En Darwin, dios y el sentido de la vida Steve Stewart-Williams defiende que una de las implicaciones aún no plenamente entendidas de la teoría de la selección natural es que acaba con la doctrina de la dignidad humana. Se refiere a la asunción de que el hombre se sitúa muy por encima del resto de los animales, algo que tiene una consecuencia hacia dentro y otra hacia fuera. Hacia dentro es el fundamento –entre otras cosas- de lo que Peter Singer llama «santidad de la vida humana», que impregna la consideración de asuntos como el suicidio, la eutanasia, el aborto – aunque la diputada Andrea Fernández defendió hace poco el aborto precisamente para proteger la dignidad del feto- y, por qué no, el homicidio. Hacia fuera, la doctrina implica que la vida humana tiene un valor inconmensurablemente superior al del resto de los animales: como diría Kant, la vida humana es un fin en sí mismo, mientras que la animal es un medio.
El caso es que –continúa Stewart-Williams- la doctrina de la dignidad humana se fue fundamentando sobre dos pilares. Uno, que los hombres, a diferencia de los animales, estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Dos, que el hombre se diferencia de los animales por estar dotado de razón. Pero Darwin desbarató ambas cosas. Ahora sabemos que no estamos diseñados a imagen de Dios sino por selección natural, que somos animales como el resto, y que nuestra sofisticada mente es una respuesta adaptativa como tantas otras. ¿Única? Sí, como –digamos- la trompa de un elefante. Si fuera un elefante quien clasificara el mundo animal posiblemente defendería que la adaptación más ingeniosa es la trompa, y pasaría a calificar el mundo en animales con trompa -dotados de dignidad-, y animales sin trompa, en el que quedarían englobados el resto de los animales incluidos los humanos (excepto, tal vez, Nacho Vidal).
Siento cómo se erizan los pelos de sus nucas, pero acompáñenme un poco más.
Seguro que ustedes conocen el trolley problem, el test utilitarista por excelencia. Un tranvía se dirige sin frenos hacia una vía donde, ajenas al peligro, trabajan cinco personas. Usted, que controla un cambio de agujas, puede desviarlo hacia donde sólo hay una. ¿Debería hacerlo? Los utilitaristas se apresuran a responder “¡claro!” antes de darse cuenta de que los humanos no funcionamos así. Lo que hacemos es una rápida e inconsciente evaluación de quién nos cae mejor, y tengo para mí que en un trolley problem real dos calvos y una gorda serían sacrificados por una modelo de Victoria’s Secret. En todo caso la demolición de la doctrina de la dignidad humana lleva el problema del tranvía mucho más allá. Puesto que todos somos animales, en el nuevo utilitarismo una persona debería ser sacrificada para salvar a un número suficiente de chimpancés. ¿Y de langostas? En fin, esto les pasa por haber llevado el utilitarismo hasta sus últimas consecuencias.
Lo cierto es que la dignidad humana sí es la clave de bóveda de la civilización; sin ella el oasis se desvanece –se convierte en espejismo-, los derechos humanos se volatilizan -eso, eso, apoyará Singer- y desaparece todo aquello que hace agradable la vida. Por eso, aun aceptando que la idea de dignidad se fuera consolidando por motivos que Darwin destruyó, nada nos impide afirmarla ahora desde nuestra condición de primates que entendemos un poco el universo. O, si lo prefieren, porque nos sale de la trompa. Eso sí, creo que el trato que dispensamos a ciertos animales es rupestre y debe mejorar porque, aunque mi amiga Parker no lo sepa, sienten, hacen inferencias, comprenden los rudimentos de la equidad y son capaces de disimular cuando se comen la chuleta que estabas descongelando.
Piensen, además, que con la negación de la dignidad humana se abre la puerta a todos los pirados y/o resentidos del planeta, los que piensan que el hombre no es sólo un animal más, sino uno especialmente nocivo. Por ejemplo la Iglesia de la Eutanasia que, para restaurar el equilibrio entre especies, propone la elección de Unabomber como presidente y el control de la población humana mediante la sodomía, el suicidio, la eutanasia y el canibalismo. O los vegetalistas como Stefano Mancuso, que defiende que las plantas son más inteligentes que los humanos puesto que se les han arreglado para conquistar el planeta. Y precisamente en este último jardín es en el que, al grito de "paradigma", acaba de descender el Papa Francisco en paracaídas. No sé, yo diría que el vegetalismo no es muy compatible con el objeto social de la Iglesia. Creo que se ha metido en un berenjenal, pero vez me falta la humildad vegetal que @Pontifex prescribe.
