En
general Sabino no tiene una gran opinión de las mujeres:
”La mujer, pues,
es vana, es superficial, es egoísta, tiene en sumo grado todas las debilidades
propias de la naturaleza humana: por eso fue ella la que primeramente cayó. Pero
por eso precisamente de ser inferior al hombre en cabeza y en corazón, por eso
el hombre debe amarla: ¿qué sería de la mujer si el hombre no la amara? Bestia
de carga, e instrumento de su bestial pasión: nada más. La mujer necesita de la
protección del hombre, de su tutela; como el hombre necesita de la compañía de
la mujer.”
Pero
en 1899 se echa novia. La elegida, Nicolasa de Achicallende, reúne muchos
méritos para haberlo cautivado. Para empezar es una aldeana. Sabino, admirador
del Peru Abarca [1] de Juan Antonio Moguel sabe que en el
campesino vasco permanecen intactas las virtudes no corrompidas de la raza.
Además es de Busturia, lugar de nacimiento de Jaun Zuría, el héroe vizcaíno que
les dio una buena lección a los leoneses/españoles en Arrigorriaga. Sabino no
es estrictamente un campesino, pero cerca de allí, en Pedernales, tiene su
segunda residencia. Y sospecha que puede ser el nuevo Jaun Zuría, el libertador
de los vizcaínos de la insoportable opresión de los maquetos. Todo confluye, pues,
hacia ese enclave mágico donde se encuentra su amada.
En
cualquier caso su noviazgo no es bien visto por sus compañeros de partido, que
si bien saben como Sabino que las campesinas vizcaínas son las depositarias de
las esencias vascas, creen que casarse con una de ellas es llevar las cosas
demasiado lejos. En realidad Sabino tampoco las tiene todas consigo, pero por
una razón distinta: le preocupa que Achicallende no sea un apellido lo
suficientemente vasco.
“Me ha dado bastante que pensar el apellido de mi amada, con ser
aldeana y todo. Es un apellido único en Vizcaya, que sólo allí existe:
Achica-Allende.”
Tras
múltiples argumentaciones consigo mismo Sabino decide que Achica es
decididamente vasco, y que lo de Allende es un añadido para distinguir el
caserío de su amada de aquel de Achica de abajo. Queda así muy reconfortado:
“con este motivo
son ya 126 los apellidos de mi futura esposa que tengo hallados y puestos en
cuadro sinóptico o árbol genealógico: todos ellos son euskéricos”.
Y
termina sabiamente: “procuraré suprimir el Allende”.
No
es, en cualquier caso, el Fundador quien inicia la práctica vasca del camuflaje
de apellidos sospechosos. Su hermano Luís, tras involucrarse sentimentalmente
con la zaragozana Josefa Egüés Hernández, cocinera en casa de sus padres, le ha
cambiado los apellidos por Eguaraz
Hernandorena. Y tampoco es la primera vez que Sabino se ha metido a cambiar
nombres. En noviembre de 1897
ha comunicado a su buen amigo Kondaño:
“Y a propósito
tengo que darte una mala noticia: (...) Ya, en vez de Aingeru, te llamas Gotzon”
Volviendo
al proyecto matrimonial de Sabino, el caso es que tampoco los vecinos de
Busturia están contentos con el asunto. Todo parece indicar que, en su
rusticidad, creen que Sabino es un señorito de ciudad que pretende aprovecharse
de su paisana. Las murmuraciones finalmente llegan a extremos intolerables:
“Y aún aseguran
(esto ya es el colmo de la audacia) que
bailé con mi novia al piano de manubrio el día de Santiago.”
Completamente
inaceptable. Porque si hay algo que Sabino detesta es el organillo:
“Ahora se valsea
al estilo de los chulos; y no al son del tamboril, instrumento desterrado por
lo antiguo, sino al son de las guitarras , bandurrias, violines, murgas... y el maldito piano de manubrio.
Salido este de
las callejuelas madrileñas, en donde hacía las delicias de esa escoria de la
humanidad, del indecente y soez chulo, se ha introducido en nuestras aldeas y hoy es raro ya el bizkaino que no sabe hacer con su cuerpo las impúdicas
contorsiones propias del baile flamenco.” [2]
Sabino
constata, además, que el mal se está extendiendo:
“Hemos visto en
Durango, pueblo que lleva fama de religioso, plantarse el piano de manubrio en
el sitio más escogido (...) El Día de San Juan se celebró la romería en Sondika.
