«El cambio climático es el principal problema al que se enfrenta la humanidad». Recibí esta afirmación contundente en una charla entre amigos, y no parece que sea inhabitual. Como este asunto está profundamente moralizado -y la etiqueta «negacionista» puede estar ya revoloteando por su cabeza- procede el disclaimer de rigor: entiendo que se está produciendo un calentamiento, que el CO2 parece ser el causante, y que éste es debido a la actividad humana; es razonable intentar controlarlo o moderarlo.
Pero el enfoque apocalíptico tiene graves efectos secundarios. El primero, que cuando un problema se presenta de esta manera hace desaparecer cualquier otro. Hace unas semanas quién decía que el calentamiento es el problema más importante era Yolanda Díaz, Ministra de Trabajo de un país cuyas cifras de paro doblan la media europea. Y esto nos lleva al segundo problema: el apocalipsis libera a los políticos. En lugar de tener que atender a problemas concretos y susceptibles de evaluación de resultados, pasan a defender grandes causas abstractas en las que lo importante es señalizar la virtud.
Pero lo peor es que, cuando se afirma que la humanidad está en juego, es tentador pasar por encima de las personas concretas. De un lado está el planeta, y de otro unos cuantos individuos: en este trolley problem masivo es fácil adivinar quiénes serán los sacrificados. Con la pandemia hemos podido atisbar la facilidad con la que se vulneran los derechos ante una emergencia, y conviene no olvidar que el planeta es importante, sí, pero que nosotros vivimos en un oasis aún más precario, el de la democracia liberal.
Por cierto, hablo de apocalipsis por una razón: estamos ante una corriente emocional que, en sus versiones extremas, tiene sorprendentes parecidos con ciertos movimientos religiosos. En todo caso afirmaciones como «el cambio climático es el principal problema al que se enfrenta la humanidad» hacen sospechar que el emisor disfruta de una vida cómoda. No creo –por ejemplo- que los ucranianos estén unánimemente de acuerdo con ella.
Comentarios
Casi cualquier cosa, con tal de no pensar, de no dudar, de no elegir.
Muchas gracias por sus reflexiones.
Kantarepe
Este comentario suyo no me puede parecer más oportuno.
Muchas gracias, pues.
Me alegro, doña Viejecita.
Lo de las que no son "normativas", esto es, que no siguen las normas seculares de la belleza. Desde el punto de vista de los hombres,.... y de las mujeres normativas, por gracia de la naturaleza. Otra desigualdad que no habrá manera de retorcer ni nivelar
(Tengo la seguridad de que las palabrotas que inventan para describir lo ya inventado no obedece a su intención de "epatar", como todo progre rebelde que se precie, sino a la pura ignorancia de no encontrar la palabra adecuada)
Después de lo de la prostitución, que ya está eliminada, digo desaparecida en la prensa, sólo falta que prediquen la castidad total ligada a la ceguera.