Comentarios
Empieza el asunto con: "la teoría de la selección natural es que acaba con la doctrina de la dignidad humana"
Yo diría que "la selección natural da entrada a la dignidad humana por la entronización de la razón y la autoconsciencia. Y todos esos "fenómenos" que nos pone son consecuencia de ese hecho. En fin...
Para acabar le lanzo una hipótesis que va de variedades de trompas: Imaginemos que, con la evolución, varios especímenes de vertebrados, y algún pulpo o incluso ministro, alcanzan un nivel de razonamiento, y tamaño especial del atributo, superior aunque distinto al usualmente atribuido a los humanos, excepto ministros.
En ese caso reescribamos el artículo y los fenómenos descritos. Parece que hay una inteligencia, y sentimientos, superior en los humanos. Pero los perros y las serpientes se superan. Ahora toca repartir dignidades entre especies. ¿las mismas, distintas, comparables cuantitativamente...?
Que el papa argentino ( una plaga peor que las cotorras esas ), está intentando acabar con nosotros...
Yo pensaba que el Concilio Vaticano II, con lo de quitar el latín, que hacía que nos sintiéramos en nuestra casa , y pudiéramos cantar y rezar con los demás, en cualquier iglesia del mundo, había sido el peor desastre para los cristianos, pero me parece que este papa, él solito, va a ser peor todavía.
¡ Capaz que se ponga a beatificar a las "malas hierbas", que están en todas partes sin hacer planes de ahorro, ni preocuparse de cómo se vestirán, ni cuanto vivirán,...
Grrrrrr
Doña Viejecita, he llegado a la conclusión de que el Papa no cree realmente en Dios: cree en la Pachamama y todas las deidades de la religión woke. Sus fieles deberían estar seriamente alarmados.
Qué bueno, Don Al. Los perros son admirables.
Saludos a todos y disculpen si no siempre contesto.
Me esperaba en todo caso que acogiera mi reflexión sobre la extensión de la dignidad a otras especies si evolucionaban darwinescamente hacia una trompa suficiente.
Lo del perro que colgaron mientras alumbraba mi reflexión podría valer: Ese perro tiene un chispazo de dignidad. A los personajes raros de la guerra de las galaxias, todos atrompados suficientemente en la acepción de inteligentes, se les concede dignidad sin mayores problemas.
Así que si la autoconciencia es un proceso progresivo y acumulativo, la moral un producto de la evolucion, y la bondad una estrategia social que Konrad Larenz olvidó estudiar, la cuestion es como siempre, cúando y porqué. Porque la explosion expiritual del siglo 1 antes de Cristo para mi que tenia una base distinta de la mera moralidad evolutiva.
EN particular, y como acentua don Fernando, la idea clave de la dignidad se apoya en la rompedora idea de la patristica de la igualdad radical de los hijos de Dios, que potencialmente encierra las distintas variantes de los derechos del hombre/humanos/individuales; Y me da a mí que no es producto de la mera evolución fisiologica: y con todo mi cariño y respeto para los grandes simios, la diferencia con el ser humano es cualitativa, y no cuantitativa. Quizas esa sea precisamante la clave de la interseccion deela religion y la evolución.
Respecto del Papa Francisco, y su ideologia diremos que es estridente,y que predispuetos como estamos al choteo, y por otras salidas anteriores que le conocemos, no es de extrañar que la comparacion sea trending Topic. Pero,¿Y los lirios ? Y los pájaros del campo que ni tejen ni hilan? Con esos criterios criticos que le aplicamos a Francisco, las metáforas y las parabolas evangélicas darían para un capitulo...
No es que sea pasta de mi pasta, ni sangre de mi sangre, pero al cesar lo que es del cesar, y a Francisco, lo suyo que no es poco. Pero no mas..
Dice usted "al cesar lo que es del cesar, y a Francisco, lo suyo que no es poco. Pero no mas"
Es que, de verdad, prefiero evitar pensar en este papa bergoglio, pero cuando me pilla de sorpresa, lo suyo me parece mucho más de lo que me permito opinar...
Ya siento
Y hay algunas parábolas del Evangelio, que me ponen furiosa.
El papa pisa demasiadas cosas terrenales y olvida que no puede pedir caridad absoluta a todos.
Entre otras cosas porque la caridad absoluta implica que el que la recibe no ha hecho, por lo menos como sociedad, lo suficiente para merecerla en ese grado.
Los hombres son inteligentes, pero no perfectos. Estamos al principio de la evolución y ya veremos si llegamos al final ante de que colapse algo.