Este titular, correspondiente a la noticia que pueden leer aquí, ha provocado un interesante debate científico en el blog “Intentos y fracasos”, que me limito a transcribir.
Dr. Zete dijo... Jobar Perroantonio, cómo se está poniendo esto. Que conste que esos cortes sagitales de la feminidad me han inquietado desde que tenía seis años hasta ayer mismo. Que arda París mientras su blog difunda cosas tan interesantes! Llevo toda la vida, al igual que el Dr. Specter al que me une una gran amistad, intentando despejar dos dudas que me hacen vivir sin vivir en mí: la existencia o no del punto G y la eficacia de la homeopatía. He de confesar que he ensayado aproximaciones de todo tipo (eso sí,siempre bajo rigurosos estándares científicos) y he sido abofeteado en numerosas ocasiones, casi siempre con razón. Una vez, una chica (que formaba parte de la muestra experimental) me dijo: ¿y crees que con esas manazas vas a encontrarlo en Internet?En otra ocasión un médico homeópata me aseguró que yo era un hombre "brionia" y me enseñó las raíces de un tubérculo oriental en un libro del Corte Inglés asegurándome que aquello formaba parte tanto de mi problema de mucosidades así como de su solución(y me cobró 90 euros).Amilanado, me sumí en un mar de incertidumbres pero enfrentándome a ellas decidí que era más noble acabarlas: Conclusión: Si un millonario yankee ofrece un millón de $ desde los años 50 para el primero que demuestre estadísticamente la eficacia de la homeopatía y no ha aparecido ningun candidato, ustedes mismos.En cuanto a ese punto mágico del chichi, por lo demás tan topografiable, lo dejo en sus manos. 22 de febrero de 2008 16:43
valmont dijo... “La cultura erótica de una sociedad es un proceso continuo de incorporación de leyendas al comportamiento de los actores” Tim Spector. No le falta razón. Los hombres de mi generación descubrimos los recovecos del erotismo femenino a través de prestigiosas publicaciones como Penthouse y, con frecuencia, Macho y Globos. Además de abundar en ilustraciones, estas revistas ofrecían interesantísimos relatos que desvelaban sin tapujos la sexualidad femenina. Así aprendimos que ellas estaban completamente subyugadas por la atracción sexual hacia los hombres, independientemente del aspecto físico de éstos e incluso de su poder adquisitivo. Estaban particularmente fascinadas por mantener sexo con desconocidos, especialmente en lugares públicos, y sentían un perverso afán por montárselo entre ellas, siempre que hubiera un hombre delante para contemplar la acción y, eventualmente, unirse a ella. Con este bagaje salíamos a enfrentarnos al mundo. Desgraciadamente ellas demostraban haber tenido un menor afán por el conocimiento, no habían oído hablar de las publicaciones mencionadas, y, en consecuencia, no sabían que debían comportarse de acuerdo con ellas. No lo hacían por mala fe, sino por ignorancia, pero era fuente de grandes frustraciones por nuestra parte. Con el tiempo, la igualdad entre sexos alcanzó también el ámbito de la sexualidad. Entonces, un grupo de investigadoras decidió sintetizar los conocimientos alcanzados por las revistas masculinas y presentarlos al público femenino bajo la denominación genérica de Cosmopolitan. De este modo, las mujeres descubrieron que nada les apetecía tanto como el sexo oral e incluso, sorprendentemente, el anal. Fue entonces su turno de lanzarse al mundo, y lo hicieron con el entusiasmo de conversos recientes. La nueva actitud provocó cierto desconcierto entre los hombres, especialmente, porque entre los descubrimientos que Cosmopolitan realizó por su cuenta estaba el hecho de que a ellos les encanta rodear los encuentros eróticos de un ambiente romántico abundante en velitas y música new-age. Esto convirtió el sexo en un asunto tan prolijo que lo hizo del todo inmanejable. ¿Y a que viene todo esto? Pues a que Tim Spector puede creer, sin duda de buena fe, que ha descubierto el punto G, pero las mujeres no lo tendrán hasta que lo decida Cosmopolitan. Un saludo afectuoso. 22 de febrero de 2008 19:00
Dr. Zete dijo... Así es Valmont. Me da la sensación de haber ido al mismo instituto y haber conocido a las mismas chicas que vd. Salúdelas si aún existen y que la fuerza nos acompañe.22 de febrero de 2008 19:18