No quisimos ir allá por no tropezarnos con el infame armatoste, ni con esa
serie de guitarristas lisiados que atruenan los aires con sus cantares
obscenos. Hace unos años si nuestros baserritarres hubiesen escuchado tales canciones, es seguro que hubiesen arrojado a
palos a los trovadores”
Las
quejas de Sabino hacia el maléfico instrumento son constantes, por lo que no
resulta extraño que al ser elegido para a la diputación de Vizcaya aproveche
para atizarle un impuesto:
“Explotando a
nuestros administrados, rondan por los pueblos de Vizcaya, muy especialmente en
esta época de romerías, numerosos individuos que, acompañados de ciertos
instrumentos de música, además de obtener con su industria pingües rendimientos, molestan a quien tenga mediano oído
y ofenden a la moral con los bailes que provocan y los soeces cantares que
profieren (…) juzgo pertinente y
razonable, salvo el digno parecer de esta Excelentísima Corporación, proponer a
S.E. el siguiente impuesto a dichos instrumentos de música desafinada y a los
individuos extraños al país vendedores de coplas:
- Cincuenta
pesetas por año económico a cada piano de manubrio.
- (…) Diez
pesetas por año económico a cada extraño al país que se dedique a cantar y
vender coplas.”
Como
puede verse, al hablar del temible piano de manubrio Sabino no consigue
mantener ni la ecuanimidad ni el tono legalista que conviene a un diputado, y
el texto legal acaba siendo un tanto intemperante. Pero ¿tan temible es el
organillo? Pues sí, porque su propagación es paralela a la del verdadero cáncer
de la raza vasca: el baile agarrao.
___________
A
comienzos el siglo XVII Pierre de Lancre, el afamado cazador de brujas de
Burdeos, declaraba que en la raíz de la tendencia natural de los vascos hacia
el mal estaba su afición a la danza [3]. Desde entonces las cosas han cambiado,
y los bailes vascos han ido evolucionando hacia formas más castas en las que
incluso el contacto de las manos está mal visto. Ahora sin embargo la pureza
vasca se ve nuevamente amenazada por la irrupción de bailes extranjeros en los
que los cuerpos de los participantes se rozan impúdicamente. Así habla un
crítico musical en 1886:
"Con
las jotas y fandangos peninsulares, las contradanzas inglesas y los
interminables rigodones franceses, han recibido los provincianos y navarros,
como de sorpresa, los bailes vertiginosos, las polkas, los galops, los
schottisch y todo género de bailes aglutinantes afrenta de la verdadera cultura
social [...] ¡Ah! Los desprevenidos vascos, los inventores del honesto y decoroso
zortzico, del noble aurresku y de la varonil espatadantza, han tomado aquellos
inmundos bailes como moneda de buena ley, y hoy se ceban en ellos solo porque
los han visto aceptados por gente de la corte, sin advertir por qué gente!
¡Quiera el cielo que se curen de la funesta manía de remedar en todo las modas
de este pandemonium de Madrid!" [4]
Sabino
está completamente de acuerdo, y escribe:
“Eran estos (los bailes) hasta hace poco alegres e inofensivos;
divertíase la gente joven más, mucho más, que ahora, pero decentemente sin
faltar a la moral, porque esos bailes presididos por el Alcalde del pueblo,
reducíanse únicamente al aurresku, arin-arin y algún otro aire y se permitía en
ellos valsear, llegando el pudor hasta el extremo de que, cuando era preciso
formar cadena, la hacían por medio de pañuelos agarrando el hombre un extremo y
la mujer otro. Ahora no hay nada de eso.“ [2]
Y
también:
“Ved un baile bizkaino presidido por las autoridades eclesiásticas
y civiles y sentiréis regocijarse el ánimo al son del "txistu", la
alboka o la dulzaina y al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo
candor y la loca más alegría; presenciad un baile español y si no os causa
náuseas el liviano, asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada
la robustez de vuestro estómago”. [5]
Obsérvese que, en ambos casos, Sabino parece considerar
parte esencial de la gracia del baile vasco la supervisión de las autoridades
civiles y eclesiásticas.
