Suele ocurrir que la política sea un asunto tan complicado que normalmente sólo podamos aspirar a conocer bien los asuntos de nuestro propio país, teniendo que conformarnos, cuando salimos al exterior, con unos cuantos estereotipos. Esto parece haber ocurrido al filósofo Paolo Flores D’Arcais, defensor de turno de Garzón en El País, capaz de discutir con soltura sobre la existencia de Dios con Habemas o Ratzinger y, simultáneamente, de escribir un artículo repleto de chorradas como el de hoy. “El ostracismo al que los sectores antidemocráticos de España quieren condenar al juez Baltasar Garzón no es una mera cuestión interna española, sino que atañe a Europa entera y a su porvenir”. Nada menos. Desde la primera línea Flores D’Arcais adopta un enfoque peculiar - se trata de una lucha heroica entre un Juez independiente, al mejor estilo de las películas de Capra, y los franquistas, al mejor estilo de Forges- que condiciona el resto de la argumentación. Sólo así se explica que se anime a decir que “lo que está en juego en el caso Garzón es, en efecto, la propia autonomía de la judicatura”, una afirmación que causa risa a todo aquél que conoce la trayectoria de Garzón y lo ha visto cazando con el Ministro de Justicia y miembros de la fiscalía y la policía judicial durante la instrucción de un caso contra la oposición.
Hoy les traigo los hábitos sexuales del combatiente ( Calidris pugnax ), un pájaro originario de Finlandia que luce un vistoso plumaje superior que recuerda un poco a Mildred Roper con una estola de visión. Este plumaje –ya lo habrán sospechado a estas alturas- cumple una función similar a la cola del pavo real: atraer a las hembras. Y los que desarrollan un plumaje más vistoso, que son los de mayor estatus, más agresivos y con más altos niveles de testosterona, parecen atraerlas más. Exactamente igual que en los humanos. Puesto que el plumaje se transmite genéticamente, también habrán sospechado que está correlacionado con alguna ventaja genética: la hembra que se encapricha del combatiente emplumado está, inconscientemente, escogiendo buenos genes. Pero lo curioso es que, dentro de su competición intrasexual por las hembras, los combatientes machos han desarrollado tres estrategias de apareamiento que se corresponden con tres tipos de plumaje. El biólogo David Lank explica que la m...
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