad no son necesariamente compatibles. En realidad, piensa, la democracia ofrece unos peligros –la centralización de un inmenso poder burocrático, el individualismo y la tiranía de la mayoría- mucho más formidables que las instituciones del antiguo régimen. Unos peligros que la sociedad americana ha conseguido conjurar gracias, por un lado, a un carácter especial, y por otro a unas instituciones apropiadas. Cuando cinco años más tarde Tocqueville lanza la segunda parte de la obra su alarma es aún mayor. Está en marcha una potente corriente emocional que combina anhelos de igualdad, fe en la planificación económica y suspicacia hacia la propiedad privada. En conjunto reviste la forma de una nueva religión, y las distintas sectas que navegan en ella –los sansimonitas, los adeptos de Fourier, en breve los comunistas de Cabet- co...
* Todo parece indicar que Navarth es Fernando Navarro, former MP de Ciudadanos por Baleares en la XI y XII Legislatura