¿Por qué mataban los etarras? Porque eran asesinos. Matar a un hombre no es defender una doctrina, pero ETA tenía una: creían que los vascos eran diferentes y superiores al resto de los españoles, y que estaban oprimidos por éstos. Entonces los etarras mataban por tres razones concurrentes 1) imaginaban que existe una cualidad misteriosa –lo vasco- a la vez homogeneizadora hacia dentro y diferenciadora hacia fuera, 2) su creencia distorsionaba su percepción de la realidad y 3) eran asesinos. Eran, en suma, asesinos tribales.
Fieles a su doctrina los etarras practicaron una limpieza étnica en el País Vasco. Asesinaron a muchos y obligaron a marcharse a muchos más. Las cifras de exiliados no se saben con certeza, pero un estudio de la Fundación BBVA la estima en 160.000 personas: una cifra impresionante en una población cercana de 2 millones. Si realmente existiera «lo vasco» su historia no habría sido muy bonita, pero esa categoría es irrelevante. Hubo una mayoría que renunció a enfrentarse a los asesinos y ajustó la disonancia de su cobardía; «algo habrán hecho para que los maten», asumieron frecuentemente; hubo una iglesia «vasca» mayoritariamente repulsiva; y hubo jeltzales, estadistas del PNV que compartían credo con los asesinos –su fundador fue un racista furibundo- y recolectaban las nueces para ponerlo en práctica. Afortunadamente existió una minoría heroica. Políticos de UCD, del PP, del PSOE; periodistas; personas de la sociedad civil que se juntaron para elevar su voz. Y por supuesto las FSE, muy especialmente la Guardia Civil.
Desde el comienzo ETA había creado un departamento político para participar en las instituciones y recibir fondos púbicos: sí, durante mucho tiempo los españoles financiaron a los que los asesinaban, y existe un interesante libro de Mikel Buesa que lo detalla. En junio de 2002, durante el gobierno de Aznar, se dio el paso imprescindible de aprobar la Ley de Partidos: «El objetivo es garantizar el funcionamiento del sistema democrático y las libertades esenciales de los ciudadanos, impidiendo que un partido político pueda, de forma reiterada y grave, atentar contra ese régimen democrático de libertades, justificar el racismo y la xenofobia o apoyar políticamente la violencia y las actividades de bandas terroristas». Configurando una amplísima mayoría PP y PSOE votaron a favor; los nacionalistas –PNV, ERC, BNG…- y comunistas votaron en contra. Fue un momento magnífico para España en el que los constitucionalistas –la mayoría social del país- decidían unirse para combatir a ETA. La unidad duraría poco: casi a continuación Zapatero emprendió una negociación secreta con ETA.
En marzo de 2003, en aplicación de la Ley de Partidos, el Tribunal Supremo acordó por unanimidad la ilegalización de Batasuna considerando –con razón- que Batasuna y ETA eran partes de una misma organización. En mayo Estados Unidos incluyó a Batasuna en la lista de grupos terroristas, y en junio lo hizo la UE.
En 2011 el Tribunal Supremo anuló las listas electorales de Bildu por considerar el partido una continuación de Batasuna pero el Tribunal Constitucional, en una especie de «supercasación», y tras una votación de 6 a 5, anuló la decisión. Es imposible no sospechar que los pactos de Zapatero con ETA tuvieron algo que ver con la decisión. En octubre de 2011 ETA anunció que dejaba de asesinar. Desde entonces Bildu ha concurrido a las elecciones como un partido más. Sus integrantes provienen mayoritariamente del entorno de Batasuna o directamente de ETA, como su Secretario General. Rechazan la violencia en el futuro pero homenajean a los asesinos del pasado porque persisten en el delirio de considerar que se trató de una respuesta a la opresión. Desde luego no han abandonado su tribalismo esencial: buscan separarse del resto de España y mientras tanto crear un país vasco euskaldun.
Han pasado muchos años desde 2011. ¿Qué es lo que ha cambiado ahora? Pedro Sánchez. Pedro Sánchez, que al pactar con los herederos de ETA atravesó una línea roja marcada por los partidos constitucionalistas, el PSOE y él mismo. Pedro Sánchez, que ha sacado a su partido de una órbita centrada y lo ha llevado a su partido a los confines de la galaxia política, donde convive felizmente con los especímenes más extravagantes. Pedro Sánchez que, cuando las listas de Bildu repletas de asesinos le ha estallado en la cara, no ha dudado en convertir en chivo expiatorio a la derecha. Pedro Sánchez, que ha dicho que el PP no quería derrotar a ETA porque vivía muy bien padeciendo asesinatos. Pedro Sánchez, que está consiguiendo que sus adeptos prefieran Bildu al PP. Pedro Sánchez.
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