La amnistía diría lo siguiente: que los que en 2017 infringieron la ley, y llevaron a España al borde del conflicto, tenían razón, y los que nos manifestamos por las calles de Barcelona –allí estaba ¡Iceta!- estábamos equivocados. Que las reivindicaciones nacionalistas –en España no hay democracia, las leyes son injustas, los tribunales están politizados, Cataluña está oprimida, Franco, Franco- son ciertas. Que las razones de los xenófobos tribalistas son justas, y las de los -en terminología de Ovejero – «ciudadanos mestizos» no lo son. Que -según su propio presidente- España es un país de pandereta, y la razón siempre la tuvo un tío estrafalario en un maletero.
El arte de la política es complicado, y dominarlo requiere bastante esfuerzo y dedicación; por otra parte es necesario un cierto nivel de civismo para que las democracias se mantengan. Como no se puede exigir al ciudadano que dedique excesivo tiempo al asunto, ni que -para poder opinar- se lea las obras completas de Isaiah Berlin o las chorradas íntegras de Laclau, propongo al menos la comprensión de estas cuatro sencillas reglas:
1) Democracia ≠ futbol. Partidos políticos y equipos de futbol se parecen en que son los únicos que viven de sus respectivos espectáculos –no así los aficionados ni los votantes-, pero lo que hacen los segundos empieza y termina en el campo, mientras que los juegos de los primeros pueden arruinar la vida de los aficionados y sus descendientes.
2) Por lo anterior, ciudadano ≠ hooligan. No debe usted seguir a un partido como si fuera un equipo de futbol, y hay que abandonar inmediatamente a aquellos que juegan mal o sucio. Si usted aplica distintas varas de medir para enjuiciar a unos y otros partidos, o realinea sus convicciones según los movimientos del partido de su preferencia, posiblemente esté en el segundo término de la ecuación (si usted hace melindres y siempre acaba votándolo, sin duda está en el segundo término).
3) Aunque usted no pueda verlo la democracia es un edificio real. Todos los que hemos vivido como adultos en democracia padecemos en mayor o menor medida esta ceguera, y tendemos a verla como algo natural e inevitable. Pero si se atropellan los principios, se deforman las normas, se colonizan los contrapoderes, y se sustituyen las paredes por gigantescas ventanas de Overton, la casa se cae, y todos acabamos viviendo en el desierto de Hobbes. Si esto sólo puede verlo con claridad cuando lo perpetra el partido contrario, aplique la regla 2.
4) La política tiene efectos en la realidad, y por tanto en ambas rigen las mismas leyes. Si usted no encomendaría sus negocios (la realidad) a una banda de jetas sin escrúpulos, no debe quedarse tan tranquilo cuando los jetas sin escrúpulos están en el gobierno (política). Y si usted está ahora mismo racionalizando o haciendo algún tipo de ajuste mental retorne a la regla 2.
Comentarios
Y sí, estamos alarmados. Al menos yo lo estoy. Además a mi alarma la acompaña un sentimiento de desprecio sobre el que prefiero no extenderme.
Pero
Viendo el efecto que han tenido, ( aparte de ser expulsada a las tinieblas exteriores ) las críticas dentro del partido, y las reclamaciones ante el defensor del pueblo, ante el Tribunal Supremo, ante el Constitucional, e incluso ante el Tribunal Europeo de los DDHH, ¿ Hay algo que podamos hacer, aparte de escondernos lo más posible de los mandamases ? ( ¿ Del Equipo, del Partido, de los distintos Gobiernos ? )
Es una gráfica en caída libre y sin repuntes ya que ni tan siquiera UPyD y C´s llegaron a nada, hundidos por las mismas causas que el resto de la casta partitocrática, para luchar contra ella por lo que fueron creados, que pudieran dar lugar a chispas de esperanza. La política en estepaís no es otra cosa que un estercolero plagado de vividores y ya en los últimos tiempos, radicales descerebrados.
Kantarepe