No me consta que exista en español una palabra específica para bullshit (o para su equivalente, más fino, humbug’, literalmente ‘zumbido de insectos’). Lo que más se aproxima es ‘charlatanería’ o ‘palabrería’, pero tienen significados más amplios.
El bullshit florece en todos los campos, pero se da especialmente bien en la política. Es así, supongo, debido a una abundancia de términos de difícil precisión pero provistos de un aura de prestigio, características que los hacen muy codiciados por los vendedores de crecepelo. De hecho, la utilización continua de estos términos como arma de bullshit (véase por ejemplo, ‘democracia’ o ‘libertad’) es un problema serio, pues van siendo despojados de todo contenido y convertidos en meras palabras huecas y altisonantes, ideal para políticos vacuos. El bullshit es, pues, muy destructivo a largo plazo. Sin embargo, suele ser mejor tolerado que la mentira directa, Resulta interesante, por tanto, investigar las diferencias entre ambos y decidir si esa benevolencia está justificada.
En su breve ensayo On bullshit, Harry G. Frankfurt establece la siguiente característica. El que dice la verdad piensa que lo que afirma es cierto, y el mentiroso que lo que dice es falso. Ambos, por tanto, se sienten constreñidos por la conexión de sus afirmaciones con los hechos objetivos. Ambos, por decirlo de alguna manera, respetan las reglas del mismo juego, aunque lo practican en equipos diferentes. Por el contrario, lo que caracteriza al emisor de bullshit es una perfecta desconexión con respecto a lo que es cierto o mentira. Esto es así porque, normalmente, para el productor de bullshit los puntos concretos en los que se basa su discurso, aquellos sobre los que se podría defender su certeza o falsedad, tienen un valor secundario con respecto al fin principal, que es proyectar una opinión sobre sí mismo. Frankfurt ejemplifica esto con cualquier discurso del 13 de julio en el que el orador hable de “nuestra gran nación, con la que nuestros padres fundadores, guiados por Dios, crearon una nueva esperanza para la humanidad”. Es evidente que tal orador no se está planteando si es o no cierto que su nación es grande, que los padres fundadores estaban inspirados por Dios, o que supone una nueva esperanza para la humanidad. Lo que el orador pretende transmitir es una imagen determinada de sí mismo: un patriota convencido de la grandeza y la misión de su país y de la importancia de los valores religiosos.
Un último punto. ¿Es justa la denominación bullshit? El significado literal ‘caca de toro’ parece hacer referencia a algo expelido de forma apresurada y sin gracia, y que desprende un olor desagradable. Contrapondría, de este modo, al apresurado emisor de bullshit con el cuidadoso artesano que realiza una obra con mimo y sujeción a unas normas determinadas. Podemos estar de acuerdo con la definición en la mayor parte de los casos, pero no hay que olvidar que detrás de la política (o de la publicidad) también hay cuidadosos artesanos que, con sofisticadas herramientas (por ejemplo, la demoscopia o la investigación de mercados), producen sofisticadas piezas de bullshit.
Coda: "Nunca cuentes una mentira mientras puedas salir adelante a base de bullshit". Eric Ambler. Una historia sucia.
El bullshit florece en todos los campos, pero se da especialmente bien en la política. Es así, supongo, debido a una abundancia de términos de difícil precisión pero provistos de un aura de prestigio, características que los hacen muy codiciados por los vendedores de crecepelo. De hecho, la utilización continua de estos términos como arma de bullshit (véase por ejemplo, ‘democracia’ o ‘libertad’) es un problema serio, pues van siendo despojados de todo contenido y convertidos en meras palabras huecas y altisonantes, ideal para políticos vacuos. El bullshit es, pues, muy destructivo a largo plazo. Sin embargo, suele ser mejor tolerado que la mentira directa, Resulta interesante, por tanto, investigar las diferencias entre ambos y decidir si esa benevolencia está justificada.
En su breve ensayo On bullshit, Harry G. Frankfurt establece la siguiente característica. El que dice la verdad piensa que lo que afirma es cierto, y el mentiroso que lo que dice es falso. Ambos, por tanto, se sienten constreñidos por la conexión de sus afirmaciones con los hechos objetivos. Ambos, por decirlo de alguna manera, respetan las reglas del mismo juego, aunque lo practican en equipos diferentes. Por el contrario, lo que caracteriza al emisor de bullshit es una perfecta desconexión con respecto a lo que es cierto o mentira. Esto es así porque, normalmente, para el productor de bullshit los puntos concretos en los que se basa su discurso, aquellos sobre los que se podría defender su certeza o falsedad, tienen un valor secundario con respecto al fin principal, que es proyectar una opinión sobre sí mismo. Frankfurt ejemplifica esto con cualquier discurso del 13 de julio en el que el orador hable de “nuestra gran nación, con la que nuestros padres fundadores, guiados por Dios, crearon una nueva esperanza para la humanidad”. Es evidente que tal orador no se está planteando si es o no cierto que su nación es grande, que los padres fundadores estaban inspirados por Dios, o que supone una nueva esperanza para la humanidad. Lo que el orador pretende transmitir es una imagen determinada de sí mismo: un patriota convencido de la grandeza y la misión de su país y de la importancia de los valores religiosos.
Un último punto. ¿Es justa la denominación bullshit? El significado literal ‘caca de toro’ parece hacer referencia a algo expelido de forma apresurada y sin gracia, y que desprende un olor desagradable. Contrapondría, de este modo, al apresurado emisor de bullshit con el cuidadoso artesano que realiza una obra con mimo y sujeción a unas normas determinadas. Podemos estar de acuerdo con la definición en la mayor parte de los casos, pero no hay que olvidar que detrás de la política (o de la publicidad) también hay cuidadosos artesanos que, con sofisticadas herramientas (por ejemplo, la demoscopia o la investigación de mercados), producen sofisticadas piezas de bullshit.
Coda: "Nunca cuentes una mentira mientras puedas salir adelante a base de bullshit". Eric Ambler. Una historia sucia.
Comentarios
________________-
candela dijo...
¿Por qué el bullshit se tolera mejor que la mentira? se pregunta NAVARTH.
Pues hay dos asuntos que pueden explicarlo y que usted mismo menciona.
La desconexión con respecto a lo que es cierto o mentira
Esto supone una enorme ventaja porque evita el compromiso; permite ese relativismo tan cómodo para pasar la vida en un recreo continuo. Tanto la verdad como la mentira, al margen de su valor moral, requieren esfuerzo.
El fin principal, proyectar una opinión de si mismo
El subjetivismo crónico del niño, el rey de la casa. El yoísmo tan propio del niño cuya medida del mundo es él mismo. El infantilismo como patología.
Es evidente que con estos mimbres el bullshit ganará siempre.
5:47 PM