En Tierras de sangre detalló los terribles efectos de las tiranías en el siglo XX; Timothy Snyder extrae de ellas 20 lecciones para defendernos ahora. Pero ¿tan mal estamos? Es innegable que las democracias liberales se están deteriorando rápidamente y, si bien es cierto que las circunstancias actuales no son comparables a las de entonces, los ciudadanos del siglo XX tampoco pensaban que estaban a punto de ser engullidos por un torbellino de tiranía y destrucción.
Me interesa hablar de las lecciones 9, 10 y 11, las que nos previenen contra la manipulación del lenguaje, la sustitución del razonamiento por la imagen, y la abolición de la verdad:
«Abandonar los hechos es abandonar la libertad. Si nada es verdad, nadie puede criticar al poder porque no hay ninguna base sobre la que hacerlo. Si nada es verdad todo es espectáculo (…) Te sometes a la tiranía cuando renuncias a la diferencia entre lo que quieres oír y lo que oyes realmente. Esta renuncia a la realidad puede resultar natural y agradable, pero el resultado es tu desaparición como individuo y por lo tanto el colapso de cualquier sistema político que dependa de las personas».
Las presunciones
Los hechos son, con frecuencia, fastidiosos porque contradicen nuestros prejuicios, y hay varias maneras de neutralizarlos. Una de ellas es enjuiciarlos de manera diferente en función de la persona que los cometa, mediante la aplicación de un sistema de presunciones. Por ejemplo, la intencionalidad: lo que hacen los míos tiene presunción de buena voluntad, lo que hacen los otros, de mala. Con eso se desactivan las valoraciones negativas de los hechos propios, a la vez que esos mismos hechos sirven para estigmatizar al contrario cuando es éste quien los protagoniza. En España este doble rasero -que desemboca en la irrelevancia de los resultados y en la exhibición sentimental- se practica actualmente con total naturalidad.
Luego están las presunciones con origen en el marxismo. Según el materialismo histórico la posición socioeconómica, y la consiguiente adscripción a una clase, determinan incluso el pensamiento: «Mas no discutáis con nosotros mientras apliquéis (…) el sello de vuestras nociones burguesas de libertad y de cultura, de derecho, etc. Vuestras mismas ideas son producto de las relaciones de producción y de propiedad burguesas, como vuestro derecho no es sino la voluntad de vuestra clase erigida en ley; voluntad cuyo contenido está determinado por las condiciones materiales de existencia de vuestra clase». La afirmación de esta especie de sesgo involuntario de clase permitía desechar, sin necesidad de argumentar, las razones provenientes del adversario burgués por estar estructuralmente contaminadas de la cualidad opresora de su clase.
El materialismo histórico se ha trasladado hoy a cierta forma de feminismo -y la lucha de clases se ha desplazado a la lucha de sexos-. En este esquema feminista todo argumento en contra, por potente que sea, se desecha como fruto de un sesgo involuntario derivado de la inmersión inconsciente en una estructura de dominación, el heteropatriarcado, que sólo las verdaderas feministas son capaces de ver.
Klemperer
En LTI la lengua del Tercer Reich Victor Klemperer describe que la verdad muere de cuatro formas. La primera cuando se relativiza la necesidad de veracidad de los hechos y estos se equiparan a las meras afirmaciones. La segunda mediante el “encantamiento chamán”, en el que la repetición de las meras afirmaciones las pone por encima de los hechos verificables. La tercera mediante el pensamiento mágico y el abrazo abierto de la contradicción. Y la cuarta cuando se deposita la fe en un líder carismático:
«El relato que hacía Klemperer de cómo fue perdiendo amigos en Alemania en 1933 por la cuestión del pensamiento mágico suena inquietantemente cierto hoy en día. Uno de sus antiguos alumnos le suplicaba lo siguiente: “abandónese usted a sus sentimientos, centrándose siempre en la grandeza del Führer, y no en el malestar que está sintiendo en estos momentos”. Doce años más tarde, después de todas las atrocidades y al final de una guerra que Alemania claramente había perdido, un soldado mutilado le decía a Klemperer que “hasta ahora, Hitler nunca ha mentido. Yo creo en Hitler” (…) Y un trabajador le dijo que “comprender no sirve de nada, hay que tener fe. Yo creo en el Führer”».
Vida y cinematografía
¿Favorece la tecnología el abandono de la razón? En 1997 Giovanni Sartori escribió Homo Videns donde nos alertaba de que la televisión, como cauce privilegiado para la recepción de información, tenía un efecto empobrecedor al hacer retroceder desde el pensamiento abstracto lo meramente visual. Es decir, desde el homo sapiens al homo videns. En su última obra La carrera a ninguna parte se ratificó en esta opinión:
"Lo importante es esto: la televisión invierte el progreso de lo sensible a lo inteligible y lo destruye mediante el retorno al puro y simple ver. La televisión y el mundo de Internet producen imágenes y borran conceptos, pero así atrofian nuestra capacidad de entender».
El efecto del filtrado de la realidad a través de una pantalla no es sólo el abandono del pensamiento abstracto, sino también de la verdad. Gradualmente se va aceptando que la argumentación, entendida como una secuencia de razonamientos encadenados, se puede ir sustituyendo por la proyección de imágenes no necesariamente conectadas entre sí. En el límite la realidad es sustituida por un decorado, y la razón por la exhibición de unas fotografías inconexas de las que –por seguir con la alegoría cinematográfica- ha desaparecido el guion y por tanto la necesidad de coherencia interna. El resultado de esta tendencia es nuestro presidente Sánchez.
