No es que me haya vuelto tan tarumba como para ponerme a comentar una película de zombis, pero es que esta tiene algo verdaderamente especial: en ella los malos no son los muertos vivientes, sino los capitalistas. Así pues, el marxismo-Disney también se ha extendido, contra todo pronóstico, a este género.
Los zombis parecen estar en vías de adueñarse del planeta, y los humanos que sobreviven se han refugiado en ciudades amuralladas bastante cutres. Pero no todos los humanos son iguales: hay capitalistas y hay proletarios. Se reconoce a los primeros porque van bien vestidos y, en consecuencia, son malísimos. Viven, casi literalmente, en sus torres de marfil ajenos por completo a la miseria y el horror que los rodea (esto literalmente). El poder de los capitalistas deriva del hecho de tener grandes cantidades de dinero en billetes, lo que no se entiende muy bien en una economía en la que la producción parece haberse detenido por completo. Sea como sea los capitalistas tienen poder, y desprecian por completo a los proletarios que viven en los suburbios. Sin embargo, es evidente para el espectador que estos últimos desbordan autenticidad y honestidad.
Como he dicho, los muertos vivientes se alimentan de humanos. Estos se ven obligados a realizar incursiones para adueñarse de los bienes y alimentos que encuentran en las ciudades ocupadas por zombis. La situación alimenticia es, pues, favorable a estos últimos: los alimentos que consiguen los humanos están en vías de caducar, mientras que los propios humanos no caducan. Los zombis no tienen reparos en comerse a los humanos, pero parecen experimentar una sensación de injusticia con las incursiones que estos realizan y con las bajas que les causan. El propio protagonista (humano) de la película (a quién auguro pocos protagonismos mas) simpatiza con este planteamiento asimétrico, y de este modo perdona la vida al líder de los zombis alegando que sólo buscan un lugar donde vivir tranquilamente. ¿Empiezan ustedes ya a aspirar el aroma de la multiculturalidad?
Pero, un momento ¿su líder? Pues sí. Los zombis han conseguido demostrar una cierta capacidad para asociar ideas, y, simultáneamente, ha aparecido un caudillo entre ellos que sin duda provoca terror a los norteamericanos por su doble condición de muerto viviente y negro*. Tras una incursión especialmente sangrienta de los humanos, el negro se cabrea de veras y se dirige con sus zombis a la ciudad amurallada. De este modo, con pocas ideas en la cabeza y mucho resentimiento en el corazón, la marcha de los zombis contra la civilización consigue simbolizar con notable precisión a una relevante parte de la izquierda actual.
Aparentemente esta alegoría parece haber calado también en el propio Romero, que acaba mezclando confusamente a los zombis y a los proletarios. En realidad, en el colmo de la empanada, acaba mezclando también al terrorismo islámico. Y al final, los zombis penetran en la ciudad y devoran a los capitalistas, pero la película parece dar a entender que con la desaparición de éstos desaparece el problema (a pesar de que persisten los zombis). Así que es posible que el Presidente Zapatero haya encontrado en Romero alguien que comparte con él la tésis de que la causa del terrorismo está en la pobreza, que, por supuesto, es culpa de los capitalistas. De este modo eliminados éstos desaparecerá el problema de los terroristas y los zombis… hasta que seas devorado por ellos.
En resumen, la Alianza de las Civilizaciones continúa su imparable marcha con la inclusión de los zombis. Puede que incluso ZP sea ya un zombi, lo que explicaría su escasa actividad mental. Y quizás por eso nadie habla con él en las cumbres internacionales.
* Eso, al menos, es lo que defiende el bueno de Michael Moore en ‘Bowling for Columbine’, que la raíz de los problemas de los norteamericanos se encuentra en el miedo que les inspiran los negros.
Comentarios
Saludos.
Saludos cordiales.
Hay artistas que cuando son instintivos son fantásticos, cuando racionalizan la caga. No sólo a Romero, le pasa a Sabina, Almodovar...