En su célebre Modernidad y holocausto Zygmunt Bauman defiende que éste es un fruto de aquélla, y que fue la eficacia de la burocracia Alemana la que propició que los nazis consiguieran asesinar a casi seis millones de judíos con recursos limitados. Creo que es difícil que ‘modernidad’ y ‘eficacia’ convivan en un mismo párrafo con ‘burocracia’ sin que se active el corrector de Word, sin embargo Bauman acierta al sugerir que el pensamiento burocrático desempeñó un papel importante en el exterminio.
Esta pendiente un ensayo sobre el pensamiento burocrático, pero anticipo aquí la más importante de sus características: la pérdida de vista de los fines y resultados globales como consecuencia de una estricta división de la actividad en compartimentos estancos. El burócrata ve la realidad con orejeras, atribuye una importancia capital a lo que está en su esfera de visión, y se desentiende olímpicamente del resto. La finalidad de los actos se olvida, y de este modo los requisitos formales pasan a ser considerados ritos sujetos a una observancia supersticiosa. Cada departamento contempla con suspicacia al resto mientras se sobrevalora a sí mismo. De este modo los clientes, tanto los departamentos que dependen de uno como el público, pasan a ser vistos como algo molesto y desagradable, algo que no es habitual en la gestión empresarial (con excepción del pequeño comercio de Palma).
En mi última estancia en la sanidad balear tuve ocasión de conocer a altos cargos (y alguna que otra carga) de los servicios centrales del Ibsalut que no podían ocultar su desconfianza hacia los hospitales y los que trabajábamos en ellos. Era normal. En su visión burocrática la tosca realidad de la actividad sanitaria empañaba la belleza de sus tramitaciones y expedientes administrativos. Sin duda habrían agradecido que se cerraran todos los establecimientos sanitarios y los servicios centrales pudieran trabajar en un hermoso vacío, y es posible incluso que hubieran obtenido así un cierto ahorro. Sólo inicialmente, porque otra de las características de la burocracia es una tendencia a la expansión similar a la de The blob. Seguiremos hablando de este asunto.
Esta pendiente un ensayo sobre el pensamiento burocrático, pero anticipo aquí la más importante de sus características: la pérdida de vista de los fines y resultados globales como consecuencia de una estricta división de la actividad en compartimentos estancos. El burócrata ve la realidad con orejeras, atribuye una importancia capital a lo que está en su esfera de visión, y se desentiende olímpicamente del resto. La finalidad de los actos se olvida, y de este modo los requisitos formales pasan a ser considerados ritos sujetos a una observancia supersticiosa. Cada departamento contempla con suspicacia al resto mientras se sobrevalora a sí mismo. De este modo los clientes, tanto los departamentos que dependen de uno como el público, pasan a ser vistos como algo molesto y desagradable, algo que no es habitual en la gestión empresarial (con excepción del pequeño comercio de Palma).
En mi última estancia en la sanidad balear tuve ocasión de conocer a altos cargos (y alguna que otra carga) de los servicios centrales del Ibsalut que no podían ocultar su desconfianza hacia los hospitales y los que trabajábamos en ellos. Era normal. En su visión burocrática la tosca realidad de la actividad sanitaria empañaba la belleza de sus tramitaciones y expedientes administrativos. Sin duda habrían agradecido que se cerraran todos los establecimientos sanitarios y los servicios centrales pudieran trabajar en un hermoso vacío, y es posible incluso que hubieran obtenido así un cierto ahorro. Sólo inicialmente, porque otra de las características de la burocracia es una tendencia a la expansión similar a la de The blob. Seguiremos hablando de este asunto.
Comentarios
¿ se refiere sólo a los burócratas de carrera y oposición ganada y a sus compartimentos estanco de competencia, o también a los Partidos Políticos con sus propios aparatos , ( y sus propios compartimentos estanco de incompetencia, esos capitaneados por burócratas nombrados a dedo, y a menudo sin idea de nada que no sea la lealtad ciega al partido, o, al menos, a su superior inmediato en dicho partido ) ?
Porque, aunque el haber sacado una oposición no siempre significa excelencia, por desgracia, los jefes "a dedo" que imponen los diferentes partidos, son frecuentemente unos ineptos totales...
Aún a riesgo de abusar de la comparación con el nazismo, de vez en cuando llamo la atención de mis circunstantes sobre el hecho de que si hacemos cualquier pequeña porquería -como multar a alguien por una "infracción" inventada en un reglamento sin respaldo legal, sabiendo que no va a recurrir ante los tribunales porque le costaría más que la multa- nos parecemos a los esbirros de un régimen totalitario, en lugar de a los funcionarios de un estado de derecho.
No deja de sorprenderme que disfrutando de una independencia envidiable, la mayoría de los funcionarios que conozco prefieran caer en esas pequeñas marranadas que defender su propia dignidad.