Dr. Zete dijo... Jobar Perroantonio, cómo se está poniendo esto. Que conste que esos cortes sagitales de la feminidad me han inquietado desde que tenía seis años hasta ayer mismo. Que arda París mientras su blog difunda cosas tan interesantes! Llevo toda la vida, al igual que el Dr. Specter al que me une una gran amistad, intentando despejar dos dudas que me hacen vivir sin vivir en mí: la existencia o no del punto G y la eficacia de la homeopatía. He de confesar que he ensayado aproximaciones de todo tipo (eso sí,siempre bajo rigurosos estándares científicos) y he sido abofeteado en numerosas ocasiones, casi siempre con razón. Una vez, una chica (que formaba parte de la muestra experimental) me dijo: ¿y crees que con esas manazas vas a encontrarlo en Internet?En otra ocasión un médico homeópata me aseguró que yo era un hombre "brionia" y me enseñó las raíces de un tubérculo oriental en un libro del Corte Inglés asegurándome que aquello formaba parte tanto de mi problema de mucosidades así como de su solución(y me cobró 90 euros).Amilanado, me sumí en un mar de incertidumbres pero enfrentándome a ellas decidí que era más noble acabarlas: Conclusión: Si un millonario yankee ofrece un millón de $ desde los años 50 para el primero que demuestre estadísticamente la eficacia de la homeopatía y no ha aparecido ningun candidato, ustedes mismos.En cuanto a ese punto mágico del chichi, por lo demás tan topografiable, lo dejo en sus manos. 22 de febrero de 2008 16:43
valmont dijo... “La cultura erótica de una sociedad es un proceso continuo de incorporación de leyendas al comportamiento de los actores” Tim Spector. No le falta razón. Los hombres de mi generación descubrimos los recovecos del erotismo femenino a través de prestigiosas publicaciones como Penthouse y, con frecuencia, Macho y Globos. Además de abundar en ilustraciones, estas revistas ofrecían interesantísimos relatos que desvelaban sin tapujos la sexualidad femenina. Así aprendimos que ellas estaban completamente subyugadas por la atracción sexual hacia los hombres, independientemente del aspecto físico de éstos e incluso de su poder adquisitivo. Estaban particularmente fascinadas por mantener sexo con desconocidos, especialmente en lugares públicos, y sentían un perverso afán por montárselo entre ellas, siempre que hubiera un hombre delante para contemplar la acción y, eventualmente, unirse a ella. Con este bagaje salíamos a enfrentarnos al mundo. Desgraciadamente ellas demostraban haber tenido un menor afán por el conocimiento, no habían oído hablar de las publicaciones mencionadas, y, en consecuencia, no sabían que debían comportarse de acuerdo con ellas. No lo hacían por mala fe, sino por ignorancia, pero era fuente de grandes frustraciones por nuestra parte. Con el tiempo, la igualdad entre sexos alcanzó también el ámbito de la sexualidad. Entonces, un grupo de investigadoras decidió sintetizar los conocimientos alcanzados por las revistas masculinas y presentarlos al público femenino bajo la denominación genérica de Cosmopolitan. De este modo, las mujeres descubrieron que nada les apetecía tanto como el sexo oral e incluso, sorprendentemente, el anal. Fue entonces su turno de lanzarse al mundo, y lo hicieron con el entusiasmo de conversos recientes. La nueva actitud provocó cierto desconcierto entre los hombres, especialmente, porque entre los descubrimientos que Cosmopolitan realizó por su cuenta estaba el hecho de que a ellos les encanta rodear los encuentros eróticos de un ambiente romántico abundante en velitas y música new-age. Esto convirtió el sexo en un asunto tan prolijo que lo hizo del todo inmanejable. ¿Y a que viene todo esto? Pues a que Tim Spector puede creer, sin duda de buena fe, que ha descubierto el punto G, pero las mujeres no lo tendrán hasta que lo decida Cosmopolitan. Un saludo afectuoso. 22 de febrero de 2008 19:00
Dr. Zete dijo... Así es Valmont. Me da la sensación de haber ido al mismo instituto y haber conocido a las mismas chicas que vd. Salúdelas si aún existen y que la fuerza nos acompañe.22 de febrero de 2008 19:18
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