Ya tenemos en Cantabria a las castas políticas intentando sembrar el nacionalismo, tan provechoso para ellas. Como saben que el único elemento real de diferenciación es el idioma autóctono, sea verdadero, falso, vigente, resucitado o recauchutado, han patrocinado la elaboración de un diccionario cántabro-castellano. Es un intento modesto, y algo tosco, comparado con casos precedentes, pero el mecanismo es muy similar. Los nacionalismos invierten la secuencia lógica: primero proclaman la diferencia y luego la crean.
En una de sus frases marmóreas, Zapatero afirmó que las lenguas están para entenderse, a lo que Ferlosio se molestó en responderle que las lenguas están para que se entiendan los que hablan la misma, y para que no se entiendan los que hablan distintas. Ayer en Mallorca Zapatero descubrió que las lenguas pueden ser usadas, además, para dividir y crispar. Sorprendente ¿Iba, finalmente, a denunciar a los nacionalistas y a anunciar una nueva política alejado de ellos? Pues no. Según nuestro Presidente, quien usa el idioma para separar es el PP.
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Calleja en Onda Cero se ha lamentado de que Zapatero no contestara a Rajoy cuando éste le acusó de agredir a las víctimas. Curiosamente, no parece haber considerado necesario que también hubiera respondido a Rajoy cuando le llamó mentiroso varias veces, quizás porque se da cuenta de que habría sido una tarea estéril. A continuación, Calleja ha tirado de diccionario para intentar certificar la falta de precisión léxica de Rajoy, consiguiendo demostrar que no estaba en clase el día que enseñaron la diferencia entre “o” e “y”.
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