Los que hoy insisten en que la democracia consiste en el gobierno sin restricciones de la mayoría lo dicen porque están entre el 51% de caníbales que pretenden proceder a la democrática ingesta del 49% vegetariano. Y la cosa puede ser aún más desvergonzada. Parcelando cuidadosamente el campo de decisión, un 4,5% de antropófagos nacionalistas catalanes afirma tener legitimidad para imponer su dieta a todos los españoles. Lo único que les preocupa a estos alegres aborígenes –sean catalanes o “sicilianos”- es pegarse el festín ahora que tienen una mayoría circunstancial, no vaya a ser que ésta cambie y las siguientes elecciones deparen un gobierno vegano. El caso es que la «tiranía de la mayoría» sólo se suele percibir como algo reprobable cuando uno no está en ella, pero este problema está resuelto desde hace tiempo entre la gente civilizada. Basta con fijar mayorías cualificadas que proporcionen estabilidad y eviten sobresaltos, establecer contrapesos que moderen los modales de los bárbaros, y –sobre todo- obligarles a cumplir la ley. Por tanto la invocación de la mayoría sin límites -hoy mismo Pablo Iglesias ha exigido depurar a los jueces conservadores para que no molesten- debería bastar para señalar al salvaje que ha irrumpido en taparrabos en una fiesta de etiqueta democrática.
Pero me interesa reflexionar sobre otra cuestión: ¿cómo se expresa esa «voluntad de la mayoría»? En las urnas, dirán: el gobierno se presentó a unas elecciones y los votantes le otorgaron su confianza. Pero entonces ¿qué ocurre cuando lo prometido no coincide con lo que realmente se está haciendo? ¿Y si escogieron a Pedro Sánchez por su promesa de no indultar a los sediciosos, y no pactar con todos los partidos con los que ahora pacta? ¿Realmente incluía la «voluntad de la mayoría» la supresión de la sedición y la reforma ad personam de la malversación? Puede que me contesten que la voluntad de la mayoría se formó de acuerdo con los cauces procedimentales adecuados y por tanto es perfectamente válida -y con eso estarán reconociendo que los trámites formales sí son realmente decisivos-. Pero además estarán aceptando la posibilidad de que la cacareada «voluntad de la mayoría» sea en realidad la de Sánchez, sus socios y sus esclavos parlamentarios. ¿Es que ni la voluntad de los caníbales está asegurada? Todos estos son temas para reflexionar, y les dejo uno adicional ¿tiene alguna relevancia la opinión pública como guía de la voluntad de la mayoría? Pasen un buen día.
Comentarios
Lo cierto es que el ansia por ganar de los partidos, tan feroz en el caso del gobierno (pero tambien patente en el bloqueo del PP), les ha llevado a unos y a otros a la desconsideracion mas absoluta de todas las instituciones, de todas las promesas, de todas las consideraciones. Sin arbitro, no hay partido. sin respeto a las instituciones, no hay Estado de Derecho. Por el bien de todos nosotros, espero que la decision del Constitucional, sea cual fuere, sea unanime. Ni que decir tiene que espero pero sin esperanza.
EL barrizal en que se ha convertido la estrategia de tension , no tiene fin. Solo queda la remota esperanza de las elecciones. Y sin embargo, tengo una curiosidad infinita, entomologica, por saber qué tiene Pedro Sanchez en la cabeza. Si es el Psicopata clinico que parece, si tiene algun fin en mente, o solo reacciona al cortisismo plazo; No entiendo sus desplantes al Rey, su mentira constante, su arrogancia permanente.
Pero tampoco veo mas lucidez en una oposicion igualmante feroz, que con el lema de la batalla cultural participa igualmente en la estrategia de la tension, y del "pues anda que tu". en un foro que visitamos ambos, incluso se habla de magnicidios...Me encuentro pensando en los Hunos y los Hotros, y en el "considero inutil pediros que penseis en Espana" de Unamuno.
Con su experiencia de la vida politica, piensa aun que cabe arreglo?
Gracies en todo caso por su reflexion serena (Y mis disclupas por la ortografia de un ordenador azerty...)
Kantarepe
Todos los que van con la soberanía, el estado de derecho, el pueblo, la mayoría, etc hablan sabiendo que la gente normal no sabe nada de eso. El estado de derecho, pensarán, es que se circula por la derecha, no como los ingleses que son muy raros.
Que uno no cumpla nada de lo que dice no tiene la menor importancia si es el amo de la lista. La gente está atada a su no veo, que no lo quiero creer.
Hoy mismo Feijóoohhh confunde comportamiento legítimo con nombramiento por procedimiento legal. Me imagino que con cordialidad.
Así las cosas habrá que volver al principio de los principios para aclarar los problemas que ud. plantea.
Un técnico sabe que si planta una columna esbelta y torcida pandeará y se irá a tierra. Y no hace falta ser técnico que si uno retuerce lo que dice cualquier ley con otra inferior el edificio del estado de derecho, vulgo tener leyes justas y cumplirlas, colapsará. Ahí el principio sería la espinosa cuestión, para los bestias de todo pelaje, de la separación de poderes y su relación sí es sí con la ley.
En fin, es que muchos han pasado de curso sin darse cuenta.
Y no sé el por qué de tanto lío si el golpe de estado es un simple alboroto.