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LA IGUALDAD, Y EL CADÁVER DE LA LIBERTAD



Al evaluar la justicia de una situación se pueden usar dos enfoques, dinámico o estático. El primero analiza el camino que ha conducido a esa situación; el segundo se limita a tomar una foto de ella y a compararla con un patrón ideal. Si -desde una perspectiva estática- observamos que hay gente en la cárcel, y lo comparamos con un modelo ideal – por ejemplo, todas las personas deben ser libres- concluiremos que estamos ante una situación injusta; si, con una perspectiva dinámica, vemos el camino que ha conducido a esa situación –hay personas que han cometido crímenes legalmente penados y han sido condenadas por los cauces procesales adecuados-, decidiremos que la situación es perfectamente justa. Otro ejemplo: ¿es justo que unos tengan más que otros? Un modelo estático de justicia cortará la loncha temporal correspondiente al momento actual – groseramente entendido el tiempo como una especie de embutido- y la colocará en el microscopio. Allí la comparará con su modelo ideal y sacará las conclusiones correspondientes. Por ejemplo, según el modelo igualitario, si dos personas tienen distinta riqueza la situación/loncha es injusta.

Todos los principios de justicia estáticos exigen que la realidad se ajuste a un modelo: a todos corresponde lo mismo, a cada uno según sus necesidades… A Robert Nozick todos estos patrones le parecen arbitrarios y encuentra el igualitarismo especialmente desafortunado: lo relaciona con la envidia y los problemas de autoestima. Para Nozick siempre que se deje a las personas actuar en libertad las diferencias serán inevitables, y usa como ejemplo al baloncestista Wilt Chamberlain. Supongamos que en un momento dado la renta estadounidense se reparte de forma perfectamente igualitaria entre la población, y en ese momento Wilt Chamberlain hace la siguiente oferta pública: los que quieran verme jugar el próximo año tendrán que aportar un dólar. Supongamos que dos millones de estadounidenses aceptan la oferta: al finalizar la transacción, acordada libremente, la igualdad se habrá roto: dos millones de estadounidenses tendrán la renta media menos un dólar, y Wilt Chamberlain tendrá la renta media más dos millones de dólares. ¿Es injusta esta flagrante desigualdad? ¿No han actuado todos los agentes libremente? Nozick concluye que la libertad desbarata los patrones; y –el reverso tenebroso- los patrones asfixian la libertad. Porque un estado que mantenga una concepción estática de la justicia tendrá que estar continuamente introduciendo mecanismos correctivos a costa de la libertad de las personas.

La revolución comunista en China es uno de los experimentos más radicales para erradicar la desigualdad y eliminar los privilegios de las élites, cuyos bienes fueron expropiados para repartir como los revolucionarios consideraron oportuno. Algo costoso - del Gran Salto Adelante se cayeron 45 millones de personas- al menos el experimento consiguió una sociedad igualitaria… ¿o no? En su estudio «Persistencia a pesar de las revoluciones» Alberto Alesina, Marlon Seror, David Y. Yang, Yang You y Weihong Zeng concluyen lo siguiente:

«A pesar de la extraordinaria represión, los descendientes de la élite anterior a la revolución están significativa y sustancialmente mejor hoy que los de la no-élite».

El deslumbrante gráfico que abre estas líneas demuestra que el patrón igualitario que la revolución quiso imponer, a costa de sofocar la libertad y de un inmenso sufrimiento, ni siquiera ha funcionado:

«Encontramos que las personas cuyos abuelos pertenecieron a la élite anterior a la revolución tienen un 14,5% de posibilidades de permanecer en el decil superior. Esto es mayor que la tasa de persistencia del decil superior en Taiwán (10,1 %), Canadá (11,1 %), Rusia (13,0 %) y EE. UU. (14,1 %), lo que sugiere que las revoluciones chinas no elevaron la movilidad social de China por encima de los niveles alcanzados por varias economías capitalistas ejemplares o una economía que se alejó del sistema socialista».

Y a todo esto ¿sería bueno que hubiera funcionado? El estudio continua diciendo que «encontramos evidencia de que el capital humano (conocimientos, habilidades y valores) se ha transmitido dentro de las familias, y el capital social encarnado en las redes de parentesco ha sobrevivido a las revoluciones» y que los descendientes de la élite pre-revolucionaria «exhiben valores y actitudes sistemáticamente diferentes en la actualidad: en particular, es más probable que consideren el esfuerzo como importante para el éxito».

Y realmente ¿es malo para la sociedad tener una elite que cree en el valor del esfuerzo? 

El estudio puede encontrarse aquí: https://www.nber.org/system/files/working_papers/w27053/w27053.pdf

Comentarios

viejecita ha dicho que…
Pues yo creo en el esfuerzo, en MI esfuerzo ( no tanto en el impostado esfuerzo de según qué otros ), pero con el esfuerzo, pasa como con el CO2, que, aunque aumente, no es Lo Determinante.
En lo que Sí creo de verdad, es en La Suerte, o sea, en el favor de los dioses, que son los que regalan a unos la inteligencia y la visión para salir adelante, y, frecuentemente, con menos esfuerzo que otros que no gozan de esa suerte, y se quedan estancados.

El quid del asunto es : ¿ Hay que luchar contra el favor de los dioses ? ¿ Hay que aplastar e igualar hacia abajo, o ningunear a esos elegidos por los dioses ?¿ Aunque ellos , y gracias a su suerte, consiguieran mejoras y ventajas para ellos, y, de paso, para todos ?
Bruno ha dicho que…
Esa frase "a todos corresponde lo mismo, a cada uno según sus necesidades" tiene mas trampas que el Misisipí​.
Precisamente los mas devotos progres fueron los que crearon la idea del estado de bienestar. Que se podría resumir en unos muchos generando riqueza a toda velocidad y pagando impuestos para solventar necesidades BÁSICAS de los necesitados.
Lo que llevaría el debate al nivel de necesidades básicas... y a la obligación de trabajar para la sociedad.
A este modelo se adhirieron bastantes listillos con enormes necesidades superbásicas y nula obligación. Pero eso nos desviaría a otros asuntos.
Pero, precisamente, lo que garantiza cubrir las necesidades básicas es que generen riqueza los desiguales.

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