A este respecto, hay dos niveles:
- el funcionario que desempeña un puesto de provisión normal o 'por concurso', obedece en lugar de oponer razonadamente las objeciones de derecho a una actuación ilícita. ¿por qué lo hace si es inamovible (salvo que cometa un asesinato. O dos)? Creo que porque la provisión normal ha quedado reducida a los puestos inferiores del escalafón, y, por otra parte, estos son ocupados por los funcionarios de menor cualificación, ya que los políticos de la taifa no han tenido reparo alguno en degradar la burocracia regional al nivel ínfimo movidos por varios incentivos, el primero, garantizar lo que llaman desde hace décadas la paz social (ya saben, el apaciguamiento que engorda a los lobos que persiguen al esquimal), es decir, la connivencia de los sindicatos, mediante toda suerte de cesiones -número increíble de 'liberados', y venga de subvenciones, etc., etc., ... pero, sobre todo, algo que yo llamaría, para salir del paso, "espartaquismo", entre otras cosas configurando las bases reguladoras de los concursos para lograr el resultado ahora visible: 'jefaturas de sección' ocupadas por funcionarios del grupo C (lo que antes era bachiller superior y ahora no sé) caracterizados por poseer algunos trienios, algunos cursos que no vale la pena mencionar y, sobre todo, el enésimo nivel de conocimiento de la lengua gallega ... -. En definitiva, estos funcionarios no se cuestionan algunas cosas, y ni siquiera comprenden que algunos de sus subordinados del grupo A ('lisensiados') las cuestionemos. Debe parecerles un esnobismo. Y a nosotros acaba pareciéndonos inútil.
- en cuanto a los funcionarios que ocupan puestos de libre designación, que, con notorio abuso de la fórmula, lo son todos por encima de la sección, sí saben lo que hacen, pero su justificación es muy sencilla. Por una parte está el muy humano y comprensible sentimiento de gratitud al que te ha nombrado. Somos así. Por otra "si no lo hago yo lo hará mi sustituto cuando me cesen"
Yo veo a veces pequeños abusos, grandes desde del punto de vista del que los sufre, y medito mucho sobre ellos. La burocracia, ciertamente, los perpetra, porque no se cuestiona lo que hace, y cada burócrata en su escalón puede alegar que se ha limitado a obedecer y seguir el procedimiento. Este género de abusos -no voy a entrar ahora en otros- obedecen a que una casta intermedia, a caballo entre la mesoburocracia y la política, ha ocupado, de hecho, la potestad reglamentaria -a veces incluso la legislativa, debido a que, habiendo proliferado como hongos los 'órganos legislativos' en la parasitada piel de toro, esos anteproyectos, luego proyectos, finalmente leyes, aunque sea con vigencia territorial limitada (pero si te pilla no te escapas) son elaborados por una casta inflada por la abundancia, y, por lo tanto, devaluada, nada excelente, y luego validados en esos parlamentos que no son sino diputaciones provinciales agrandadas, por unos políticos de bajísimo nivel, atentos no a la corrección técnica o a la justicia de la norma, sino a la satisfacción de alguna clientela o algún interés, que a veces incluso puede ser legítimo.
Añádase a todo ello la madre de todas las causas: un intervencionismo asfixiante, creciente, que prospera bajo la política supuestamente democrática sin que la ciudadanía reaccione. Tal vez porque procede 'por colectivos' o de manera gremial.
¿saben ustedes que, desde cierto reglamentito regional, los 'porteros de discoteca' tienen que pasar un examen público habilitante en el que tienen que acreditar, entre otras cosas, el "conocimiento del gallego"?
Tal vez sean un 'colectivo' poco simpático, pero si acude a su despacho un señor de cincuenta años que, después de doce de una relación laboral "fijo-discontinuo" que le ha permitido malvivir durante más de doce años, se queda en la calle por esa puta broma, ... la cosa empieza a ser distinta.
Por un reglamento de mierda, o por una mierda de reglamento -que me atropello-
Entonces ves cómo pueden ser aplastados los pobres, los pequeños, los indefensos, sin respeto del "estado posesorio", sin régimen transitorio, sin consideración alguna, y, sobre todo, SIN RAZÓN ALGUNA, sin que hubiese ninguna necesidad de 'nacionalizar' el servicio de control de acceso a las discotecas.
En fin, no me provoquen, que me pierdo.
Y me he ido por los cerros de Galicia
Entre otras, las siguiente:
" fue la burocracia teutona, ..., la que produjo el Holocausto."
Eso es una enorme falsedad.
La burocracia es un instrumento, a veces romo, a veces dócil, generalmente indiferente.
Lo hizo 'hacedero', pero no lo "produjo" en el sentido de haberlo desencadenado o causado.
Sí en un sentido muy propio de la palabra, en cuanto fue medio y modo de producción.
A saber cuántas otras inexaxtitudes e hipérboles habré 'producido'
-0-0-0-
Por cierto, acaba de publicar Juan Manuel Grijalbo en su blog otro memorable artículo de Luis Jar Torre, en este caso sobre el hundimiento cerca de Chipre en 1980, de un mercante llamado Zenobia -como la esposa del poeta-. Lo menciono porque la burocracia no tuvo un papel pequeño en el desenlace, en este caso sin víctimas mortales
Bueno, y también lo menciono porque sé que a Navarth le gustan estas cosas