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Mostrando entradas de septiembre, 2022

LA HUMILDAD DE LA ALCACHOFA

En Darwin, dios y el sentido de la vida Steve Stewart-Williams defiende que una de las implicaciones aún no plenamente entendidas de la teoría de la selección natural es que acaba con la doctrina de la dignidad humana. Se refiere a la asunción de que el hombre se sitúa muy por encima del resto de los animales, algo que tiene una consecuencia hacia dentro y otra hacia fuera. Hacia dentro es el fundamento –entre otras cosas- de lo que Peter Singer llama «santidad de la vida humana», que impregna la consideración de asuntos como el suicidio, la eutanasia, el aborto – aunque la diputada Andrea Fernández defendió hace poco el aborto precisamente para proteger la dignidad del feto- y, por qué no, el homicidio. Hacia fuera, la doctrina implica que la vida humana tiene un valor inconmensurablemente superior al del resto de los animales: como diría Kant, la vida humana es un fin en sí mismo, mientras que la animal es un medio.  El caso es que –continúa Stewart-Williams- la doctrina de la dign

LOS POBRES Y LOS RICOS

Como consecuencia de la desesperación producida por las encuestas –salvo el CIS de Tezanos, claro- la izquierda ha vuelto al mensaje más sencillo: la derecha baja impuestos para favorecer a los ricos, y nosotros subimos impuestos para cuidar a los pobres. Porque nosotros defendemos a los pobres y la derecha a los ricos, que en dog whistle  (para perros sordos) dice: nosotros somos buenos y ellos malos. Y con esto la izquierda demuestra su absoluta confianza en la desmemoria de los votantes, porque precisamente su mayor problema es que hace tiempo que abandonó el enfoque de clase (pobres contra ricos) por la defensa de todas las causas que integran la religiosidad actual: el feminismo de género, el ecologismo apocalíptico, el antioccidentalismo, los agravios y las identidades. Lo ha hecho porque, al igual que las grandes empresas, ha entendido el enorme caudal de votos que lleva una corriente religiosa: si ustedes quieren saber por dónde anda el zeitgeist no tienen más que escuchar men

REAL TIME IN SPAIN

HBO está reponiendo Real Time with Bill Maher . Para los que no lo conozcan, Maher es un humorista de izquierdas que se pasa todo el programa atizando a los republicanos. Como en La Sexta, dirán. Pues no: Maher tiene verdadero ingenio, gracia y talento, incluso cuando te pisa los callos. Además sus críticas no se circunscriben a los conservadores: le ponen nervioso las modas progresistas más ridículas, y ha llegado a convertirse en azote de lo woke –aunque, de momento, sigue siendo adepto del apocalipsis climático -. Antes de HBO Maher estuvo cinco años en la ABC presentando Políticamente Incorrecto hasta que un comentario inoportuno sobre el 11-S provocó el fin de su relación con la cadena, lo que es algo paradójico porque, si se mira bien, el comentario justificaba el título del programa. En el programa de anoche –que no se emitía anoche- Maher entrevistaba a Erin Brockovich . La abogada, recuerden, se hizo famoso por unas demandas contra la Pacific Gas and Electric Company por con

YES, SINISTER

El Gobierno de Sánchez se inauguró con la foto del Falcón y se clausurará con la teleserie. ¿Qué no la va a ver nadie más que para descojonarse? Desde luego, pero le da igual. Sánchez –Narciso contemplándose en la tele- quiere que le paguemos el álbum Hofmann con el que dará la lata a sus infortunados amigos: aquí estoy saludando a un jefe de estado; aquí, doy un discurso en Naciones Unidas; observad, niños, qué prestancia. Esa sucesión de imágenes resumirá su Gobierno. Mejor dicho: esa sucesión de imágenes es su Gobierno. Nunca existió un proyecto real más allá del relato plano como un lenguado, tontorrón, inconexo y destructivo. Queda el triste papel de ministros, diputados, y barones socialistas, reducidos, no ya a actores secundarios, sino a mero atrezzo. Ahorraríamos dinero si en el futuro el Consejo de Ministros y la bancada socialista se sustituyeran por vistosos decorados con los participantes congelados en distintas posturas -una expresión concentrada, un abucheo a la oposici

