Jugando con el foco y la mancha se puede, por ejemplo, afirmar que la sociedad más igualitaria es un reducto del patriarcado, y que la ciudad más segura esta poseída por una cultura de la violación: basta con enfocar y desenfocar selectivamente. Se puede, también, decir que la mitad de la sociedad -sometida a una espiral de silencio, y cuyos derechos se están pisoteando- se reduce a «uns poquets» ruidosos que se «autoodian». Se refiere Jéssica Albiach a esos que preferirían que se cumplieran las sentencias de los tribunales, y que se les impartiera un 25% de la enseñanza en castellano. Y dice que se «autoodian» porque «no soportan la cultura propia», que en papiamento nacionalista quiere decir el catalán cuidadosamente desinfectado de castellano.
El caso es que todos los estudios coinciden en que los niños a los que se priva de la enseñanza en su lengua materna tienen muchas probabilidades de engrosar las estadísticas de fracaso escolar; Albiach llama a esto «igualdad de oportunidades», y esto ya no es tanto manejo del foco como caradura. O más bien el ajuste de la disonancia que se produce entre la imagen que seguramente Albiach tiene de sí misma –la de una persona progresista que defiende a las personas y la igualdad- con su sumisión a la hegemonía nacionalista –que subordina las personas a la tribu y aborrece la igualdad. De sus dramáticos esfuerzos brota espontáneamente el doblepensar, y la percepción de la realidad se emborrona. De este modo ella puede seguir llamando «cohesión social» a la masa uniforme que se obtiene de triturar a los ciudadanos y seguir siendo «progresista». Eso es todo.
La intervención aquí.
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Te perdió el Parlamento pero te ha ganado el blog