En la oscuridad de su despacho el coronel Picquart accede abruptamente a una revelación: Dreyfuss es inocente. La escritura del documento que sirvió para condenarlo coincide exactamente con la de Esterhazy, sobre el que se acumulan otros indicios. En uno de los platillos de la balanza que acaba de definirse están la comodidad, la carrera profesional, la reputación y -pronto lo descubrirá- la libertad de Picquart; en el otro reposa desvalida la verdad. Sería tan fácil dejar que continuase oculta…
Picquart comunica a sus superiores el descubrimiento. En una reunión con el general Gonse éste le expone la conveniencia de barrerlo debajo de la alfombra. Tal vez se ha cometido un error, sí, pero está en juego el honor del ejército y la tranquilidad de la nación: la libertad y el honor de Dreyfuss deben ceder, lamentablemente, a estas consideraciones superiores. Somos soldados, cumplimos órdenes; no nos corresponde enjuiciar este caso, y aquí estamos para cumplir nuestro deber.
El dilema de Picquart se lo acabará encontrando todo aquel que decida entrar en política. Puede que el interés superior invocado sea externo -el «interés general», o la «razón de estado»- o interno -el honor o la supervivencia de partido del cual, se dirá, uno no es más que un «soldado»-. Generalmente estas grandes razones invocadas no serán más que pretextos para enmascarar el interés personal del que las enarbole: por eso, porque proporciona excusas altisonantes, la política es un campo tan fértil para los indeseables. Y cuando exista un verdadero conflicto de valores en juego -con frecuencia la política consistirá en escoger el mal menor- será difícil no entrar en una pendiente resbaladiza: lo normal es que el político acabe interiorizando que habita en un mundo dominado por valores superiores, y que él mismo -que los personifica- está por encima por encima de la gente común.
Por eso cuando tengan que escoger a un político hagan un ejercicio mental: piensen en qué lado de la mesa estaría, en el de Gonse o en el de Picquart. Y apuesten por el que, a costa de su comodidad personal, defienda la verdad y la justicia. La sociedad será, a la larga, un lugar mejor.
El oficial y el espía (Roman Polanski, 2019)
Comentarios
Difícil será que se nos presente esa opción, cuando son los propios partidos los que seleccionan , para incluir en sus listas, mas Goses que Piquards. De hecho, y salvo honrosísimas excepciones, la confección de las listas y de los liderazgos dificultan la inclusión de las mentes independientes que se planteen siquiera la existencia de dilemas.
Recordemos a Burke, sí: "The only thing necessary for the triumph of evil is for good men to do nothing." Pero tambien a Mateo 10.16, tan jesuitico. Así que recemos por no estar en la situacion de Piquard,y por que si estuvieramos en ella, respondamos al menos como él.
Conocía , de aquella manera, lo del Affaire Dreyfuss, pero no recordaba a Picquart.
Y sí, como decía el otro día Boris Cyrulnic en "La Grande Librairie” ( estaban hablando de los que habían escondido a niños judíos, durante la colaboración del régimen de Vichy con la Gestapo, o incluso siendo oficiales alemanes, se habían negado a cumplir ciertas órdenes, mientras que otros las obedecían ciegamente, hasta más allá de lo exigido por la autoridad ).
¿ Que es lo que hace que algunas personas, con riesgo para su carrera, o incluso para su propia vida, digan : por aquí no paso, y que otros obedezcan sin sentirse responsables más que de cumplir esas órdenes, considerando que su deber es obedecer ?
Bien visto
Dª Viejecita, vea la película de Polanski, que está muy bien
No olvidemos que el asunto dividió a Francia en dos tribus.
Piquard tuvo el honor de ser muy citado, y defendido, por Proust.
Es cosa curiosa la de la resistencia moral, por que se da por igual en muchos sentidos. Admiramos a esos heroes, y con razón; y a Joaquim Fest, y aun a los componentes de la Rosa Blanca, en Alemania. A muchos nos pareció casi heroico algo tan elemental como las concentraciones silenciosas de gesto por la paz; y a veces la conciencia llama de modo tan inapelable, que pagar las consecuencias de la fidelidad es el menor de los males.
Sin embargo, en otras ocasiones admiramos la ductilidad, y el acomodo, y preferimos a quienes en la transicion abjuraron de los principios del movimiento que habian jurado, frente al bunker signo de la inmovilidad; Los Bartleby nos parecen obstinados y tercos, y rezamos, como los obispos, porque el espiritu nos permita distinguir el signo de los tiempos, para adptarnos a ellos.
No sabria decirle.
De ahí que la pregunta debiera ser en todo caso; ¿Quien va a tener mas éxito reproductivo, ¿Piquard o Goses?
Acabo de ver en el Apple tv, la película.
Larga, pero estupenda, en efecto.
Muchas gracias
Don Al:
Puede que los Picquart tengan menos hijos, pero los hijos de los Gose, serán Gosesitos chicos, o sea, peones obedientes. Como mucho, tontos útiles.