Un miembro de la Gestora de Ciudadanos defendió que los estatutos del partido son “la quintaesencia del liberalismo”. ¿En qué se basaba? Sencillamente, en que en ellos figuran las palabras libertad, igualdad y solidaridad. Que la quintaesencia del liberalismo sean la libertad, la igualdad y la solidaridad no lo vamos a discutir; que la organización de un partido se convierta en quintaesencia del liberalismo por llevar estos lemas en su frontispicio ya es otra cuestión –de hecho ¿qué partido no las llevaría?-
El actual proyecto de estatutos confía un poder absoluto, no contrapesado por la actuación de otros órganos o afiliados, a la Comisión ejecutiva. Un ejemplo: dentro del Comité autonómico –máximo órgano territorial en este ámbito- la Comisión ejecutiva nombra discrecionalmente 1) a la persona que lo preside, 2) a tres miembros de la junta directiva del mismo, 3) a un número adicional de hasta cinco miembros elegidos de entre los cargos institucionales de la Comunidad, y 4) a otro número adicional de hasta cinco miembros elegidos de donde le parezca oportuno. Previamente ha nombrado también 5) a los coordinadores provinciales o insulares, que también forman parte del Comité autonómico. De este modo los Comités autonómicos quedan reducidos a 17 expresiones de la Comisión ejecutiva. Algo similar ocurre con los Comités provinciales e insulares.
Más alarmante aún es que la Comisión de régimen disciplinario –el poder “judicial” del partido- tampoco es independiente de la Comisión ejecutiva, que nombra directamente a todos –sí, todos- sus miembros. Ciertamente el afiliado puede recurrir las decisiones de la Comisión de régimen disciplinario ante la Comisión de Garantías: aquí la Comisión ejecutiva sólo nombra al 25% de sus miembros.
El debate y la discrepancia tampoco son bien recibidos. Entre las faltas “graves” que establece el régimen disciplinario está emitir públicamente opiniones discrepantes, y entre las “muy graves” aquellas que puedan ser consideradas «desleales o contrarias a los intereses del partido». ¿Y quién decide si son desleales? El Comité ejecutivo/disciplinario.
Es decir la separación de poderes, la existencia de pesos y contrapesos, la posibilidad de debate –que también son quintaesencia de lo liberal- pueden estar en el ideario del partido y estar ausentes de su organización. Se produce así un curioso efecto: con estos estatutos el partido predica hacia fuera lo que no practica dentro.
El artículo 6 de la Constitución exige que los partidos sean democráticos en su funcionamiento y estructura interna; Robert Michels, cuando enunció lúgubremente la «ley de hierro de las oligarquías», avisó de la permanente tentación de huir en dirección contraria. Estos estatutos parecen convertir a esta organización en una eficaz forja de ese hierro.
Pero todo esto es teoría; que los afiliados lo contrasten con los datos empíricos. ¿Ha funcionado bien hasta ahora la organización de Ciudadanos con unos estatutos similares? ¿Creen que puede mejorar con estos?
Comentarios
Hace mucho tiempo que no entraba en el blog.
Ha llovido mucho.Cuando veo el panorama político, el desastre en que se encuentra, no puedo evitar acordarme del fallo monumental de Albert Rivera: ¡Qué mal jugó sus cartas, sus buenas cartas!
Y cuando leo tu entrada y la anterior... me pregunto por qué Albert no escuchó a tantos miembros de Ciudadanos que trataron de corregirle; y me da la impresión de que no les escuchó porque concentraba demasiado poder. Era un problema institucional.
Me recuerda al diferente comportamiento que Leopoldo de Bélgica tuvo en Bélgica y en el Congo: la misma persona, distintas instituciones... buen gobernante en Bélgica pero tirano en el Congo.
Saludos