Pues yo, señores, este fin de semana tengo que emigrar temporalmente de mi casa. ¿El motivo? Un macroconcierto que se celebrará este sábado, en cuatro escenarios repartidos por el pueblo en el que vivo, con el sugestivo título Trobada Músics por la llengua.
El programa de festejos viene en catalán, pero ha sido benévolamente traducido en este orden: inglés, castellano, alemán y árabe, éste último por la expectación que ha suscitado el acontecimiento en el Magreb. Nos explica que “la trobada es un macro concierto reivindicativo (no busquen, pues, calidad musical) que pretende ayudar en la normalización lingüística del catalán en el ámbito musical”. Caramba ¿y por qué? Pues porque el catalán es una lengua que “históricamente ha sido reprimida i (sic) silenciada. Consideramos que es imprescindible la colaboración de todos/as aquellos/as (la corrección de género era inevitable) para que ésta se convierta en una lengua usada con normalidad i que esté presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana”. Y continúa el manifiesto diciendo “reivindicamos la presencia de nuestra lengua en los medios de comunicación -¿no ha alcanzado ya el 100%?-, en las calles i en los hogares”. En el mío, como está en mitad del pueblo, esto último lo conseguirán al primer acorde.
Y lo mejor de la empanada es cuando estos fenómenos, para los que el castellano no es nada más que un mal sueño del que hay que despertar cuanto antes, apelan nada menos que… ¡a la diversidad! “Luchamos para que los i las músicos (interesante variante de la corrección de género) de todas las culturas minorizadas tengamos más oportunidades (…) y para que la lengua no sea un impedimento sino un camino abierto hacia una cultura del respeto i amor hacia la diversidad” “Es imprescindible hacer oír nuestra voz para no continuar siendo minimizados i atacados por aquellas culturas que se imponen desde el poder”.
De modo que el sábado, si quiero dormir normalmente (y no ser normalizado) tengo que emigrar, a mi costa. Y por cierto ¿quién paga esto? Veamos: el Gobierno de las Islas Baleares, el Consejo Insular, la televisión autonómica balear, la televisión del Consejo Insular (sí, también tiene una) y el Ayuntamiento de mi pueblo. Es decir, yo mismo. Me recuerda a lo de los ejecutados chinos y la bala.
El programa de festejos viene en catalán, pero ha sido benévolamente traducido en este orden: inglés, castellano, alemán y árabe, éste último por la expectación que ha suscitado el acontecimiento en el Magreb. Nos explica que “la trobada es un macro concierto reivindicativo (no busquen, pues, calidad musical) que pretende ayudar en la normalización lingüística del catalán en el ámbito musical”. Caramba ¿y por qué? Pues porque el catalán es una lengua que “históricamente ha sido reprimida i (sic) silenciada. Consideramos que es imprescindible la colaboración de todos/as aquellos/as (la corrección de género era inevitable) para que ésta se convierta en una lengua usada con normalidad i que esté presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana”. Y continúa el manifiesto diciendo “reivindicamos la presencia de nuestra lengua en los medios de comunicación -¿no ha alcanzado ya el 100%?-, en las calles i en los hogares”. En el mío, como está en mitad del pueblo, esto último lo conseguirán al primer acorde.
Y lo mejor de la empanada es cuando estos fenómenos, para los que el castellano no es nada más que un mal sueño del que hay que despertar cuanto antes, apelan nada menos que… ¡a la diversidad! “Luchamos para que los i las músicos (interesante variante de la corrección de género) de todas las culturas minorizadas tengamos más oportunidades (…) y para que la lengua no sea un impedimento sino un camino abierto hacia una cultura del respeto i amor hacia la diversidad” “Es imprescindible hacer oír nuestra voz para no continuar siendo minimizados i atacados por aquellas culturas que se imponen desde el poder”.
De modo que el sábado, si quiero dormir normalmente (y no ser normalizado) tengo que emigrar, a mi costa. Y por cierto ¿quién paga esto? Veamos: el Gobierno de las Islas Baleares, el Consejo Insular, la televisión autonómica balear, la televisión del Consejo Insular (sí, también tiene una) y el Ayuntamiento de mi pueblo. Es decir, yo mismo. Me recuerda a lo de los ejecutados chinos y la bala.
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