En fin todo este rollo es para comentar que el desmantelamiento del estado de derecho siempre viene precedido por la histeria social, que el desmantelador se apresura a atizar. La alarma que propicio la Ley del Sí es sí fue el caso de la Manada, que permitió a la Ministra Montero la creación de otro espantapájaros según el cual al código penal español se la bufaba el consentimiento de la mujer, y por eso a Irene –como a Harry- garantías tales como la presunción de inocencia le parecían penosos estorbos. A partir de ahí –en una sucesión de chapuzas- desarrolló su particular visión detallada ayer mismo por Victoria Rossell: las penas al violador no sirven de nada porque «individualizan el problema». De lo que se trata es de culpabilizar a media sociedad –concretamente, la que Montero y Rosell señalen- porque, recuerden, vivimos en una sociedad machista que practica la «cultura de la violación». A fin de cuentas «el violador eres tú». Es una vuelta desde la responsabilidad personal a la colectiva, en la que el delito de un hombre contamina a todos ellos, y si no entienden a primera vista que esto es un retorno desde la civilización a la barbarie sustituyan «hombre» por «negro» o «judío».
En la segunda entrega de la serie Harry Callahan se enmendó a la totalidad. Harry el Fuerte -que así se llamaba en ese momento- luchaba contra una banda de policías que en sus ratos libres eliminaban criminales de forma extrajudicial. Es decir, Harry el Fuerte luchaba contra Harry el Sucio. No parece probable que Montero, Rosell y la jovial Pam vayan a experimentar un proceso de conversión similar, pero cosas más raras se han visto.
Comentarios
Los roles están establecidos. Las hembras se comportan como excitantes señuelos que incitan a los machos a olisquear y luego a tocar y tocar.
Esa costumbre, instinto de la naturaleza, la conocen los que dirigen a esa pareja obsesionada.Y por eso cuentan con que sólo hay un sí y no el otro sí. El sí de una mujer que siempre dirá no para elevar su poder y estar a cubierto.
La salida a todo eso es el onanismo, la abstinencia, el transismo o la orgía pública. El ágora del consentimiento donde todo se hará a la vista y no habrá dudas sobre el sí.
Estas mujeres han puesto a su luz lo que siempre ocurre a oscuras.
Este último título es el mejor, de momento.
Y sí, Harry el Sucio detenía al malo malísimo saltándose las reglas. Pero es que era era el malo malísimo. Y había pruebas de ello.
Irene, lo que pretende es decidir quienes son los malos malísimos, así, por que sí. Y según ella lo son todos los señores. Y las señoras son todas santas de canonizar, y víctimas por ser señoras. Y sólo a ellas hay que creerlas cuando acusan. Aunque acusen sin pruebas, y cuando las pruebas las señalen a ellas.
Y esto es bastante peor.
Los progres lo que quieren son leyes nubosas que no siempre se apliquen y tampoco de la misma forma. Cachondeo. Arbitrariedad. La ley para el enemigo.