Ayer la Ministra Llop se animó cuando salió este asunto. Había pasado momentos tensos con Alsina, como cuando le preguntó por la reforma a la carta de los delitos de sedición y malversación y ella tuvo, con la cabeza baja, que recurrir a los eslóganes caducados -«adaptarse a la legislación europea», «modernizar un delito del siglo XIX»…- mientras él la miraba con cara de guasa. Permitan una digresión: nos hemos acostumbrado a ver mentir en público a los políticos cuando la adherencia a la verdad debería ser uno de sus activos más valiosos. Un engaño evidente de una Ministra a los ciudadanos, como en este caso, debería apartarla inmediatamente de lo público y condenarla –metafóricamente– a la cueva de Beatriz Flamini.
Pero si la Ministra demostró que su sujeción a la verdad no era estricta, en cambio exhibió músculo moral en la gestación subrogada. La firmeza de su juicio mandaba dos mensajes. El primero, esto está indiscutiblemente mal y por tanto fuera de discusión; el segundo –derivado del anterior- quien defiende la gestación subrogada es sospechoso de ser mala persona. No me entiendan mal. Yo comparto algunas de las prevenciones de la Ministra en cuanto a la mercantilización de la gestación, y por eso los que la defienden suelen insistir en la necesidad de que sea altruista. También conozco experiencias de padres por gestación subrogada que mantienen relaciones con la gestante: no parece que el proceso haya sido traumático para ella. En todo caso lo que resulta muy cargante es que los mismos que exhiben indignación moral ante la gestación subrogada suelen continuar moralmente sulfurados –aunque en posición opuesta- cuando otros les manifiestan sus propias objeciones morales relacionadas con la gestación, concretamente con su interrupción artificial. Esos no suelen ser contemplados como personas virtuosas por los que acaban de exhibir virtud, sino como oscurantistas guiados por el fanatismo, deseosos de extinguir la libertad y revertir el proceso. ¿Y sus razones? Porque puede que la subrogación sea un eufemismo y cosifique al gestado, pero la interrupción voluntaria -otro eufemismo- no mejora la cosa. Qué gran momento para acercarse y escuchar las razones del otro, pero esto no va a ocurrir porque las razones del otro no sólo son irrelevantes sino algo peor. Ocurre que las posiciones morales pasan a enjuiciarse según quienes la mantienen, y si «Ellos» -los «otros»- alegan un escrúpulo moral contra algo significa automáticamente que ese algo es bueno. No un mal menor sino directamente bueno, expresivo de la libertad y el progreso. Eso ya ocurre.
No parece, por tanto, que la discusión se vaya a decidir serenamente sobre la solidez de los argumentos morales. Renuncien a debatir sobre una moral kantiana -o mejor sobre unos fundamentos morales evolutivos-. Aquí de lo que se trata es de adquirir el pack moral adecuado y ajustarse a la moda a la hora de escoger estandartes virtuosos.
p.d. Tengo que decir que la Ministra Llop, que parece escapada de Fauda, al menos es educada. Lo primero también es un piropo.
Comentarios
Hya un exceso de moralidad, y una inmensa falta de moral. Todo quisque se lanza a legislar lo bueno y malo con pasion de aficionado , y salen mas savonarolas que botellines. Sinencambio, la legislacion solo parcialmante debe contar con la moral, y mas debe basarse, en estas cuestiones, en el principio de precaucion, y en no generar mas barullo que beneficio.
Por formación (liberal, humanista y católica) tiendo a la prevención. Porque no creo que exista un derecho ala maternidad, porque me impone un respeto imponente todo cuanto se refiere a la procreacion, y porque tengo una precaucion enorme ante los usos torticeros. Lo mismo en la experimentacion genertica, y puede usted imaginarse en lo que se refiere al aborto.
Pero dicho esto, las aseveraciones categóricas sobre las conductas ajenas me producen un pudor enorme.Ante algnos preguntones, predicadores y acusadores, me gustaria como en el evangeklio, quedarme ausente mientras escribo (o dibujo) en la arena. Y dejo con gusto a otros que prediquen sobre la moralidad pública.
Y respecto del lenguaje político¿qué decir? Yo creo merecer que me digan la verdad. Los relatos, como los juegos florales, solo en las fiestas provinciales.
kantarepe
Sinceramente yo no me atrevería a discutir sobre eso: por ejemplo ¿quién define lo que es moral? ¿El mandato de la ley es moral? ¿Existe un derecho natural inmanente a todas las personas o hablamos de un constructo cultural sometido al paso del tiempo? ¿Debe respetar la ley quien considere que atenta contra la moral? ¿Era lícto encarcelar a los testigos de Jeová que se negaban a hacer la mili porque era pecado?
No sé, Fernando, la Llop parece educada, mucho más que el chulo de sauna de su jefe, pero mentir miente como él y maneja los argumentos con intención de engañar, como él. Algo hemos mejorado: estos usan la mentira, Cesar Borgia usaba el asesinato, o eso dicen. Stalin también