En un artículo titulado “El negocio del tirano: Aznar ese buen amigo” un tal Ignacio Cembrero se dedica a desvelar la trama mediante la que Aznar mantuvo a Gaddafi en el poder a cambio de un caballo. Es esta una noticia destinada al homo videns, de modo que las imágenes son decisivas. Por eso en un lateral de la notica, bajo el título “El tirano que compró a occidente” aparece una foto de un Aznar sonriente y otra del dictador libio. Al otro lado, en una foto obtenida sin duda con cámara oculta, puede verse cómo Gaddafi entrega el caballo a Aznar, que lo acaricia con expresión lasciva.
Pero el artículo no se queda en las imágenes. Ante la improbable eventualidad de que alguno de sus lectores se anime a leerlo, Cembrero lo comienza con esta declaración impactante: ”los jefes de Estado y de Gobierno europeos visitan oficialmente a los autócratas del Tercer Mundo y, a veces, justifican bajo cuerda esos viajes alegando que defienden los intereses del Estado, que abren mercados a las empresas de su país y crean así empleo”. Superada la perplejidad motivada por la inevitable contradicción entre “justificación” y “bajo cuerda”, todo parece indicar que Aznar ha sido el valedor de Gaddafi por un mero afán de enriquecimiento personal. Se adjuntan como pruebas, además del caballo, que en una visita a Libia Aznar participó en un banquete, y que, en otra de Gaddafi a España, éste “lo invitó a degustar tres corderos preparados por su cocinero”.
Pero un momento ¿Zapatero no ha visitado recientemente a Gaddafi? Si, pero lo ha hecho con buena intención. E incluso esa ocasión fue malévolamente aprovechada por Aznar a través de su yerno: ”El viaje de José Luis Rodríguez Zapatero a Trípoli, en junio pasado, abrió nuevas oportunidades de negocios y le brindó a Agag la posibilidad de iniciar su andadura en Libia. Al mes siguiente de esa visita puso en marcha en Libia un inmenso coto de caza repleto de perdices importadas de España.”
La noticia completa aquí.
Pero el artículo no se queda en las imágenes. Ante la improbable eventualidad de que alguno de sus lectores se anime a leerlo, Cembrero lo comienza con esta declaración impactante: ”los jefes de Estado y de Gobierno europeos visitan oficialmente a los autócratas del Tercer Mundo y, a veces, justifican bajo cuerda esos viajes alegando que defienden los intereses del Estado, que abren mercados a las empresas de su país y crean así empleo”. Superada la perplejidad motivada por la inevitable contradicción entre “justificación” y “bajo cuerda”, todo parece indicar que Aznar ha sido el valedor de Gaddafi por un mero afán de enriquecimiento personal. Se adjuntan como pruebas, además del caballo, que en una visita a Libia Aznar participó en un banquete, y que, en otra de Gaddafi a España, éste “lo invitó a degustar tres corderos preparados por su cocinero”.
Pero un momento ¿Zapatero no ha visitado recientemente a Gaddafi? Si, pero lo ha hecho con buena intención. E incluso esa ocasión fue malévolamente aprovechada por Aznar a través de su yerno: ”El viaje de José Luis Rodríguez Zapatero a Trípoli, en junio pasado, abrió nuevas oportunidades de negocios y le brindó a Agag la posibilidad de iniciar su andadura en Libia. Al mes siguiente de esa visita puso en marcha en Libia un inmenso coto de caza repleto de perdices importadas de España.”
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Comentarios
¿Que hoy se ha golpeado usted en el codo con una puerta? Pues comuníqueselo ipso facto a un esforzado redactor de El País, que ya verá cómo se le ocurre una fascinante historia que consiga vincular a Aznar con esa puerta, la empresa constructora o el leñador que cortó el árbol.
Quiero hacer constar que vengo todos los días por aquí; pero una vez que consigo parir la entrada de mi blog, la verdad es que quedo tan derrotada que no tengo recursos para replicar.