Martes. El número tres de Coalición por Melilla, partido que gobierna con el PSOE, es detenido en una operación contra la compra de votos. Miércoles. La Guardia Civil detiene a los números 2 y 5 de la candidatura socialista en Mojácar por compra de votos. Aparte de esto hay investigaciones abiertas en La Gomera y Sevilla. Jueves. Es detenida la candidata del PSOE a la alcaldía de Albudeite por un asunto similar. Y en otra sección del Código Penal, el número 2 del PSOE Andalucía está siendo investigado por su presunta participación en el secuestro de una concejal (al fondo se entrevé un turbio paisaje urbanístico). Viernes. De momento lo único reseñable -aún es pronto- es que un integrante de la candidatura de los socialistas a la alcaldía de Valencia ha renunciado… tras ser detenido por la policía; era «mediador intercultural» y miembro de los Latin Kings.
En fin, que está siendo un fin de campaña muy entretenido, pero los politólogos de guardia no han estado inactivos. «Buscan enfangarlo todo». «No hay que descartar que algunas formaciones usen esto para desacreditar los resultados electorales». «El ejemplo es EEUU y Brasil». «El PP se ha entregado al trumpismo». Como verán ahora el argumento politológico se desarrolla en dos fases. En la primera se defiende que comprar votos puede estar mal, pero lo intolerable es tener el mal gusto de denunciarlo porque llena de fango la campaña y la pone perdida. En la segunda, se identifica a la derecha con Trump. La primera fase también se empleó cuando el pacto de Sánchez con Bildu le estalló en las narices: lo importante no era llevar asesinos en listas sino criticarlo. Luego –la campaña estaba empezando- se dejaron llevar y forzaron un poco la máquina: «es mejor que se presenten a las elecciones a que maten; es un triunfo de la democracia». Es mejor que este pájaro esté en el PSOE a que secuestre en jornada completa, podrían decir ahora. La democracia triunfando por goleada.
No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que el argumento según el cual lo malo no es el crimen sino su denuncia tiene alguna fisura; y no hace falta ser politólogo pasado por Oxford para darse cuenta de que la comparación del PP con el trumpismo es flojilla. Como recuerda David Jiménez, Trump se pasó un año denunciando la posibilidad de fraude ante unas elecciones que se le presentaban complicadas. Y no consta que hubiera Demócratas detenidos por comprar votos –o por secuestrar, para el caso-. De hecho si hay alguien parecido a Trump -un aventurero sin escrúpulos que ha llevado a su partido a los confines del sistema y ha colonizado y debilitado las instituciones- en España es Sánchez, pero esta comparación suele pasar bajo el radar de los intrépidos politólogos. Ahí están ellos, sentando precariamente cátedra y proporcionando, ejem, argumentos para tranquilizar a los votantes recalcitrantes.
¿Por qué lo hacen? En Democracy for Realists Christopher Achen y Larry Bartels nos enseñan que ser listo y preparado no inmuniza contra el sectarismo: sencillamente, permite construir racionalizaciones más sofisticadas. Pero posiblemente la codicia es una mejor explicación que el mero partidismo: estar en la onda del poder permite acceder a medios, tertulias, conferencias, seminarios think-tanks e incluso, en ocasiones, a direcciones generales, altos comisionados o escaños. Es triste aceptarlo pero los «expertos» -cuando existen- no son necesariamente neutrales ni asépticos en sus afirmaciones. Espero que Harrison Ford no se lleve un disgustó al escucharlo.
Comentarios
Porque me apetece que gane Ayuso por goleada, y que a pesar de no necesitar ayuda, pida apoyo, y escuche a Ciudadanos y a Vox. Que tenemos que protegernos contra sanchez y sus aliados. Y nos están preparando un pucherazo como el del 36 ( Lo explican muy bien Manuel Alvarez Tardío y Roberto Villa García, en su libro "1936 Fraude y Violencia en las elecciones del frente popular ). Y, como nos descuidemos, no nos libramos .
Uno va a recoger su montón de candidatos de B con su sobre autorizado (que le sirvió de inicio del procedimiento, como un pedido). selecciona la lista que le da la gana y, ALLÏ MISMO, entrega su sobre. Lo mas similar a la votación en el colegio electoral.
El que paga, por lo menos que se arriesgue a que le engañen. No tiene ningún control sobre lo que el interesado mete en el sobre.
¿Por qué dan esa facilidad de encargar a un argumentario metodológico que vaya a Correos con la cesta de la compra?