Habría estado bien una primera lección de Snyder que dijera “conoce tus sesgos cognitivos”. Porque, aparte de la sustitución del homo sapiens por el homo videns, las nuevas tecnologías potencian nuestro sesgo confirmatorio. Tendemos a buscar la información que confirma nuestros prejuicios –y a desdeñar la que los pone en duda- y los algoritmos nos ayudan. De este modo los usuarios de las redes pueden acabar en compartimentos estancos donde sólo circula la información autoconfirmativa, lo que viene a ser la definición del sectarismo.
Todo está en los libros
«Asistimos a este trance colectivo como si fuera algo normal: hemos caído lentamente en él. Hace más de medio siglo, las novelas clásicas del totalitarismo advirtieron de la dominación de las pantallas, la supresión de los libros, el estrechamiento de los vocabularios y las dificultades asociadas del pensamiento. En Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, publicado en 1953, los bomberos encuentran y queman libros, mientras que la mayoría de los ciudadanos ven televisión interactiva. En el 1984 de George Orwell, publicado en 1949, los libros están prohibidos y la televisión es bidireccional, permitiendo al gobierno observar a los ciudadanos en todo momento».
Estamos en un momento de abandono de la razón y de destrucción de la verdad. Esto es tan evidente que ha surgido un nuevo término: posverdad. Si las tecnologías favorecen este efecto, la solución no va a ser encerrarse en una cueva. Una terapia adecuada es leer. Los libros nos permiten disponer de un marco mucho más complejo de la realidad, y Snyder se anima a recomendar algunos para estos días turbulentos. Es una lista heterogénea que contiene magníficos libros de lectura placentera -Milan Kundera: La insoportable levedad del ser- junto con otros de digestión más pesada -Hanna Arendt: Los orígenes del totalitarismo- Procede destacar dos libros absolutamente imprescindibles: El poder de los sin poder de Vaclav Havel, imprescindible para entender lo que es la vida en un gigantesco decorado. Y El pensamiento cautivo de Czeslaw Milosz, imprescindible para entender los efectos de una ideología – el materialismo dialéctico o “dialmat”- en la destrucción de la razón. Me permito añadir alguno que no está: El olvido de la razón de Juan José Sebreli. Y El verdadero creyente, de Eric Hoffer. Amplíen ustedes la lista.
Timothy Snyder, Sobre la tiranía: veinte lecciones que aprender del siglo XX
Comentarios
Tierras de Sangre me pareció excelente, espero lo mismo de este
Si me permite voy a recomendarles Terror y Utopía, Moscú 1937 de Karl Schlögel, es largo, da para una temporada confinado pero traducido solo lo he encontrado en papel, bien editado, eso sí, (Acantilado)
Al contrario, Sánchez, no digamos Zapatero, a los que no se les conocen mas que banalidades y mentiras etc. resulta que también están. Amparados por los mismos trucos.
Como le gustan los diagramas se puede entretener en confeccionar un diagrama de Ishikawa gigante donde incluya todas las acciones que se han tomado para llegar a esta situación. Un entretenimiento para el confinamiento. Una de ellas lo que ud. apuntaba hace poco: la de cosas que como parlamentarios se debían de hacer porque eran importantes y urgentes aunque realmente se dedicaron a una especie de parloteo.
El asunto que nos trae es sumamente importante.
Tomo nota de todos los libros. Algunos los he leído, y los conservo incluso. Los demás, los buscaré.
Lo que a mí me da miedo es esto :
- Igual que nos van quitando partes de algunos, y censurando videos, y películas ( borrando cigarrillos, por ejemplo ), ¿ No podrían hacer lo mismo con los libros ? Hablo de los libros en formato kindle, que aunque hayamos comprado y pagado, tenemos "en la nube".
¿ Habrá que imprimirlo todo por si las flais ?
Yo tengo libros por toda la casa, excepto en cuartos de baño y cocina. Y ya, todos los libros clásicos, de ediciones baratas, los estoy sustituyendo por libros electrónicos. Que no abultan y así hago sitio en mis anaqueles. Y los nuevos, me los compro de entrada en Kindle, y sólo compro en papel , y en edición buena, los que de verdad me encanten.
Pero con ello
¿ Me estaré arriesgando a que todos ellos me desaparezcan, o peor aún, que sean modificados según "la moral" del momento y no se enteren mis nietos cuando hereden mis libros ?
Muy buenos sus comentarios y reflexiones. Hace ya muchos años lei los varios tomos de las memorias de Klemperer y estos meses me acordaba mucho del libro cuando pensaba en la situación política e ideologizada por la que está pasando España.
Siga escribiendo por favor en el blog. Los libros que recomienda son siempre interesantísimos y algunos ya clásicos que cita forman parte de mis lecturas favoritas desde hace años
Ishikawa ¿eh?
Yo creía que le proporcionaba una buena idea para su hábito de crear diagramas.
Muchas gracias Goethe. Desde luego seguiré escribiendo mientras tenga lectores tan amables como usted.