EL PRÓDIGO Y LO PÚBLICO

Se suele pensar que la política atrae a los narcisistas mesiánicos, que aspiran a protagonizar una superproducción a costa de la gente. Es cierto, y son tipos universales: han existido siempre pero antes solían ser atraídos hacia la religión, y por eso se parece tanto Pablo Iglesias a un anabaptista de Münster. Pero lo público atrae también a un tipo humano más modesto, menos estudiado y menos comprendido: el pródigo. El político pródigo o dadivoso es observable en todos los niveles y muy especialmente en las Comisiones del Congreso. Intenta atender cualquier petición de cualquier colectivo por insensata que sea. Prescinde de una visión general, no le preocupa si la petición es coherente con otras y ni siquiera si es económicamente factible, porque no sabe decir que no. En parte, claro, porque necesita sus votos: sospecha, generalmente con razón, que sin regalos no hay nadie que lo vote, y esta sospecha la comparte con el mesiánico. Pero además -a diferencia de este último- el pródigo

¿ES QUE NADIE VA A PENSAR EN LOS NIÑOS?

Entendiendo que la religión tradicional era su más directa competidora, los bolcheviques pusieron gran empeño en sustituir algunas de las tradicionales ceremonias religiosas por su contrapartida revolucionaria. Por ejemplo, la Navidad se intentó reemplazar por una frustrada «ceremonia invernal del komsomol », intento que recuerda a los actuales por implantar la Fiesta del Solsticio de Invierno. Este afán de suplantación afectaba también a los ámbitos más privados. Así, a partir de 1920 se promovió la sustitución de los bautizos por la « octubrización ». Richard Stites describe alguna de éstas en Revolutionary dreams . En una, celebrada en Kharkov en 1923, el niño felizmente «octubrizado» recibió como regalo un retrato de Lenin en un vistoso marco; a continuación los padres se comprometieron solemnemente a educar al niño en los valores del comunismo, se cantó la Internacional, y se bailaron danzas populares. En otra, en Moscú, los invitados portaban banderas y tambores y entonaban

LA IGUALDAD, Y EL CADÁVER DE LA LIBERTAD

Al evaluar la justicia de una situación se pueden usar dos enfoques, dinámico o estático . El primero analiza el camino que ha conducido a esa situación; el segundo se limita a tomar una foto de ella y a compararla con un patrón ideal. Si -desde una perspectiva estática- observamos que hay gente en la cárcel, y lo comparamos con un modelo ideal – por ejemplo, todas las personas deben ser libres- concluiremos que estamos ante una situación injusta; si, con una perspectiva dinámica, vemos el camino que ha conducido a esa situación –hay personas que han cometido crímenes legalmente penados y han sido condenadas por los cauces procesales adecuados-, decidiremos que la situación es perfectamente justa. Otro ejemplo: ¿es justo que unos tengan más que otros? Un modelo estático de justicia cortará la loncha temporal correspondiente al momento actual – groseramente entendido el tiempo como una especie de embutido- y la colocará en el microscopio. Allí la comparará con su modelo ideal y sacará l

FOLLOW THE LEADER, LEADER

En su último libro Not born yesterday el psicólogo evolucionista Hugo Mercier pone en duda la tradicional credulidad de  las masas. Es cierto -dice Mercier- que se muestran dispuestas a seguir a líderes muy poco recomendables, pero no es porque éstos les hayan convencido, sino porque dicen a las masas exactamente lo que quieren oír. No es –por ejemplo- que la sociedad alemana de los años 30 se volviera antisemita por Hitler, sino que el mensaje de éste caló precisamente porque la sociedad ya lo era. Es decir, el líder exitoso no es aquél que con su virtud, su elocuencia, sus ideas, su ejemplo, su belleza o lo que sea es capaz de galvanizar el entusiasmo de la masa en la dirección apropiada, sino aquel que con sus antenas es capaz de detectar y predecir el zeitgeist , y se apresura a ponerse en la dirección en la que la ola del momento moverá a la masa. Como Charles Chaplin en Tiempos Modernos , pero a propósito. Lo gracioso es que, con frecuencia, ni siquiera el líder oportunista enti