Es un mundo a punto de desaparecer, sucio, sórdido y fascinante. Lo peor no son las fuerzas destructivas –los comunistas, los nacional-socialistas, los militares ávidos de probar de nuevo- que la crisis y el paro han conjurado. Todo eso podría ser combatido, pero la ciudad está dominada por la incertidumbre moral y política, y la acción ha sido sustituida por un frenético movimiento sin dirección.
La ciudad se resume en el Moka Efti, un restaurante y cabaret bajo cuya deslumbrante apariencia se mueven entrelazados los gusanos. Una ciudad dentro de la ciudad, y todo ello resumido en una canción: hacia el polvo y las cenizas. Se muestra en el segundo capítulo y tiene la belleza de la danza macabra. Sus acordes tienen el olor dulzón de lo siniestro, y es posible que esto fuera lo que asustase a los nazis cuando hablaban de arte degenerado. Si todo esto les evoca “expresionismo” posiblemente están en lo cierto.
En ese mundo que se desmorona el verdadero protagonista no es ninguno de los obvios. No es el policía que trata de encontrar unas películas chantajistas. No es la chica, prostituta ocasional que anhela ser investigadora. Es el consejero Benda, que lucha sólo por evitar la desintegración desde la lucidez y la democracia.
p.d. En la segunda temporada el ambiente se desvanece, y queda una serie más bien trivial. Y los últimos episodios, penosos.
Babylon Berlín (2017): Henk Handloegten, Tom Tykwer, Achim von Borries
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Saludos, Benvolio