En algunos casos el conflicto alcanza mayor intensidad. En Bergara, durante las
fiestas de San Pedro de 1897, el alcalde publica un bando prohibiendo el baile agarrao y prescribiendo el uso
alternativo del tamboril. Un grupo de paisanos se siente poco inclinado hacia
el sucedáneo y traslada la juerga al Espolón, donde son practicados los bailes
proscritos. Ante ello un jesuita llamado Ibarguren se flagela públicamente para
pedir perdón por los pecados de los danzantes que, para colmo de desvergüenza,
continúan con sus evoluciones durante todo el incidente. Sabino, muy enfadado,
dedica al asunto un artículo titulado Efectos
de la invasión:
”Que al norte de
Marruecos hay un pueblo cuyos bailes peculiares son indecentes hasta la
fetidez; y que al norte de este segundo pueblo hay otro cuyas danzas nacionales
son honestas y decorosas hasta la perfección; y entonces no les chocaría que el
alcalde de un pueblo euskeriano prohibiese el bailar al uso maketo, como es el
hacerlo abrazado asquerosamente a la pareja, para restaurar en su lugar el uso
nacional de Euskeria.” [6]
El
legado de Sabino será perdurable también en esta materia, y los bailes agarraos continuarán siendo contemplados
con suspicacia. En 1909 socios del bachoqui
de Sestao aprobarán por unanimidad una norma según la cuál se expulsará “a todo socio del que se tenga noticia de
haber bailado el agarrao”. Y aún
en 1928 la revista Txistulari,
periódico oficial de la asociación de chistularis, pedirá a los intérpretes que
"no toquen con el txistu ‘tangos’,
‘abaneras’, ‘fostrotes’ y otras cosas así, que eso ni es de txistularis, ni de
cristianos, ni de vascos". [7]
[1] Más sobre Peru
Abarca aquí.
[2] Las romerías de
hoy. Baserritarra nº 10, julio de
1897.
[3] Pierre Lancre, Descripción de la inconstancia de los malos ángeles y demonios.
[4] Pedro de Madrazo. Citado en Euskomedia.
[5] ¿Qué somos? Bizkaitarra nº 29, junio de 1895.
[6]
Efectos de la invasión. Baserritarra nº 11, julio de 1897 .
[7]
Txistulari nº 5, año 1928. Citado en Euskomedia.
Imágenes: 1) Piano de manubrio; 2) Danza vasca, de Ana María Marín; 3) Escena del Sabbath, según Pierre Lancre; 4) La varonil ezpatadantza.
Comentarios
Increíble, tanta cretinez.
muy varoniles no parecen los "chicos del conjunto"
Y ya me gustaría saber lo que hubiera dicho Don Sabino si hubiera llegado a ver la foto de los tres que bailaban el aurresku en Nueva York, delante del Lendakari. Que la del medio era ¡ Una chica !
Seguro que si la llega a ver, se vuelve a morir del susto.
Creo que tras la muerte del “mesías” la peña se enfrió (o calentó según se mire), porque hacia el año 1915 en el Euzkadi podían leerse críticas (no recuerdo ahora si de Kizkitza u otros) a quienes eran “separatistas en política y unionistas en el baile”.
Por otra parte recuerdo en los años 70 en San Sebastián en el túnel bajo el palacio de Miramar una pintada enorme “Ha dicho el Papa que follar en Donosti no es pecado, es un milagro”.
Cosas de la raza.
Saludos a todos.
La última foto no debería remover a Sabino en Su Karrieta.
Do Neo, pues según el bueno (es un decir) de Pierre Lancre en los aquelarres los vascos se ponían las botas. Luego la cosa decayó, al parecer.
Doña Pussy, he tenido que buscar qué es Emakunde. Desde luego el buen Sabino no era precisamente un avanzado en materia de feminismo.
Doña Viejecita, Don Belosti, la verdad es que las fotos que se pueden encontrar en Internet de la ezpatadantza son bastante cómicas. Parecen Los Alegres Turlurones..
Señor Estresado, me he reído a gusto con su comentario.
Saludos a todos.
Leí que esa muchacha Baska-Baska terminó casada con un militar y viviendo en Burgos.
la histeria de este tronado sería para reir pero...
Buenos días a todos, Sísifo.
Genial la varonil espatadantza, "Las alegres chicas de Kostalada"
Eso es por no mezclar bien las sangres.
Urtain, lo tuyo no sirvió para nada. ¡Qué lo sepas!
Gracias Doña Pussy. No tengo ni idea de lo que pasa así que voy a consultar con la bruja cibernética Ostra.
Don Napo, cuánto tiempo.
Saludos a todos.
Zajoy traidor.