A González se le veía incómodo, eso sí. Intentó estar allí pero distanciado, y eso lo convirtió visualmente en un maestro rural jubilado esperando el autobús. «40 años de democracia» era el lema con el que se quería dar continuidad al espectro, y esto no es casual. Ya se está instilando desde los medios –propiciada por Bildu y la Memoria Histórica- la idea de que España no fue una democracia plena hasta que Sánchez llegó al poder. Esto sirve -también gracias a la Memoria Histórica- para identificar a la democracia con el PSOE, y a lo que no es democracia con sus adversarios. Y así el PSOE puede pactar sin problemas con todos los enemigos reales de la democracia. Con los de verdad.
En fin, que el PSOE, entendido como un conjunto de principios, convicciones y políticas más o menos reconocibles, no existe. Me dirán que esto ocurre con todos los partidos y tal vez tengan razón, pero en este caso todo es más intenso. En todo caso no solemos votar por lo que los partidos hacen, sino por lo que (creemos que) son, y de nuevo González tiene razón. Cosas del voto identitario. O del hooliganismo, si lo prefieren. Esto es lo que hace que, creyendo que nada ha cambiado, se esté votando al destructivo proyecto narcisista de Pedro Sánchez de disfrutar – de manera algo vacía, si me lo permiten- del poder.
Comentarios
Hay dos partidos que "cubren" esas dos opciones, incluso más si contamos a los buenistas de sentimientos. El pesoe, sea lo que sea, y el PP, vaya ud. a saber lo que es.
Pero realmente no cubren ninguna de esas dos opciones.
Cubren sus necesidades. Las materiales y las sicológicas. La pasta y el poder.
Estamos perdidos.