Artículo publicado en Diario De Mallorca 13/10/2015
Francina Armengol y Biel Barceló, presidenta y vicepresidente del Govern, Alberto Jarabo, líder de Podemos, distintos consejeros y unos cuantos diputados se fundieron el pasado martes en una danza bastante tribal y dudosamente armónica al son de los 'Xeremiers des Prat' y de 'Los Estupendos Burruños'. Celebraban la derogación de la ley de Símbolos - la ‘ley mordaza balear’, en su denominación -, y con ella la recuperación de la libertad de expresión perdida.
La ley de Símbolos ahora derogada era una ley defectuosa. Junto a preceptos estrictamente dedicados a describir banderas y escudos, y el protocolo adecuado para su utilización, convivían continuadas admoniciones sobre la responsabilidad de los funcionarios e incluso apelaciones a la protección de la infancia y los derechos del niño. Un extraterrestre que cayera en Baleares y la leyera se daría cuenta de que algo anormal estaba pasando. En opinión del consejero Marc Pons la derogación es ‘un hito en favor de la libertad de expresión y en defensa de la lengua, la cultura y la educación de las Islas’. ¿De la libertad de expresión? ¿De la educación? Unos minutos antes de la danza, en el interior del Parlamento, la diputada de Ciudadanos Olga Ballester había proporcionado el testimonio de dos niños sobre esa libertad de expresión y esa educación por las que después bailarían los miembros del Govern. En el relato aparecen profesores con camisetas verdes y lazos cuatribarrados, algunos de ellos con las bocas tapadas por ‘señeras’ simbolizando mordazas. Se ven cuadros de la anterior consejera de educación colgados, como si de una misa negra o una ceremonia de vudú se tratase, boca abajo. En una escena que presenta a la nueva Formación del Espíritu Nacional –catalanista, por supuesto – los niños son reunidos en un patio y sometidos a las proclamas nacionalistas de rigor, con las puertas cerradas para que no escapen. Mientras tanto de las paredes de los centros cuelgan carteles: en uno se corta a un infortunado una lengua cuatribarrada; en otro una diana ensangrentada muestra en su centro el nombre de una editorial que se ha atrevido a ignorar los designios nacionalistas; en un tercero se puede leer: ‘si quieres ser atendido en catalán pulsa 1; si quieres ser atendido en castellano lárgate’.
La ley de símbolos era innecesaria, pero no porque la situación no fuera anormal y grave, sino porque ya existen cauces legales para corregirla: desde la Constitución hasta el Estatuto de Autonomía, pasando por el Estatuto básico del empleado público y la Ley de la función pública, exigen la neutralidad e imparcialidad de los funcionarios, y velan por la protección de la infancia. Ni siquiera los diputados del PP, que la habían aprobado menos de dos años atrás, se animaron a defenderla. Ante el relato de Olga Ballester los diputados presentes no habían alzado la voz, pues sabían que era veraz, algo absolutamente habitual en centros en los que docentes profundamente ideologizados juegan con las emociones de los niños y las inquietudes de los padres. ¿Les parece a ustedes normal? preguntó Ballester, y respondió el silencio. Pero luego quedo claro que sí les parece normal. E incluso digno de un baile.
p.d. Impresionante. Acabo de darme cuenta de que Diario de
Mallorca ha decidido por su cuenta normalizarme, y ha decidido corregirme Baleares
con ‘Balears’, Estatuto con ‘Estatut’, y parlamento con ‘Parlament’. Al menos
no me han cambiado a Ferrán.
Comentarios
Moderados, después de todo. Se autocensuran. Busquen en las papeleras el borrador original, aquel que diu: «Si quieres ser atendido en castellano, aprieta aquí».
Otro gran artículo, Navarth. Un abrazo.
Una pena que baile tanto esa gente, por semejantes motivos, y que encima lo hagan tan mal.
Que van a conseguir que desaparezcan los bailarines de todo tipo tan buenos que hemos tenido en España. De pura grima que les van a dar esos que, de otro modo, hubieran podido dedicarse a ello. No más Gades, no más Duatos, ni Pilares Lopez, ni Cármenes Amaya, ni...
Lo de meterles a los niños esas cosas por obligación, me parece a mí que no puede ser muy efectivo. Porque en mi adolescencia, en la postguerra, teníamos que aprobar "política" para poder pasar al curso siguiente, y todos lo repetíamos como loritos, pero mi generación fue de reacción contra aquellas cosas
Enhorabuena por su artículo.
Cuando me enteré, por su anotación de ayer en el blog de SG de que su artículo había sido ‘normalizado’ fui presa de la indignación. Ahora le transmito mi solidaridad. En general no se da importancia a hechos como ese, que la tienen en grado sumo. En su aparente irrelevancia lo dicen todo, de un ambiente mediático cerrado y putrefacto, en el que no se tolera ninguna voz libre. Porque esa ‘normalización’ es la imposición de un marco forzoso, de una constricción que de algún modo, nada desdeñable, asimila al disidente.
Me indigna el atrevimiento, la desfachatez, la falta de respeto, la misma violencia ínsita en el hecho, y todo lo que significa.
En cierta ocasión, hace años, fui invitada a un debate sobre la normalización lingüística en Galicia, en la redacción de un periódico local coruñés, La Opinión, que lo publicaría el fin de semana en páginas centrales. Yo, excuso decirlo, defendía la racionalidad y el sentido común –incluso contra legem, pues aquí las padecemos bastante estúpidas- y, también excuso decirlo, los otros dos contertulios defendían el statu quo, mejor dicho, una versión muy mejorada para sus intereses. Eran la concejal de normalización lingüística y ‘xuventude’ del Ayuntamiento de La Coruña, del BNG, y un catedrático de filología de la misma cuerda, que actuaron en perfecta complicidad. La periodista ‘moderadora’ –yo no iba moderada de casa- empezó conminándome a sostener el debate en gallego, … no le digo más. Bueno, sí le digo: me negué. A usted ni siquiera le han preguntado.
Mi solidaridad también con el anónimo que tiene que sobrevivir en el ambiente infecto del frente docente de construcción nacional.